Si hay un neurocientífico cuyo trabajo parece sacado de una película de ciencia ficción ese es Álvaro Pascual-Leone. En su larga carrera como investigador en la Escuela Médica de Harvard, donde trabaja desde 1997, el neurólogo valenciano ha liderado algunos de los estudios pioneros en materia de plasticidad y estimulación cerebral mediante métodos no invasivos. Ahora está implicado en algunas de las aplicaciones clínicas más prometedoras para tratar los daños del alzhéimer o intervenir tumores cerebrales inoperables.
Comprometido con la creación de un nuevo centro de investigación en España, el Spain Neurotech, Pascual-Leone ha visitado Madrid para participar en la jornada Ciencia y Tecnología: dilemas éticos, organizada por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) en colaboración con la Fundación Ramón Areces. En su conferencia, sobre la “salud cerebral en la era de la Neurotecnología y la Inteligencia Artificial”, el investigador ha defendido la necesidad de prestar al cerebro la misma atención que reciben el resto de órganos y seguir en tiempo real su evolución, como hacen los ingenieros con los bólidos de la Fórmula 1. Esto permitiría anticiparse a los problemas que desembocan en las enfermedades neurodegenerativas, la principal causa de discapacidad en el mundo, según cifras de la OMS.
Empecemos por lo más impactante. Cuéntenos, por favor, ¿qué es eso de que te puedan mandar un patrón de actividad cerebral a tu casa para modular tu actividad neuronal de manera remota?
La idea básicamente es que podemos medir y caracterizar el patrón de actividad cerebral que se asocia con ciertos aspectos, como la memoria, una emoción, un pensamiento o una idea. Y, si lo podemos medir, tenemos tecnologías para inducirlo en el cerebro. O sea, podemos leer y escribir sobre el cerebro, y hacer que funcione de una cierta manera. Eso hasta hace poco se podía hacer con un punto de estimulación nada más, y usando redes cerebrales. Ahora podemos usar múltiples puntos de estimulación y crear todo un patrón de actividad cerebral. Y lo más notable es que podemos hacerlo no solamente en un laboratorio, sino que podemos medirlo, caracterizarlo en el laboratorio, programarlo y mandarte a casa con un gorrito que te induce esos cambios, ese patrón de actividad día tras día, en casa, como un tratamiento.
Habla usted de un caso de un jugador de golf, una persona que tenía un declive cognitivo a la que han ayudado a consolidar la memoria episódica con esta estrategia. ¿Cómo es este caso?
Se trata de un enfermo dentro de un estudio que ahora se ha completado, pero hay varias publicaciones con grupos de enfermos. Una de las cosas que pierden las personas con alzhéimer es su memoria episódica, los recuerdos de lo que han hecho recientemente. Hemos visto que podemos modificar la actividad en circuitos cerebrales relacionados con esta memoria mediante estimulación no invasiva. Podemos hacer que estos circuitos trabajen de forma distinta y que las personas obtengan un beneficio [en este caso el paciente podía recordar lo que había hecho en el día, y con quién había jugado al golf, gracias a la terapia]. Pero el cerebro está dañado. No se trata de dejarlo como estaba antes, porque no puedes. Pero puedes hacer un cambio que a lo mejor es útil, usando la plasticidad a tu favor.
¿Cuál sería el escenario terapéutico en un futuro? ¿Una persona podría tener una o dos horas de estimulación en su casa y retrasar el deterioro de la memoria?
Eso es. Los estudios que hay completados se han hecho exactamente como dices, haciendo una media hora de estimulación cada día. No se realiza la estimulación durante la actividad diaria, sino para aumentar la actividad de ese circuito. Y gracias a que ese circuito está modificado, que pueda ser utilizado mejor cuando estás haciendo tareas de memoria. Lo que se ha hecho hasta ahora en estos estudios es sesiones de media hora durante dos o tres meses, y luego eso mantiene el beneficio de cinco o seis meses. Y existe la posibilidad de mantenerlo, de hacer una especie de mantenimiento, de estimulación periódica.
Usted insiste mucho en la importancia de usar la tecnología para medir la salud cerebral en tiempo real. Y pone el ejemplo de la Fórmula 1, ¿puede desarrollarlo?
La idea principal es que necesitamos saber qué pasa en todo momento en el coche (el cerebro) y parar muy brevemente en momentos determinados en boxes (la consulta). Imagínate que fuéramos al médico cuando el sistema detecte que necesitamos que nos miren X o Y y que te modifiquen eso. Eso requiere que estén midiéndonos todo el tiempo y tener acceso a los datos de cómo está funcionando mi cerebro. ¿Por qué sería esto útil? Porque tenemos tecnologías muy fácilmente distribuibles y poco caras que pueden cuantificar con mucha precisión nuestro comportamiento. Por ejemplo, hacemos muchas teleconferencias y mi cámara sabe más de cómo estoy funcionando que mi mujer.
O sea, ¿que no haría falta ponerse un casco en la cabeza, sino que monitorizaríamos nuestro estado con la tecnología que usamos a diario?
Igual que el teléfono que llevo en el bolsillo o el reloj que llevo en la muñeca.
Pero esto tiene unos riesgos para la privacidad impresionantes, ¿no? Recientemente un equipo ha descifrado el “habla” de pacientes paralizados y le han tenido que poner una contraseña a la interfaz. ¿Vamos a tener que cifrar con contraseña nuestro pensamiento?
