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Rafah nunca fue un refugio

Irene Martínez, UNRWA España

La mitad de la población de Gaza se encuentra desplazada en Rafah, son 1,4 millones, casi como la población de Barcelona. La mayoría han perdido sus hogares y lo han perdido todo. Muchos han tenido que desplazarse varias veces hasta llegar allí. Viven hacinados, bajo plásticos, sin agua, ni electricidad, compartiendo aseos y duchas con cientos de personas.  Eso no es un refugio, es un infierno. 

Sobreviven en condiciones que ni siquiera nos podemos imaginar porque les dijeron que allí iban a estar seguros. No ha sido así.  

“Estamos literalmente atrapados”. Esas eran las palabras hace unas horas de Hind Khoudary, una de las valientes periodistas que arriesga su vida cada día para contar lo que pasa en Gaza.  

Esa es la realidad. Más de 2 millones de seres humanos están atrapados. No pueden salir de Gaza. No están seguras en ningún lugar ni en Rafah ni en ningún otro sitio. Llevan siete meses huyendo de un lado para otro en una diminuta franja de 42 km de largo por 7 km de ancho para esconderse de las bombas que caen indiscriminadamente.  

El lunes se confirmaron nuestros peores temores. El ejército israelí ordenó el desalojo forzoso de la parte este de Rafah ante un ataque inminente y el miedo invadió a esos cientos de miles de personas. ¿A dónde ir?  

Al Mawasi, el lugar designado como “zona humanitaria” por Israel no tiene la infraestructura básica y ya hay casi medio millón de personas hacinadas allí. UNRWA está proporcionando asistencia en Al Mawasi, incluyendo atención primaria de salud en una clínica que instalamos allí. Pero Al Mawasi, como cualquier otro lugar de Gaza, NO es seguro. Ningún lugar de Gaza es seguro. Nadie en Gaza está a salvo, incluidos los trabajadores humanitarios. 

UNRWA no participará en el desalojo forzoso de la población palestina en Rafah ni en otros lugares y se compromete a permanecer y prestar ayuda en toda la franja de Gaza. Mantendremos nuestra presencia en Rafah tanto tiempo como sea posible para seguir proporcionando asistencia vital a las personas que lo necesiten dondequiera que estén. 

UNRWA se queda en Rafah. Nos quedamos porque el compromiso de la Agencia de servir a la población civil que los necesita es inquebrantable. Pero eso significa también que nuestros compañeros y compañeras siguen arriesgando sus vidas, sabiendo que en esta guerra no hay nada intocable, ni los hospitales, ni los refugios, ni las instalaciones de la ONU, ni los periodistas, y, por supuesto, tampoco los trabajadores humanitarios.  

Rafah nunca fue un refugio porque no hay refugio en Gaza.

La mitad de la población de Gaza se encuentra desplazada en Rafah, son 1,4 millones, casi como la población de Barcelona. La mayoría han perdido sus hogares y lo han perdido todo. Muchos han tenido que desplazarse varias veces hasta llegar allí. Viven hacinados, bajo plásticos, sin agua, ni electricidad, compartiendo aseos y duchas con cientos de personas.  Eso no es un refugio, es un infierno. 

Sobreviven en condiciones que ni siquiera nos podemos imaginar porque les dijeron que allí iban a estar seguros. No ha sido así.