¿Y si la solución al exceso de plástico estuviera en una simple oruga? Investigadores de Cantabria y Cambridge demostraron que estos gusanos pueden deshacer bolsas de plástico a una velocidad sorprendente

Las bolsas de plástico representan uno de los residuos más persistentes del planeta y su eliminación continúa siendo un problema global. Cada año, toneladas de este material terminan en vertederos o mares, donde pueden tardar más de un siglo en degradarse. Los científicos exploran métodos biológicos capaces de acelerar ese proceso y, entre ellos, una investigación publicada en la revista Current Biology destaca por la sencillez de su punto de partida. El hallazgo parte de una observación cotidiana y abre una vía que podría transformar la gestión de los desechos plásticos en todo el mundo.

El descubrimiento se produjo en 2017, cuando la investigadora Federica Bertocchini, del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, detectó que unos gusanos conocidos como larvas de la polilla de la cera perforaban con facilidad una bolsa de plástico. Según informó Wired UK, el estudio se desarrolló junto a la Universidad de Cambridge con el objetivo de analizar si estos insectos podían descomponer el polietileno, el tipo de plástico más difícil de degradar.

Un grupo de larvas demostró una eficacia sorprendente al reducir una bolsa en pocas horas

El equipo científico colocó un centenar de orugas sobre una bolsa de supermercado y comprobó que en solo 12 horas habían reducido su masa en 92 miligramos. La comparación con bacterias conocidas por su acción sobre plásticos resultó sorprendente, ya que esos microorganismos apenas habían conseguido degradar 0,13 miligramos en un día completo. La rapidez del proceso llevó a los investigadores a sospechar la existencia de una enzima específica responsable de romper los enlaces químicos del material.

El interés por las orugas procede de su hábito natural de alimentarse de la cera de las colmenas. Según explicó Bertocchini, la estructura química de la cera se asemeja a la del polietileno, lo que sugiere que las larvas desarrollaron mecanismos biológicos similares para digerir ambas sustancias. Los científicos comprobaron que el efecto no dependía solo de la acción mecánica del gusano. Al aplicar una sustancia extraída de los propios ejemplares sobre fragmentos de plástico, observaron resultados equivalentes a los obtenidos con los animales vivos.

El investigador Paolo Bombelli, de la Universidad de Cambridge, afirmó que “si una sola enzima es la responsable de este proceso químico, su reproducción a gran escala mediante métodos biotecnológicos debería ser viable”. El equipo considera que la identificación de esa molécula permitiría desarrollar herramientas industriales para tratar los residuos acumulados en vertederos y entornos naturales.

Los investigadores esperan que las enzimas de los gusanos sirvan para frenar la acumulación de plástico

La investigación surgió de manera fortuita, cuando Bertocchini, que también es apicultora aficionada, retiraba parásitos de los panales de sus colmenas y los guardó en una bolsa de plástico. Al regresar más tarde, descubrió que los gusanos habían escapado y que la bolsa presentaba múltiples perforaciones. Esa observación inicial derivó en el estudio conjunto con Cambridge, que confirmó el potencial biológico de la especie para degradar el polietileno.

La publicación de los resultados generó interés por su posible aplicación práctica. Bombelli señaló a The Telegraph que “es extremadamente emocionante porque descomponer el plástico ha resultado un desafío enorme”. Por su parte, Bertocchini añadió que “el objetivo es transformar este hallazgo en un método eficaz para eliminar los desechos plásticos, contribuyendo a la protección de mares, ríos y ecosistemas”.

Las bolsas de baja densidad fabricadas con polietileno pueden tardar un siglo en desaparecer por completo, mientras que las más resistentes requieren aún más tiempo. La tasa de uso de bolsas ha descendido tras la implantación de un pequeño recargo, aunque los residuos existentes siguen siendo una preocupación.

Los investigadores confían en que, en algún momento, las enzimas de los gusanos de la cera se conviertan en una herramienta complementaria para reducir ese impacto y acelerar la eliminación de los plásticos acumulados.