Alcaraz también es el nombre de este pequeño pueblo manchego que tiene sus propias torres gemelas

En tierras manchegas y situada concretamente en la ladera del Cerro de San Cristóbal, a una hora de Albacete, uno se encuentra con una ciudad cuyo nombre le recordará al actual mundo del tenis. Se trata de Alcaraz, una localidad que, pese a su actual población de poco más de mil habitantes, ostenta el rango de ciudad desde el siglo XV y atesora un pasado glorioso. Aunque durante un tiempo pareció dormir a la sombra de su propia historia, hoy exhibe con orgullo un conjunto monumental que la convierte en un destino de gran interés para los amantes del arte y la historia, ofreciendo una notable oferta turística y de servicios. Su casco histórico, de hecho, ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico. Y sus dos torres aparentemente gemelas tampoco decepciona a quien las observa de lejos y de cerca.

La historia de Alcaraz se remonta a la prehistoria, como evidencian los hallazgos neolíticos en el yacimiento de los Batanes. Conocida como Urcesa en tiempos íberos, fue denominada Al Karrash durante la presencia musulmana, nombre del que deriva el actual, que coincide con el apellido del gran tenista español. Tras ser asolada por Ordoño II en el año 900, la villa fue conquistada por el rey Alfonso VIII en 1213, convirtiéndose en un enclave estratégico fundamental para la reconquista y el control del suroeste peninsular. Su importancia fue tal que en 1265 acogió una reunión entre los reyes Alfonso X el Sabio y Jaime I el Conquistador para repartir las tierras que iban a conquistar.

El período de máximo esplendor para Alcaraz llegó en el siglo XVI, después de que la ciudad fuera la primera de Castilla en apoyar a los Reyes Católicos en sus luchas de poder. Esta época significó un renacimiento tanto en prosperidad como en el ámbito artístico. El crecimiento urbanístico se disparó, y la economía floreció gracias a la fabricación de alfombras y tapices de gran prestigio mundial. De este período data gran parte de su legado arquitectónico, impulsado por la figura de su hijo más ilustre, el arquitecto Andrés de Vandelvira, un genio del Renacimiento que dejó su huella también en lugares como Úbeda y Baeza.

Cuando uno se adentra en Alcaraz no debe irse sin visitar tranquilamente su monumental Plaza Mayor, construida en el siglo XVI en estilo renacentista y con una notable influencia italiana. Concebida por Vandelvira como el centro de la vida activa de la ciudad, esta plaza porticada de planta rectangular está cerrada parcialmente por tres lonjas: la del Corregidor o de Santo Domingo, la de la Regatería, que hoy alberga el Casino Municipal, y la del Ahorí, actual sede del ayuntamiento. Este espacio, de proporciones armónicas, es considerado uno de los más bellos de toda Castilla-La Mancha.

No tan gemelas

Pero, sin desmerecer la belleza de la mencionada plaza, el elemento más reconocible y emblemático de la plaza y de toda la ciudad es el conjunto formado por sus dos famosas torres, la del Tardón y la de la Trinidad. Aunque se las conoce como las “torres gemelas”, en alusión a las desaparecidas torres neoyorquinas, en realidad no lo son, pues fueron construidas en épocas distintas. La de la Trinidad, de planta cuadrada y aspecto sólido, pertenece a la iglesia arciprestal y fue la primera en levantarse. Posteriormente se construyó la Torre del Tardón, de planta hexagonal y estilo renacentista, con el propósito de que no desentonara con la ya existente, logrando así la inconfundible imagen de la ciudad. Se pueden observar desde muy lejos y atraen a un sinfín de turistas, que inmortalizan en sus móviles las dos imponentes torres.

Más allá de las torres, la arquitectura de Alcaraz está repleta de joyas, en forma de edificios históricos, que uno puede ir descubriendo mientras camina por sus sosegadas calles empedradas. La portada del Ahorí o de la Aduana, en un lateral del ayuntamiento, es una destacada obra plateresca de Vandelvira. Recorriendo la Calle Mayor, la principal arteria de la ciudad, se encuentran casonas blasonadas y palacios señoriales como la Casa de los Galiano, del siglo XVI y posible lugar de nacimiento del arquitecto, y la Casa de los Guerreros, con figuras mitológicas en su fachada. En esta misma calle se levanta también la Iglesia de San Miguel Arcángel, de origen medieval.

El patrimonio religioso se completa con la iglesia de la Santísima Trinidad, un templo gótico del siglo XV que es el único que pervive de los doce que llegó a tener la ciudad. Su interior presenta distintas fases del gótico y capillas renacentistas, mientras que su exterior destaca por una portada de estilo gótico avanzado. Además, en Alcaraz se pueden visitar otros edificios como los conventos de San Francisco y de Santa María Magdalena, este último con una valiosa colección de imágenes en su interior.

Fuera del casco urbano, pero a escasa distancia, se hallan los vestigios de su pasado defensivo. Los restos del castillo musulmán, que en su día contó con cinco murallas y siete puertas principales, dan una idea de la impresionante fortaleza que fue. También son de interés los restos de un antiguo acueducto gótico del siglo XVI que abastecía de agua a la ciudad. Un agradecido viajero también puede deleitarse con la microrreserva de La Molata y los Batanes, un paraje de gran belleza paisajística formado por la confluencia de varios ríos, con barrancos, paredes calizas y saltos de agua, una zona que alberga especies de flora y fauna únicas. Además, en las afueras se alza el Santuario de la Virgen de Cortes, uno de los centros de peregrinación más importantes de España, cuya historia se remonta al siglo XIII.