Un hombre se paró solo frente a una columna de tanques en medio de la Avenida de la Paz Eterna. Llevaba bolsas en las manos y no dio un paso atrás. No dijo nada, tampoco hizo ningún gesto. Permaneció inmóvil mientras los tanques detenían su avance uno a uno. Ese instante quedó registrado para siempre, pero en China casi nadie ha oído hablar de él. Las protestas de Tiananmén, que marcaron a toda una generación, han sido prácticamente borradas del relato oficial.
En la madrugada del 4 de junio de 1989, las calles de Pekín se llenaron de disparos, humo y gritos. El Ejército Popular de Liberación irrumpió con tanques y fusiles en la plaza donde, desde semanas antes, miles de personas exigían reformas democráticas y mayor libertad. La orden era clara y directa: disolver cualquier atisbo de disidencia.
La represión militar fue ordenada para silenciar cualquier revolución popular
Aquel despliegue militar no fue una excepción aislada, sino el resultado de una decisión tomada tras decretarse la ley marcial a finales de mayo. Nadie conoce aún la cifra exacta de muertos, aunque las estimaciones oscilan entre varios cientos y varios miles.
Las manifestaciones, impulsadas por estudiantes y secundadas por profesores, trabajadores y ciudadanos de a pie, habían comenzado a mediados de abril tras la muerte de Hu Yaobang, exsecretario general del Partido Comunista, cuyo fallecimiento encendió un profundo malestar acumulado por años. Las consignas en las pancartas pedían libertad de prensa, lucha contra la corrupción y apertura política. Las marchas fueron creciendo cada día, hasta congregar a más de un millón de personas en el corazón de la capital china.
Treinta y seis años después, Pekín sigue evitando cualquier mención a los hechos y trata de evitar que se rinda homenaje a aquella efeméride, aunque muchos ciudadanos chinos plantan cara a las autoridades. Incluso en Hong Kong, que era uno de los pocos lugares donde sí se podía hacer con relativa tranquilidad.
En el lenguaje oficial, el episodio se denomina el incidente del 4 de junio, y en los buscadores y redes del país no hay rastro de imágenes ni referencias. La imagen del Hombre del Tanque, difundida internacionalmente por medios como Reuters, está considerada por la censura china como una “imagen subversiva”, según se indica en un manual de 2022 filtrado por trabajadores de Douyin al medio australiano ABC.
Los documentos a los que ha tenido acceso ABC detallan con minuciosidad cómo las plataformas digitales del país operan para impedir cualquier difusión de contenido relacionado con aquella represión. En total, más de 230 páginas elaboradas por redes sociales chinas fueron compartidas por trabajadores del sector.
Estas instrucciones se dirigían a las llamadas redes multicanal, empresas que gestionan perfiles de creadores en plataformas como Douyin o Bilibili. En ellas se establecen patrones visuales prohibidos, frases vetadas y reglas para identificar imágenes, textos o vídeos que puedan evocar el recuerdo de Tiananmén.
Las redes sociales chinas siguen un protocolo minucioso para censurar
El contenido sospechoso entra en lo que las plataformas llaman piscina de tráfico, un sistema interno de vigilancia que activa hasta cuatro niveles de revisión. Las primeras detecciones se hacen mediante algoritmos entrenados con material gráfico del 89, como secuencias del ejército disparando contra civiles o imágenes de velas encendidas, que también se consideran conmemorativas.
Si la IA detecta coincidencias, el contenido pasa al equipo humano, donde los censores deben actuar de inmediato. Según explican fuentes que trabajaron para ByteDance y pidieron anonimato, los supervisores evalúan en tiempo real cada publicación, y si hay dudas, se consulta en grupo.
Todos los censores trabajan bajo supervisión directa de la Administración del Ciberespacio de China. No solo se les exige pasar exámenes frecuentes, sino que además su rendimiento es vigilado por software que registra cada acción, desde clics hasta tiempos de respuesta. La carga de trabajo es intensa. Uno de los extrabajadores entrevistados por ABC explicó que revisar tantas publicaciones cada hora, muchas de ellas con contenido violento o sensible, afecta al estado emocional de los empleados.
En paralelo, el chatbot chino DeepSeek se niega sistemáticamente a responder cuando se le pregunta por los hechos de 1989. Ante la consulta de ABC sobre las protestas de Tiananmén, la respuesta fue: “Ese tema está fuera de mi ámbito. Hablemos de otra cosa”. Desde eldiario.es se ha querido comprobar y es cierto. DeepSeek asegura no poder dar información sobre “ eventos históricos sensibles”, pero responde sin problemas cuando se le pregunta por el Holocausto.
Cada año, la semana del 4 de junio coincide con una etapa de supuestos mantenimientos técnicos en muchas plataformas, lo que en la práctica implica un refuerzo extremo del control. Según otro documento, elaborado para moderadores de Weibo, la masacre se clasifica como un “incidente sensible” que “nunca debe mostrarse”.
Aunque los sistemas se perfeccionan y las estrategias de ocultamiento se multiplican, varios antiguos censores creen que la creatividad popular siempre logra abrir grietas. Uno de ellos, que trabajó en ByteDance, afirmó en referencia a las limitaciones de la tecnología que “la inteligencia humana todavía puede vencer muchas veces a la censura automática”.