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Largo de miras

Víctor Gañán Álvarez (antropólogo y economista)

“La Economía es una Ciencia Positiva”. Esta es una de las frases más repetidas en el manual de Teoría Económica que me tuve que tragar en mi primer año de carrera. Pero ¿qué hay detrás de dicha sentencia? Aunque a primera vista parezca inocua, como bien decía el profesor Isidoro Moreno, “las palabras nunca son inocentes”. El propio manual de marras establecía una separación entre las Ciencias Normativas y las Ciencias Positivas. Las primeras responderían a “lo que debe ser” mientras que las segundas responderían a “lo que es”. Es decir, mientras que las Ciencias Normativas estarían construidas en base a juicios de valor e ideologías preconcebidas, las Ciencias Positivas se edificarían a través de la observación de los hechos reales, objetivos, observables mediante un procedimiento empírico, basado en el método científico. Pues bien, se supone, y así se enseña en las facultades de todo el mundo, que la Economía pertenece a esta segunda categoría.

Y se quedan tan tranquilos cuando, tras interiorizar dicho pensamiento, comienzan a construir modelos económicos bajo todo tipo de hipótesis en forma de “suponiendos”: “suponiendo una racionalidad del consumidor”, o “suponiendo que la información es perfecta …” o “suponiendo que existe competencia perfecta…”, “suponiendo que…” y así hasta que el modelo del que se extraen las conclusiones y por tanto las leyes susceptibles de ser aplicadas en la realidad en forma de política económica, nada tiene que ver con la misma. Es pura ficción. Todo mentira, o verdades a medias, como se quiera. Todo un mito al que se aferran de forma irracional quienes definen las políticas económicas basadas en una “objetividad” bastante poco objetiva. Por una parte la Ciencia Económica no es sino una construcción social, y por tanto es absolutamente normativa, llena de prejuicios, de ideas preconcebidas, cargada de juicios morales y de ideologías. Se trata de una construcción social emanada de un contexto social con unos sistemas de valores concretos y de unas cosmovisiones que responden a una estructura de poder concreta. Por otra parte, resulta imposible establecer leyes universales válidas en todas partes y para todo el mundo, como ilustra de forma magistral J.L Sampedro en su texto de El Reloj, el Gato y Madagascar, donde reflexiona acerca de la imposibilidad de que el modelo de funcionamiento de un reloj, sea aplicable al funcionamiento de un gato, como ente biológico, o al de Madagascar, como entidad social.

Pero claro, este sistema económico construido sobre mentiras, o medias verdades, es el que rige la vida política. Digo bien, el sistema económico construido en base a prejuicios e ideologías es, a su vez la ideología y los prejuicios que amparan las decisiones políticas. El pretendidamente aséptico concepto de “mercado” es la lógica sacralizada que prevalece en nuestra sociedad cual verdad suprema que emana de un orden supraterrenal. Los adalides de dicha verdad se obsesionan en moldear la realidad en función de sus teorías y modelos ficticios y no al revés. Todo está definido bajo esta lógica y lo que queda fuera de ella, queda marginado, es decir posicionado automáticamente en contra del dogma y por tanto estigmatizado. Cualquier intento de crítica al dogma economicista no produce sino el efecto contrario, la aparente sinrazón de los argumentos esgrimidos y el reforzamiento del sistema criticado.

Esta Ciencia Económica Positiva se autoproclama como objetivo la búsqueda de bienestar para la población en general, a través de una eficiente distribución de los recursos y de la riqueza de una sociedad. Después de ver cómo no sólo no consigue ese objetivo sino que, por el contrario, cada vez existe una mayor concentración de riqueza en manos de cada vez menos, que aumentan las desigualdades, la pobreza, empeoran las condiciones de vida y que la sociedad se ha fracturado en dos, una élite minoritaria por encima del bien y del mal y el resto de los sobrantes mortales, sólo me queda hacerme una pregunta, ¿estaré pensando por encima de mis posibilidades?

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