Yo creo que sí. Creo que vamos a una situación en la que la tecnología va a poder saber qué es lo que está pensando Álvaro o Antonio. Es una cuestión de tener suficientes datos para descodificar suficiente información. Por ejemplo, yo puedo coger y decirte que pienses si vas a mover la mano derecha o la izquierda cuando veas la luz amarilla de un semáforo y cuando se ponga en verde quiero que ejecutes el movimiento. Esto es un experimento que hemos hecho en mi laboratorio. Y puedo saber qué mano vas a mover antes de que tú la muevas.
¿También antes de que se cambie la luz?
Sí, sí, mucho antes de que se cambie la luz. De hecho, lo puedo saber tan pronto que puedo inducir un movimiento en ti. Sé que has decidido mover la derecha, pero hago estimulación y ahora te muevo a la izquierda. Lo hemos hecho. Tu cerebro dice: había decidido mover la derecha, pero cambié de opinión. A nivel consciente no aprecias contradicción.
En un experimento que hemos hecho en mi laboratorio, puedo saber qué mano vas a mover antes de que tú la muevas. O inducir movimiento
¿No se ha sentido en algún momento como el neurocientífico español Rodríguez Delgado, que conseguía detener la embestida de una vaquilla mediante estimulación cerebral? En el sentido de hacer cosas que parecen de ciencia ficción.
Sí, sí, totalmente. Yo creo que lo que genera todo esto es la necesidad de tener el compromiso como neurocientífico y de plantear la regulación adecuada para controlarlo. El planteamiento regulatorio y de ética es particularmente crítico, porque lo que no sabemos es qué impacto tiene en ti esta modulación. El riesgo potencial de estas intervenciones no lo conocemos.
¿Cuál va a ser su papel dentro del Spain Neurotech, el nuevo centro de neurociencias que se construirá en Madrid? ¿Cuándo vamos a empezar a ver cosas?
Bueno, creo que han salido ahora o van a salir las plazas de gerente y de director científico. Va lento, porque las cosas siempre llevan más tiempo de lo que nos gustaría, pero creo que la visión es muy poderosa: la idea es trasladar las neurotecnologías a la clínica y a las empresas, y que llegue a la sociedad en forma de tratamientos, aparte de desarrollar neurotecnologías para entender el cerebro mejor. Aún no sé cuál será mi papel, pero mi interés sigue siendo la aplicación clínica.
El hígado te lo miran cada vez que vas al médico para tu análisis anual, pero el cerebro nadie lo monitoriza
Un trabajo en el que usted estuvo implicado fue el intento de mover de sitio algunas funciones cerebrales en tumores inoperables para poder intervenir. Me consta que han seguido dando pasos hacia una intervención no invasiva, ¿en qué situación está esta estrategia?
Yo creo que es muy, muy interesante. Sabemos que con los tumores cerebrales malignos, la supervivencia de los pacientes depende de poder resecar, poder quitar, lo máximo posible. Y que lo que se puede resecar está limitado porque no puedes quitar tejido cerebral sano que impacte sobre funciones importantes como el habla. Sabemos también que esas funciones que estamos hablando no están en un punto del cerebro, sino que son redes, circuitos, y que podemos estimular toda esa red y promocionar el cambio de distribución. Si lo comparamos con un equipo de fútbol, si el central no está jugando bien, el equipo puede seguir jugando a través de las conexiones con el lateral derecho.
La idea es promocionar cambios en la función, en la estructura cerebral y en la función cerebral para poder resecar ese tumor sin que haya consecuencias. Y eso que suena un poco de ciencia ficción, pero se puede hacer, y de forma no invasiva. Tenemos varios estudios de series de decenas de enfermos, demostrando la potencialidad, aunque hace falta más casuística y más sistemática para ver hasta dónde se puede llegar.
Decenas de pacientes a los que se ha operado un tumor que a priori no se podía operar, ¿verdad?
Eso es, pacientes a los que se ha operado un tumor que a priori no se hubiera podido resecar tanto como se ha podido resecar. Y han conservado la función.
Tenemos decenas de pacientes a los que han operado un tumor que a priori no se hubiera podido resecar, y han conservado la función
Volviendo al ejemplo que ponía al principio, el de la Fórmula 1, la diferencia es que los ingenieros saben perfectamente cómo es el coche, pero a nosotros nos queda mucho para conocer bien el cerebro, ¿no?
Yo creo que sí, que hay muchas cosas que no sabemos, pero con las que sabemos solamente podríamos llegar mucho más lejos. Porque, yo te pregunto: ¿cuál es la última vez que te hicieron un chequeo cerebral?
Nunca.
Nunca. A mí tampoco. Pero me han hecho varias colonoscopias porque forma parte de la prevención que hacemos en cáncer. El hígado te lo miran cada vez que vas al médico de cabecera para tu análisis anual, pero sobre el cerebro quizá te preguntan ¿de memoria qué tal? Y hasta luego. Esto es una locura. Sobre todo porque la OMS dice que las enfermedades cerebrales que ya son la causa número uno de discapacidad. Al envejecer la población, esto irá a más. Eso, entre otras cosas, roba a la sociedad del beneficio de los mayores, pero, en segundo lugar, sobrellevar esas enfermedades supone en este momento un 15% del Producto Interior Bruto mundial, que es una salvajada. Es hora de tener esto en cuenta.