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Luchando por respirar

Martin Kharumwa (Save the Children)

Javier Cuenca

La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones. Es fácilmente prevenible con vacunas, una alimentación adecuada y el control de ciertos factores ambientales. Si además se diagnostica de manera precisa y precoz, la neumonía se puede combatir eficazmente con un tratamiento de entre 3 a 5 días de duración, a base de anti¬bióticos que cuestan sólo 0,34 euros.

Sin embargo, la neumonía es actualmente la principal causa de mortalidad infantil en todo el mundo. Dos niños de menos de cinco años mueren cada minuto a consecuencia de esta enfermedad. En 2015, 920.000 niños, la mayoría de menos de dos años, murieron de neumonía. La enfermedad causa más muertes infantiles que la diarrea, el paludismo y el sarampión juntos. 170 millones de niños de 0 a 2 años de edad en los países de ingresos bajos y medios no están inmunizados contra la enfermedad más mortal del mundo.

Todos estos datos están extraídos del informe que Save the Children lanzó la semana pasada y que, a mi juicio, tiene uno de los títulos más impactantes de todos los informes que he visto en mis años como trabajador de esta organización: Luchando por respirar. Y es que, como señala el documento, los niños aquejados por neumonía, luchan, literalmente, cada segundo, por respirar.

Aunque la neumonía está presente en todo el mundo, casi todas las muertes se dan en los países en desarrollo, especialmente en Asia meridional y África subsahariana. Las muertes se concentran en gran medida en un pequeño número de países. Solo cinco de ellos (India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo y Etiopía) albergan a casi la mitad de los niños y niñas que pierden la vida a causa de la neumonía.

De nuevo, el angustioso vínculo entre pobreza y desigualdad, enfermedad y muerte. La máxima expresión de desesperanza sobreviene cuándo vemos morir a un niño por causas prevenibles, por la inacción de gobiernos, o por la falta de acuerdos de grandes farmacéuticas multinacionales. Incluso ocurre por haber dedicado más esfuerzos a otros objetivos sanitarios igual de necesarios y pertinentes y haber olvidado los efectos de la neumonía sobre la población infantil más vulnerable.

Los países dónde más niños mueren de neumonía son aquellos dónde la pobreza y la desigualdad campan a sus anchas, y dónde salvar las vidas de los más pequeños no es una prioridad política, o al menos, los esfuerzos que se hacen por parte de los gobiernos demuestran no ser, en ningún caso, suficientes.

Unas políticas nacionales contundentes respaldadas por la cooperación internacional y la colaboración entre agencias podrían salvar 5,3 millones de vidas de niños desde hoy hasta el año 2030. Sin embargo, la batalla contra la neumonía sigue siendo una causa sin los defensores necesarios para salvar vidas. Busquemos pues a esos defensores. Necesitamos compromisos férreos por parte de personas, gobiernos, farmacéuticas y comunidades.

Este informe exige, en primer lugar y como punto de partida de un compromiso global –retador, pero conseguible-, una cumbre mundial sobre la neumonía con el único propósito de salvar más de 5 millones de vidas para 2030. Con el apoyo de gobiernos de países afectados, organismos de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el sector privado, los países donantes y la sociedad civil, esta cum¬bre podría concretar las coaliciones necesa¬rias para salvar vidas y cumplir con el compromiso contraído con los niños y niñas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Pero hay muchas más cosas que se pueden hacer, comenzando por priorizar en las políticas de cooperación de los países industrializados para salvar vidas, pasando por poner el foco en la supervivencia infantil, hasta desestimar los recortes y la baja inversión en Ayuda Oficial al Desarrollo. Se trata de apostar por ayudar a respirar a millones de niños.

También se pueden salvar vidas proporcionando vacunas más baratas para prevenir la neumonía e invirtiendo en inmunización. Deberíamos ser capaces de vacunar a más de 166 millones de niños menores de dos años para prevenir esta enfermedad.

Sería importante que los gobiernos adoptasen planes de acción que brindaran acceso universal a centros de salud con trabajadores sanitarios capacitados en diagnosticar la neumonía de manera temprana y precisa, y que asegurasen la disponibilidad de antibióticos para todo el mundo.

¿Suficiente? No, aún hay muchas más medidas que se podrían tomar. Por ejemplo, que se establezcan alianzas público-privadas para ampliar las provisiones de oxígeno necesarias para ayudar a los niños que luchan por respirar. Que se tomen medidas para ayudar a los 400 millones de personas en todo el mundo que no tienen acceso a servicios sanitarios.

Sólo así podremos evitar que los niños menores de cinco años sigan luchando día tras día por respirar.

Javier Cuenca, responsable de Save the Children Andalucía

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