La astronomía ha registrado un fenómeno sin precedentes en el límite mismo de lo que separa a las estrellas de los planetas. Un equipo internacional de científicos, liderado por el investigador español Víctor Almendros-Abad, ha detectado una explosión de acreción en Cha1107-7626, un objeto de masa planetaria libre situado en la región de formación estelar de Chamaleón I. Es la primera vez que se observa un estallido de este tipo en un cuerpo tan pequeño, con apenas entre cinco y diez veces la masa de Júpiter, lo que abre una nueva ventana sobre cómo se forman y evolucionan los planetas y las estrellas más débiles.
Los objetos de masa planetaria libre (FFPMOs, por sus siglas en inglés) son un terreno intermedio que lleva años desafiando a la ciencia. Se trata de cuerpos que no orbitan ninguna estrella, aislados en el espacio, y cuya masa es inferior al límite para iniciar la fusión nuclear que define a las estrellas. El debate científico sobre su origen está abierto: algunos podrían ser planetas expulsados de sus sistemas por interacciones gravitatorias, mientras que otros se habrían formado de manera similar a las estrellas, a partir del colapso de nubes de gas, aunque sin alcanzar nunca el umbral estelar.
El caso de Cha1107-7626
Cha1107-7626, el protagonista de este hallazgo, es uno de estos objetos solitarios. Descubierto hace años en Chamaleón I, tiene una edad estimada de unos pocos millones de años y conserva a su alrededor un disco de gas y polvo, del que se alimenta lentamente. Este detalle ya despertaba el interés de los astrónomos, pero lo que ha sucedido ahora ha superado todas las expectativas: en 2025, los investigadores detectaron un cambio súbito en su comportamiento, pasando de un estado de calma relativa a una fase de acreción muy intensa, con un aumento de seis a ocho veces en la cantidad de material absorbido por el objeto.
El estallido, publicado en The Astrophysical Journal Letters, fue seguido con telescopios de última generación como el VLT (Very Large Telescope) y el JWST (James Webb Space Telescope), que confirmaron un incremento notable de brillo y la aparición de firmas espectrales inequívocas. Entre ellas, destacó el perfil doble en la línea de emisión del hidrógeno alfa (H-alfa), un rasgo característico de la acreción canalizada por campos magnéticos. Este mismo patrón se había observado en estrellas jóvenes y enanas marrones, pero nunca en un objeto con masa planetaria, lo que sitúa a Cha1107-7626 en un territorio hasta ahora inexplorado.
Los cambios energéticos fueron visibles en varios rangos del espectro. El brillo óptico se multiplicó entre tres y seis veces, alcanzando un aumento de hasta dos magnitudes. En el infrarrojo medio, los investigadores registraron un incremento de entre el 10% y el 20%, acompañado por la aparición de nuevas características espectrales como las bandas de absorción de vapor de agua en el disco. Estos detalles confirman que la explosión no solo alteró la luminosidad del objeto, sino también la química del entorno que lo rodea, afectando a la composición del material que podría, en teoría, dar lugar a futuras formaciones planetarias.
Los expertos interpretan este evento como una versión a escala reducida de los estallidos EXor, fenómenos episódicos de acreción que hasta ahora solo se habían documentado en estrellas jóvenes. Que un objeto planetario libre haya mostrado el mismo tipo de comportamiento cambia el marco de referencia: significa que los mecanismos físicos que gobiernan la formación estelar también actúan en cuerpos de masa mucho menor, ampliando la frontera de lo que se entiende por procesos de acreción en el universo.
Un descubrimiento que tiene implicaciones en otros estudios
El hallazgo también tiene implicaciones para el estudio de los límites de la formación estelar. Si un objeto de apenas unas pocas masas jovianas puede desencadenar un estallido de acreción con estas características, entonces los modelos actuales sobre el colapso de nubes y la evolución temprana de discos deberán revisarse para incluir estos casos extremos. Además, el hecho de que el evento siguiera activo en agosto de 2025 sugiere que no se trata de una variación puntual, sino de un fenómeno prolongado que podría repetirse en el futuro, lo que permitirá a los astrónomos seguir recopilando datos en tiempo real.
En palabras de los investigadores, Cha1107-7626 se convierte así en un “nuevo laboratorio natural” para comprender cómo se forman y evolucionan los objetos más pequeños del universo. Desde las estrellas hasta los planetas, pasando por las enanas marrones y estos cuerpos intermedios, el descubrimiento demuestra que los procesos de acreción son más universales de lo que se pensaba. Lo que hasta hace poco parecía terreno exclusivo de las estrellas jóvenes se revela ahora como una dinámica que también alcanza a los objetos en el umbral de la masa planetaria.