Esta es una historia que empieza muy cerquita del Manzanares, y no sólo de nuestro querido río y sus alrededores sino también de un conocidísimo estadio de futbol hoy demolido y con los escombros enterrados por culpa de la voraz especulación inmobiliaria que se ha apoderado de esta ciudad. El sitio que menciono es una zona que ha marcado la vida, la forma de ser, la cultura, la idiosincrasia y la historia de muchas generaciones de madrileños. Quien viva o haya vivido cerca de estos lugares sabe perfectamente de lo que estoy hablando. Porque un barrio, según sabemos por lo que nos dice la ekística, no tiene por qué coincidir con una mera distribución administrativa; un barrio siempre ha sido y será una referencia cuando los vecinos manifiestan con satisfacción su orgullo por los lugares donde nacieron, donde crecieron, donde estudiaron, donde jugaron, donde se enamoraron y donde perdieron a un ser querido; o donde viven, donde hacen su vida y donde conviven actualmente con los demás vecinos; es decir algo que te toca el corazón.
En 1989 se creó, en unos terrenos que habían sido propiedad de la empresa Unión Explosivos Río Tinto y que se utilizaron como esparcimiento para sus empleados durante varias décadas, un Centro de ocio para uso y disfrute de los madrileños, en una época en la que las Administraciones Públicas hacían todo lo posible para que en la ciudad se pudiera desarrollar un urbanismo que favoreciera la vida de los madrileños.
Unos años después, y con el empeño vecinal de los barrios cercanos, se creó el parque público de Caramuel; y más tarde los de La Cuña Verde y de La Vía Carpetana con los que se complementó el área dotando al entorno de un gran espacio verde urbano que por entonces no tenía. Fuè un acto urbanístico de renaturalización urbana muy importante y que puso en valor a los barrios del entorno del Centro comercial; ya que toda la zona estaba muy degradada y saturada de viviendas, y no tenía ninguna instalación de recreo.
El Centro comercial, con el paso del tiempo, acabò siendo un lugar muy representativo y emblemático en el ambiente del entretenimiento en la ciudad; en un barrio por entonces apartado del centro de la ciudad, pero con mucha tradición de festejos castizos y populares desde que D. Francisco de Goya decidiera inmortalizar la zona en uno de sus cuadros más famosos; y un barrio que siempre ha convivido en la cercanía con la Pradera de San Isidro, una parte de Madrid con mucha historia en la ciudad.
Llegó a ser, en la década de los 80 y de los 90, un lugar de referencia de la diversión en Madrid; mucho antes de que se crearan los macro-complejos de consumo a los que también se les llama “centros de ocio” con un exceso de eufemismo.
El Centro del que estamos hablando ha sido siempre un lugar a donde ir a divertirse, pasárselo bien y poder hacer un montón de cosas. Fuè el primer parque acuático de Madrid, cuando nadie sabía lo que era eso, y contó con unas instalaciones deportivas tan avanzadas para la época que han sido pioneras de lo que después se ha hecho en otros parques acuáticos actuales mucho más modernos.
Para los que no han tenido la ocasión de conocerlo decirles que desde 1992 en el Centro empezó a funcionar una sala de conciertos conocida como “el Aqualung” que fué un emblemático espacio de conciertos durante los años 90 y principios de los 2000; un lugar que acogió algo más de 700 conciertos a lo largo de toda su trayectoria, llegando a pasar por su escenario artistas como David Bowie, Oasis, o Status Quo entre otros.
Después de un par de décadas, más o menos desafortunadas y en la que sus propietarios no pusieron mucho empeño en su mantenimiento, el Centro cambió su peculiaridad y pasò a conocerse como “LA ERMITA”, sin más adjetivos para identificarlo porque así es como se le conoce hoy en día en el barrio.
La historia que cuento la llevamos escribiendo varias decenas de vecinos que desde el verano de 2022 estamos en pié de guerra contra el Ayuntamiento de Madrid; porque un barrio, además de ser un sitio para vivir también puede ser una unidad de acción, como lo demostramos desde hace más de dos años los vecinos del Movimiento Vecinal “NO AL PELOTAZO DE LA ERMITA DEL SANTO”. Nos han tocado algo muy personal.
Siendo alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón el Centro comercial lo recompran en 2012 sus actuales propietarios, unos especuladores venezolanos multimillonarios para quienes ganar muchísimo dinero especulando con bienes inmuebles es su forma de vida habitual; ellos decidieron adquirir los terrenos solamente para especular y dejaron que La Ermita agonizara sin importarles el perjuicio y los daños que causaría tanto para el barrio como para los vecinos. Sólo tuvieron que invertir 16 millones de euros en la compra y esperar a que sus amigos del Consistorio les recalificaran los terrenos para poder venderlos después por 80 millones. Y conseguir hacer una promoción de viviendas en una urbanización de lujo para seguir haciendo negocio, engrosando así su inmenso patrimonio. Tanto el Sr. Alberto Finol Galuè, dueño del 80% de la SOCIMI Desarrollos La Ermita S.A. -propietaria de los terrenos- como el Sr. Francisco Sachinni Magaldi, dueño del 20% restante, tienen sus negocios en paraísos fiscales, han aparecido en los “Panamá papers” y no tienen otra vinculación con la ciudad de Madrid más que la puramente especulativa. Las acciones de sus empresas SOCIMI cotizan exclusivamente en el mercado alternativo bursátil (MAB) donde sólo se hacen negocios especulativos de alta rapidez. Estos personajes son los responsables de la penosa situación actual de La Ermita, ya que no han invertido nada en su mantenimiento.
