Parece que el caballo siempre ha formado parte de nuestro paisaje. Que es un animal, al margen de las distintas razas más o menos asentadas, que siempre ha estado vinculado a la península ibérica.
Pero esa vinculación viene de lejos. Y con un gran peso simbólico. De hecho, en la Hispania prerromana, durante la Edad del Hierro, poseer un caballo era todo un elemento que servía para marcar una diferencia de clase. De ahí que tal vez desconozcas algunas curiosidades sobre un animal que en aquellos tiempos era considerado… sagrado.
Guía espiritual
Más allá de su uso práctico, se cree que el caballo tenía un significado heroico y funerario, actuando como “psicopompo”, es decir, un vehículo para transportar las almas de los difuntos al otro mundo. De ahí el alto valor social asociado a la posesión de caballos entre la aristocracia.
Fecundadas por el viento
Las fuentes clásicas recogen la curiosa leyenda de las yeguas lusitanas (y en algunos casos, vetonas) que supuestamente eran fecundadas por el viento. Se trata de un mito recogido por autores como Justino, Columela, Plinio, Virgilio, y Silio Itálico, quizás relacionado con un antiguo mito indoeuropeo sobre la fecundación.
Botín de guerra
Eran un bien codiciado… y un tributo para Roma. Los saqueos y ataques entre tribus y contra los romanos tenían como objetivo la captura de bienes valiosos. Y el caballo era uno de los más importantes. Los romanos, al someter a algunas ciudades, exigían la entrega de su caballería como parte del tributo, junto con rehenes y plata.
Símbolo militar
Su figura se convirtió en un emblema militar, de ahí que se hayan encontrado grabados en la muralla del castro de Yecla de Yeltes (Salamanca) y en las rocas cercanas o en los reversos de las monedas acuñadas en cecas como Tamusia.
Distintivo social
Ser dueño de caballos era sinónimo de riqueza y estatus aristocrático, un distintivo de las élites sociales y guerreras. En las necrópolis a veces se incluían figurillas equinas o incluso restos de caballos, como dientes quemados o huesos.