Casi de forma mecánica. Así es como los primeros humanos fabricaron herramientas de piedra, porque replicaban el mismo modelo y porque lo repitieron durante casi 300.000 años, mientras lidiaban con incendios forestales recurrentes, sequías y drásticos cambios ambientales, según un estudio publicado en Nature Communications.
De acuerdo con los resultados, los investigadores creen que estas herramientas de piedra revelan pruebas notables de una tradición tecnológica perdurable en la cuenca del Turkana (Kenia). “Este yacimiento revela una extraordinaria historia de continuidad cultural”, explica el autor principal, profesor de antropología en la Universidad George Washington y miembro del Instituto Max Planck, David R. Braun.
Este grupo de investigación multicéntrico pone el foco en la continuidad de la fabricación. “Lo que vemos no es una innovación aislada, sino una larga tradición tecnológica”, sostienen en sus conclusiones.
Una costante en el tiempo
Los científicos estuvieron trabajando en el yacimiento africano de Namorotukunan y ahí descubrieron uno de los intervalos más antiguos y largos de herramientas de piedra olduvayenses tempranas descubiertos hasta la fecha, que data de hace aproximadamente 2,75 a 2,44 millones de años.
Según detallan, se localizaron restos de las primeras navajas multiusos, unas herramientas que les ayudaban a completar distintas tareas. En ellas, se observaron bordes afilados con una “consistencia extraordinaria”, “demostrando una habilidad y un conocimiento avanzados”. Y lo más relevante: esto fue transmitido a través de innumerables generaciones.
Este grupo de arqueólogos, geólogos y paleoantropólogos de instituciones de Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Etiopía, India, Kenia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Sudáfrica pone el acento en su continuidad en el tiempo, porque prosperaron pese al “caos climático”.
En este sentido, recuerdan que esa fabricación de herramientas se mantuvo y sobrevivió pese a las profundas convulsiones ambientales. Eso ocurrió porque esta tecnología adaptable ayudó a descubrir nuevas dietas, incluida la carne, convirtiendo las dificultades en una ventaja para la supervivencia.
“A pesar de los cambios en la vegetación, la fabricación de herramientas se mantuvo constante. Esto es resiliencia”, termina Rahab N. Kinyanjui, vinculado también al Instituto Max Planck.