La portada de mañana
Acceder
Sánchez impulsa una regeneración que incluye una reforma del Poder Judicial
La fumata blanca de Sánchez: cinco días de aislamiento, pánico y disculpas al PSOE
Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Lo hiciste otra vez, Mariano

Íbamos a enterrarte otra vez y muchos se quedaron con las palas en la mano. El tiempo y los electores te han dado la razón. Apostó todo a que los suyos eran los mas fieles y acertó porque es quien mejor conoce a sus votantes. Supone un triunfo personal de Mariano Rajoy. Seguro que lo siente como tal, sabe que no se lo debe a nadie y eso le hará aún más inmune a todas las presiones. Si en diciembre se sentó a esperar a que todos entrasen en razón y le dejasen gobernar, ahora se irá de vacaciones y esperará a que todos llamen a su puerta porque “hemos ganado el derecho a gobernar”, como dijo desde el balcón de Genova entre bote y bote. 

La fama de superviviente de Pedro Sánchez parece más que justificada. Empezó la noche ejecutado contra las encuestas y la acabó haciendo terapias de grupo para revivir a un PSOE que sabe que sigue vivo, pero no parece muy seguro de entender gracias a qué.

La incertidumbre generada por el Brexit parece haber jugado a favor del bipartidismo. Si realmente hubo alguna vez tantos indecisos, y no eran simplemente votantes populares y socialistas que se callaban para que no le dieran la lata los pesados de la polarización, seguramente se fueron decantando por la seguridad de lo viejo conocido en las horas de  desconcierto que siguieron al resultado, mientras los valedores del Brexit reconocían sus mentiras y muchos votantes pedían que les devolvieran su papeleta.

Muchos votantes de Ciudadanos habían decidido que su voto había sido inútil. Albert Rivera recogió el premio a su inoperancia para facilitar un gobierno y tuvo que pasar el mal trago de conjugar cambio y Rajoy en su comparecencia.

Podemos y Pablo Iglesias han aprendido que a lo mejor lo del catálogo de Ikea no fue tan buena idea y que en política nadie puede ser perfectamente elástico. No se puede abarcar desde el comunismo a la socialdemocracia, no se puede querer ser comunista y provocador y ahora presidente y socialdemócrata y pretender seguir teniendo razón en ambos casos. El sorpasso se quedó en tropezón pero en política lo importante no es caerse, lo que cuenta es levantarse.