Son muchos los ingleses que, cada verano y en busca de sol y buenos precios, marcan en el mapa las Islas Canarias como destino de vacaciones, donde pasan unos días lejos del mal tiempo de sus tierras.
Sin embargo, la razón que motivó a viajar hasta Tenerife a una insigne inglesa fue bien distinto. Porque la escritora Agatha Christie llegó hasta la preciosa isla buscando calma y refugio tras el fallecimiento de su madre y el engaño de su marido. Era febrero de 1927 cuando la escritora, después de un tiempo recibiendo tratamiento psiquiátrico, viajó a Canarias con su hija Rosalind y su secretaria Carlo.
En su propia autobiografía, Christie reconocía que “anhelaba un matrimonio feliz. Como todas mis amigas, ansiábamos amar, ser protegidas, queridas y admiradas. Me educaron, como a todas las mujeres de mi tiempo, para tener horror al divorcio”.
La escritora llegó a Puerto de la Cruz y se hospedó en el antiguo Hotel Taoro, alojamiento de gran parte de la alta sociedad europea del siglo XX que viajaba a Tenerife. Y, a partir de esa relajada estancia, comenzó a escribir. El resultado fue el relato El hombre del mar’, de su libro El enigmático señor Quin, publicado en 1930. En dicho escrito, Christie hace numerosas referencias al Paseo de los Cipreses, calle que recibió el nombre de la misma escritora años después.
Un busto y un festival
“Dejó atrás los caminos bordeados de palmeras y las dispersas casitas blancas del pueblo. Pasó de largo la playa de negra lava entre cuyas rugientes olas perdiera años atrás la vida un conocido nadador inglés, las aguas tranquilas entre rocas donde niños y ancianas retozaban haciéndose la ilusión de que se bañaban, y subió al fin por la empinada senda que conducía a la cima del acantilado. Al borde mismo había una casa designada con el apropiado nombre de La Paz”, escribió, inspirada en la isla.
De hecho y cada dos años, desde 2007, se celebra en el Puerto de la Cruz el “Festival Internacional Agatha Christie”, en el que se conmemora la visita de la escritora al municipio. Un evento al que acuden escritores británicos y españoles, expertos o estudiosos en la escritora o especializados en novela negra o de intriga.
Y otro de los recuerdos visibles de aquella estancia de Christie en Tenerife es el busto conmemorativo que se levantó en el Mirador de La Paz, también en Puerto de la Cruz, una escultura que rememora los días en que la que es considerada una de las mejores escritoras de novela de intriga descubrió el remanso de paz de una de nuestras mejores islas.