Rusia ha convertido la procreación en un asunto de Estado. Lo que antes era una decisión privada o, como mucho, familiar, ahora forma parte de una estrategia nacional. Desde hace meses, el Kremlin ha reforzado su ofensiva natalista con medidas que ensalzan la maternidad como ideal social.
Entre los objetivos, uno destaca por encima del resto: hacer que tener muchos hijos vuelva a ser habitual. En este nuevo marco ideológico, el Ministerio de Cultura ha dado un paso más: vetar el contenido audiovisual que sugiera lo contrario.
La maternidad como ideal nacional en el nuevo discurso del Kremlin
El primer paso fue cerrar el grifo del aborto. Después llegaron las ayudas a madres jóvenes, los beneficios fiscales por cada hijo adicional y la creación de programas de promoción activa de la natalidad. Pero lo más reciente ha sido un movimiento en el ámbito cultural que apunta directamente a las plataformas audiovisuales: a partir del 1 de septiembre de 2025, las películas y series que transmitan o promuevan la idea de una vida sin hijos dejarán de recibir certificados de distribución en Rusia.
La decisión parte del Ministerio de Cultura, que ha modificado una orden ya vigente para incluir entre sus restricciones cualquier obra que, según sus nuevos criterios, fomente “una actitud positiva hacia la falta de hijos”, “presente el embarazo o la maternidad de forma negativa” o “sugiera la equivalencia social entre tener hijos y no tenerlos”.
Los detalles de la medida fueron publicados en mayo por Parlamentskaya Gazeta, el medio oficial de la Asamblea Federal, que asegura que el objetivo es alinear los contenidos culturales con los valores que defiende la legislación actual.
Esa legislación incluye también sanciones. En diciembre de 2024, tras una iniciativa respaldada por figuras destacadas de la Duma, como Vyacheslav Volodin y Valentina Matviyenko, se aprobó una ley que prohíbe difundir la llamada ideología childfree. En paralelo se introdujeron multas que, según el Código de Infracciones Administrativas, pueden alcanzar los 5 millones de rublos —más de 55.000 euros— para empresas que alojen o promuevan ese tipo de contenido. Para particulares, las sanciones llegan hasta los 400.000 rublos si el mensaje se dirige a menores.
Una lista negra que incluye brujas, guerreras y ejecutivas
El marco legal ya estaba listo. Faltaba establecer cómo se aplicaría a los productos culturales. Para eso intervino Roskomnadzor, la agencia estatal encargada de supervisar los medios y las telecomunicaciones. Tras varios meses de trabajo, el organismo aprobó una orden propia que define los criterios para clasificar el contenido prohibido. Ese documento se registró oficialmente en abril de 2025 y se aplicará de forma coordinada con la normativa del Ministerio de Cultura.
Según ha explicado Alexander Yushchenko, vicepresidente del Comité de Política de Información de la Duma, el procedimiento consistirá en una evaluación individual de cada obra: “En cada caso específico la decisión la toman individualmente los especialistas”. Las producciones que no cumplan con los requisitos serán bloqueadas en las plataformas digitales, sin importar su antigüedad o nacionalidad.
La medida afectará a títulos concretos. Parlamentskaya Gazeta cita algunos que podrían quedar fuera del mercado ruso. Entre ellos menciona House of Cards, por mostrar a una protagonista que antepone su carrera a la maternidad. También Sexo en Nueva York, en cuyo reparto aparece el personaje de Samantha, que muestra una clara preferencia por una vida sin descendencia. Incluso Juego de Tronos entra en la lista por Brienne de Tarth, que renuncia a formar una familia para convertirse en caballero.
Algunos casos son más sutiles. El periódico menciona la saga de Harry Potter por la profesora McGonagall, de quien señala que “no tuvo hijos”, aunque reconoce que “no está claro si fue una elección consciente o si algo no funcionó”. Aun así, se plantea su exclusión.
Más que una política de natalidad, un proyecto de ingeniería social
Tatiana Butskaya, vicepresidenta del Comité de Asuntos Familiares de la Duma, ha defendido la medida insistiendo en que también se promoverán contenidos positivos. En una conversación con la misma publicación, mencionó una serie titulada Mnogodetstvo —centrada en familias numerosas— y expresó su deseo de que ese tipo de producciones tengan más visibilidad.
Butskaya también hizo referencia al decreto presidencial número 809, que define los valores morales y espirituales tradicionales que deben orientar la creación cultural en Rusia. Según dijo, “la demanda de contenido bueno y correcto crece constantemente” y auguró que “lo que no necesitamos desaparecerá gradualmente”.
Con estas decisiones, el Kremlin persigue un objetivo claro: moldear el imaginario colectivo en favor de la natalidad y consolidar una narrativa oficial en la que tener hijos deje de ser una opción y vuelva a convertirse en una expectativa social.