“La salud de las naciones dependerá de la salud de las nociones”, es la sentencia que resume el pensamiento del investigador Pedro Miguel Echenique, premio Príncipe de Asturias (1998), sobre la necesaria apuesta por la ciencia para afrontar los cambios que la COVID-19 impondrá a la humanidad en un futuro próximo.
Echenique, catedrático de Física de Materia Condensada por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y presidente del Donostia International Physics Center (DIPC) analiza, en una entrevista con EFE, los retos planteados por la pandemia en las sociedades desarrolladas y la forma de afrontarlos con un enfoque científico, que, como recuerda, trabaja siempre “a largo plazo” y necesita de “continuidad” en las políticas que la promueven.
En su opinión, la situación vivida en España a raíz de la crisis del coronavirus “debería enseñarnos a prever” y conducirnos a “un pacto de Estado” por la ciencia, que nos permita seguir el ejemplo de Alemania, un país “que aumenta su inversión en educación, ciencia y tecnología un 5 % cada año”.
“No sé que pasará, porque este tipo de inversiones en España siempre se han resentido en época de crisis, pero sería un error grave” no hacerlo, defiende el experto, quien compara el avance científico con una trainera cuya tripulación “rema adelante mirando atrás”, basándose siempre en el conocimiento pasado.
“Eso no es algo que se pueda improvisar de un momento a otro y que se pueda arreglar con una inversión grande, ahora que ha llegado la pandemia”, recalca un Echenique que no oculta la importancia de “mantener las estructuras y el apoyo a la ciencia, a la tecnología y a la educación con una visión de Estado”.
“No se trata de alternar atracones magníficos (de inversión) con períodos de ayuno”, sostiene con vehemencia este experto, para el que esta estrategia de financiación resulta “mucho más perjudicial para la ciencia” que “una sobria y sana alimentación continua”. “No sé lo que va a ser el futuro, pero sí que deberíamos corregir la visión pasada”, subraya.
Respecto a la implicación de los científicos en la gobernanza, cree que es un asunto que se puede “articular de muchas formas”, aunque una, “casi obligatoria”, es la de contar con asesores de alto nivel, sin descartar tampoco “la incorporación de científicos a los gobiernos”, sobre todo en sus respectivos ámbitos de conocimiento.
“Es algo que puede hacerse -añade- porque los científicos están acostumbrados a extraer lo esencial de un problema complejo, que es algo que no viene mal en política”.
Advierte, no obstante, de que “las decisiones políticas no deben ir nunca contra la evidencia científica”, como ocurrió años atrás, cuando en los Estados Unidos “la Administración Bush prohibió que se hablase de cambio climático y calentamiento global en documentos oficiales”. “Eso es una aberración”, se lamenta.
NUEVO ORDEN MUNDIAL
“Es obvio que las crisis, más que crear nuevos problemas, ponen en evidencia los que ya había”, reflexiona de forma paralela Echenique, quien alerta también del surgimiento de una dinámica tendente hacia “un nuevo orden mundial” en el planeta.
“No soy amigo de predicciones, pero obviamente el tema de competencia -entre países- y la ausencia de liderazgo mundial del presidente americano, Donald Trump, que ha optado por el unilateralismo y por refugiarse en su país, está desplazando cada vez más el equilibrio de poder hacia el Pacífico”, explica.
Un contexto en el que, a su juicio, “Europa debería estar ahí”. “¿Cómo? Pues no sé, tal vez con un liderazgo blando, porque de lo contrario será irrelevante en el futuro”, elucubra, aunque no oculta que para ello también sería “importante” que la UE funcionara “adecuadamente”.
En este contexto, considera que, si la canciller alemana Angela Merkel dijese: “La deuda de España e Italia es la deuda de Europa”, se crearía “una nueva Europa”, aunque para ello “nosotros tendríamos que actuar con corresponsabilidad” y “no podríamos ser el listo (de la clase) que quiere coger y luego saltarse las reglas”.
SOLIDARIDAD
Una solidaridad “interterritorial” que el experto es partidario de extender también a otros países como un ejercicio de “pragmatismo”, por ejemplo, con ayudas para combatir el virus y evitar que pueda volver en una segunda oleada, pero también una solidaridad en el “trato” a los mayores que, a su entender, todavía debería cobrar mayor relevancia respecto a los jóvenes.
“Los problemas que ellos van a tener son grandes y muy difíciles. Debemos dejarles los medios adecuados para afrontarlos y eso incluye solidaridad con el futuro: medios en ciencia, tecnología y educación”, concluye Echenique.
Por Carlos López Izquierdo.