Un estudio internacional encabezado por la Universidad de Tel Aviv y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia ha revelado el fósil humano más antiguo que combina características de neandertales y Homo sapiens. Se trata de un niño de unos cinco años descubierto hace casi un siglo en la cueva de Skhul, en el Monte Carmelo (Israel), cuyos restos se han datado en unos 140.000 años de antigüedad. La investigación, publicada en la revista científica l’Anthropologie, constituye la primera prueba física de que ambas poblaciones mantuvieron relaciones biológicas y sociales mucho antes de lo que se creía.
Hasta ahora, los estudios genéticos habían confirmado que neandertales y humanos modernos intercambiaron genes, lo que explica que entre el 2% y el 6% del genoma de las personas actuales proceda de aquellos. Sin embargo, esas mezclas se situaban cronológicamente entre 60.000 y 40.000 años atrás, coincidiendo con la expansión de Homo sapiens hacia Eurasia. El fósil de Skhul adelanta en más de 80.000 años la primera evidencia física de ese mestizaje.
La información que aporta el cráneo
El análisis morfológico revela que el cráneo del niño, conocido como “Skhul I”, presenta una forma general propia del Homo sapiens, especialmente en la curvatura de la bóveda craneal. Sin embargo, su mandíbula inferior, el sistema de irrigación sanguínea del interior del cráneo y la estructura del oído interno muestran rasgos típicamente neandertales. La combinación de ambos conjuntos de características confirma, según los investigadores, que se trata del híbrido más antiguo documentado entre estas dos poblaciones.
El hallazgo modifica la cronología de la evolución humana en Oriente Próximo. Durante décadas se pensaba que los neandertales habían surgido en Europa y solo migrado hacia Oriente Medio hace unos 70.000 años. Sin embargo, en 2021 un estudio publicado en Science ya había demostrado que los primeros neandertales habitaban en la actual Israel hace al menos 400.000 años. Ese grupo, denominado Nesher Ramla Homo, convivió con los Homo sapiens que empezaban a salir de África hace unos 200.000 años y, a la luz de esta nueva investigación, llegó a mezclarse con ellos.
La investigación se apoyó en técnicas avanzadas de análisis
La investigación se apoyó en técnicas avanzadas de análisis. El equipo escaneó el fósil con microtomografía computerizada en el Instituto de Antropología Shmunis de la Universidad de Tel Aviv, lo que permitió reconstruir un modelo tridimensional de gran precisión. A partir de este modelo se realizaron análisis complejos de las estructuras anatómicas, incluidas las invisibles como el oído interno, y se compararon con distintas poblaciones de homínidos. Además, se elaboró una reconstrucción en tres dimensiones del interior del cráneo para estudiar el sistema vascular que rodeaba el cerebro.
Para los autores, el fósil constituye la evidencia física más antigua de cruce entre neandertales y Homo sapiens. Como referencia histórica, recuerdan que en 1998 se descubrió en Portugal el esqueleto de un niño conocido como “el pequeño del valle de Lapedo”, que también mostraba rasgos de ambos grupos, pero cuya antigüedad se sitúa en unos 28.000 años. La comparación subraya la excepcionalidad del hallazgo de Skhul, adelantado en más de 100.000 años.
Forzados a reconsiderar la interpretación de otros fósiles de la región
El descubrimiento también obliga a reconsiderar la interpretación de otros fósiles de la región. Durante décadas, los restos de las cuevas de Skhul y Qafzeh, cerca de Nazaret, se habían atribuido en su totalidad a Homo sapiens primitivos. Sin embargo, los nuevos análisis apuntan a que al menos parte de esos individuos serían fruto de una infiltración genética continua de la población neandertal local en los grupos de Homo sapiens que llegaban desde África.
En términos más amplios, el estudio refuerza la idea de que el Levante mediterráneo fue un corredor decisivo en la evolución humana. En esta zona confluyeron distintas poblaciones durante decenas de miles de años, estableciendo vínculos biológicos y sociales que acabaron por sentar las bases de la diversidad genética que aún persiste. La desaparición de los neandertales locales no fue abrupta, sino que, como sucedió posteriormente en Europa, terminaron absorbidos por las poblaciones de Homo sapiens.