En septiembre de 2022 los vecinos nos enteramos, por la publicación de una noticia en un periódico digital, de que el Ayuntamiento había decidido llevar a cabo y en connivencia con los intereses especulativos de los propietarios una modificación del PGOUM para recalificar los terrenos de La Ermita, y poder edificar después un complejo con más de 600 viviendas en torres de hasta 29 plantas de más de 80 metros de altura. El proyecto llevaba más de un año en manos de un equipo técnico de arquitectos y urbanistas del Ayuntamiento que lo estuvieron elaborando con tal opacidad hacia la ciudadanía que nadie había tenido conocimiento de las actuaciones de estos equipos municipales. Incluso el Área de Desarrollo Urbano había ocultado todas las actuaciones previas para la aprobación de esta modificación, incluidas todas las conversaciones previas entre los responsables del Área de Urbanismo y los propietarios y promotores de la intervención urbanística. Todo un torticero movimiento especulativo consistente en retorcer la legalidad urbanística por parte de la Administración Pública madrileña y reconvertir así el uso actual de unos terrenos privados; pasando de dotacional deportivo a dotacional residencial y favoreciendo exclusivamente los deseos de sus dueños de enriquecerse de manera fácil. Sin tener en cuenta de las necesidades de los vecinos, y en contra del interés general.
La preocupación por las consecuencias de la recalificación fuè el detonante para que los vecinos comprendiéramos que la maniobra que quiere llevar a cabo el Ayuntamiento no es sólo una operación de especulación diseñada para destruir nuestros barrios y anular nuestra identidad y nuestro patrimonio urbanístico en aras de una supuesta “modernización” de la ciudad, sino que es un empeño irracional del actual Consistorio en beneficiar las acciones especulativas de unas corporaciones financieras con intereses muy lejos de nuestro barrio y fuera de nuestra ciudad.
Llevamos más de dos años trasladando a las calles el enfado de los vecinos contra el empeño sordo y ciego del Ayuntamiento de destruir nuestro barrio. Hemos hecho protestas en las calles del barrio, hemos hecho acciones vecinales de todo tipo, manifestándonos en la calle junto a otras Asociaciones vecinales y Sociales. Y lo seguiremos haciendo hasta que obtengamos respuesta porque no nos vamos a rendir, somos David contra Goliat.
Hicimos más de 1.000 alegaciones al Plan urbanístico, recogimos más de 7.000 firmas a pie de calle contra la recalificación, y les hemos explicado a todos los vecinos del barrio en asambleas populares lo que significará para el barrio esta recalificación, y los perjuicios que conllevará la construcción de esta urbanización.
El Ayuntamiento está empeñado en defender, con excesiva estulticia, los intereses especulativos de los propietarios, pero sigue sin atender las demandas de los vecinos. Se ha convertido incluso en el promotor inmobiliario y ha publicitado los pisos a construir, incluso ha elaborado un video que ha colgado en la página personal del Concejal de Urbanismo Borja Carabante en el que se arriesgan a hacer consideraciones urbanísticas falsas de la zona que los vecinos ya hemos desmontado en una Nota de Prensa.
Esta obstinación del Ayuntamiento en modificar a su antojo el barrio, con una actuación urbanística atroz, hará que aumente el proceso de gentrificación que ya existe en todos los barrios del Distrito.
Un proceso que desde hace una década están llevando a cabo de manera lenta y eficaz los fondos buitres, en especial Madlyn Investment S.L., que con la aquiescencia de la Administración Local y sus políticas de vivienda en la ciudad están haciendo del barrio un lugar para especular y hacer del mismo un espacio excluyente para los vecinos. Nuestro barrio siempre ha tenido una población de clase trabajadora pero lo que quieren hacer estas empresas es aumentar el precio de la vivienda sin invertir nada en el progreso del barrio, con lo que los servicios públicos se están resintiendo y están elevando artificialmente el precio de la vivienda. Haciendo que el comercio de barrio esté desapareciendo.
En definitiva, los vecinos perderemos el barrio y los especuladores ganarán muchísimo dinero. Y lo que siempre hemos dicho en todos nuestros comunicados es que estamos en contra de este “pelotazo urbanístico” y que OTRO BARRIO ES POSIBLE