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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El Supremo confirma 12 años de cárcel por abusos al exdirector del coro infantil de la Comunidad de Madrid

El Tribunal Supremo ha confirmado una condena de 12 años de prisión al que fue director del Coro de Niños y Jóvenes de la Comunidad de Madrid, en el que participan decenas de menores de edad y al frente del cual estuvo entre 2015 y 2017. La Justicia ha declarado en este proceso que D.D.G, el condenado, abusó durante meses de la alumna menor de edad, manipuló a la víctima hasta que rompió lazos con su familia y amigos y, en definitiva, consiguió la “despersonalización” de la menor de edad. Los jueces de Madrid explicaron cómo en el proceso la joven relató “una situación descarnada de abuso sexual y manipulación, violencia psicológica y cosificación”.

Las distintas sentencias del caso revelan que el entonces director de este Coro, dependiente de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, empezó a abusar de esta menor de edad en noviembre de 2016, una joven a la que también había seleccionado para formar parte del Coro de Cámara que igualmente dirigía por designación del gobierno regional. Abusos sexuales y vejaciones que, según dijeron los tribunales madrileños, “tuvieron lugar en condiciones que llevaron a una despersonalización” de la víctima. Si ella se quejaba de las prácticas sexuales que el pedófilo ponía en práctica, él contestaba que ella era “rara”. Siempre supo la edad que tenía, entre otras cosas por su presencia en un coro infantil que él mismo dirigía.

El director del Coro, según las sentencias del caso, “manipuló a la víctima y la sometió a una situación abusiva interpersonal temprana de manera continuada (desde los 14 hasta los 17 años), de tal forma que le hizo romper la relación de confianza que tenía con sus progenitores y le aisló de la relación con las amistades y compañeros de estudios de su edad y le dificultó realizar sus actividades cotidianas”. Un control total sobre una menor de edad que se tradujo en depresión y “quiebra de la personalidad” hasta tener pensamientos suicidas, con consecuencias que la víctima sufre a día de hoy.

Los padres presentaron una querella por estos hechos en febrero de 2017, cuando supieron lo que el director del Coro estaba haciendo con su hija, el año en que D.D.G dejó de dirigir el Coro de la Comunidad de Madrid, aunque ninguna referencia se hizo desde el Gobierno regional o desde la Consejería que dirigía entonces Rafael van Grieken. Este pedófilo, además, ha dirigido otros coros en la Comunidad de Madrid en la última década.

En sus distintos recursos, que fracasaron primero ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y ahora también ante el Tribunal Supremo, el antiguo director del Coro de Niños ha combatido la cantidad reconocida como indemnización de 22.000 euros para la víctima, o ha cuestionado que no se apliquen atenuantes de dilaciones indebidas por el tiempo en el que el proceso tardó en ser sentenciado. “En el presente caso la existencia de daño moral es patente y el padecimiento psíquico experimentado a consecuencia de los hechos también”, dijo ya por ejemplo el TSJM en segunda instancia.

El Tribunal Supremo, en una sentencia que ha podido examinar este periódico, ha ratificado su condena de 12 años de prisión por delitos de abusos sexuales y también contra la integridad moral. Un proceso en el que los tribunales, además, han constatado el proceso de doble victimización al que fue sometida la víctima: “Su participación en el juicio determina necesariamente elementos de revictimización, especialmente porque en sus sucesivas declaraciones ha tenido que volver a experimentar los hechos”, dijo por ejemplo la Audiencia de Madrid. También han destacado los jueces que el director del Coro tenía el “deber de cuidarla, ayudarla y orientarla” y no lo hizo.

Las psicólogas de la Unidad de Atención a Adolescentes Víctimas de Violencia de Género explicaron durante el juicio que este era “un caso de violencia psicológica y sexual grave, vivido desde una edad temprana, de manera prolongada y por una persona de su entorno y confianza, con la vulnerabilidad que esto provoca”. Añadieron también que “sufrir violencia con este tipo de características puede originar una grave huella emocional”, tal y como ha sucedido en este caso.