Miedo, tristeza y preocupación tras cuatro días de intenso fuego

Pocas veces han bastado sólo tres palabras para describir la sensación de tantísimas personas, de todos los canarios que miran estos días a las cumbres de las Islas esperando que ocurra cualquier milagro que ponga fin a la pesadilla iniciada el pasado viernes en Gran Canaria y que se repite en Tenerife desde que este lunes se detectase un conato en Los Realejos.

El propio autor confeso del incendio de Gran Canaria, un agente forestal que dio el aviso al Cecopin, dice que nunca pensó que el fuego alcanzase las dimensiones que ha tomado. A las 14.00 horas del viernes 27 de julio se recibía la alerta en el Cecoes, en la que se informaba de que ardía una zona de Pajonales por causas aún desconocidas. Dos horas después comenzaba el fuego en Vallehermoso, La Gomera, y a las 18.00 horas, las llamas en Tejeda eran indomables.

A veinticuatro horas de localizarse el primer foco del incendio en las cumbres de Gran Canaria, la Presa del Mulato, Montaña Lina, Cruz de San Antonio y Presa de las Niñas presentaban un aspecto incontrolable debido a las altas temperaturas y las intensas rachas de viento. El sábado a mediodía ya eran 800 las hectáreas de pinar las que habían sido devastadas. Sobre las 18.00 horas, se superaban las 2.200.

El domingo por la mañana, siete helicópteros y un hidroavión sobrevolaban constantemente la zona, que ya afectaba a unas 2.600 hectáreas. Mientras, en Chipude (La Gomera) quedaba controlado el incendio declarado el viernes. Balance final: 160 hectáreas de hayas, brezos, pinos y frutales prácticamente calcinadas.

En la tarde del 29 de julio, dos helicópteros se sumaban a las labores de extinción en Gran Canaria, cuyo Cabildo confiaba en que pudiese quedar controlado ese mismo día. Sin embargo, a última hora se admitió que habría que esperar hasta el lunes para el control total, pero los canarios nos despertamos ese día con la noticia de que el fuego se agravaba y pasaba a nivel dos.

Sobre las 10.00 horas del lunes, comenzaron a ser desalojados de sus casas los vecinos de las zonas más próximas al incendio dada la amenaza de un fuego cada vez más virulento. Los ciudadanos de las Islas quizás comenzamos a tener conciencia de la gravedad del asunto cuando esa misma mañana se conoció que ya había más de mil personas evacuadas y 30 viviendas incendiadas en Mogán.

Después de Gran Canaria, Tenerife

Aún con el susto en el cuerpo por lo que estaba pasando en Gran Canaria, poco antes de las 11.00 del lunes se detecta un conato de incendio en Los Realejos, Tenerife. Mientras que los medios desplegados por las distintas administraciones en Gran Canaria no daban abasto, el autor del fuego en Pajonales, Juan Antonio Navarro, de 37 años, pasaba a disposición judicial y, tras prestar declaración, se dictó su ingreso en la Prisión Provincial de Salto del Negro.

Pasado el mediodía, la catástrofe en Gran Canaria continuaba con nueve focos activos, unas condiciones meteorológicas extremas y una situación calificada de “complicada” por el propio Cabildo. En Tenerife, lo que pareció ser un foco fácil de controlar abarcaba por la tarde 14,7 kilómetros y, a última hora, alcanzaba las 1.000 hectáreas, forzándose la evacuación de siete núcleos poblados.

En Gran Canaria, donde se recibió la visita de la ministra de Medio Ambiente para conocer la magnitud del desastre, las llamas seguían acercándose a La Aldea, mientras que en Tenerife la situación iba siendo cada vez más parecida, con gran rapidez, a la vivida en la isla vecina durante el fin de semana. Tras una larga noche donde las llamas arrasaron Palmitos Park y un hotel cercano (Mogán), el martes comenzó con la gran preocupación de la proximidad del fuego a Fataga, en el sur de Gran Canaria, y nada menos que 13.700 hectáreas quemadas en Tenerife, además de 4.200 personas desalojadas de distintos puntos del norte.

También La Gomera amaneció este lunes con un incendio en Alajeró, 40 hectáreas arrasadas y 100 vecinos evacuados de sus casas aunque, por fortuna, pudo ser rápidamente controlado sin que ninguna edificación, salvo una casa de madera, se viese afectada. A esas horas, en Tenerife se cerraron las primeras carreteras y se suspendieron varias líneas de Titsa, lo que, junto a las imágenes de satélite en las que se aprecian los incendios de las dos islas capitalinas como si fuesen volcanes con enormes fumarolas, da una idea de la magnitud de este desastre natural que, aunque no ha ocasionado aún daños personales, sí ha costado la vida de gran número de animales, la destrucción de decenas de miles de hectáreas de vegetación y la pérdida de viviendas y objetos personales que, para sus propietarios, son irremplazables.

En estos momentos, Gran Canaria tiene, según su Cabildo, estabilizados todos los focos tras más de cien horas de incendio, pero desconfía de los cambios de viento. En Tenerife, no obstante, no se reciben aún noticias optimistas y el propio presidente del Gobierno central visita este miércoles las dos islas.

Municipios como Garachico han hecho este martes por la tarde un llamamiento desesperado para que se les atienda ante lo que sus alcaldes adelantan que será una noche difícil. Santiago del Teide, El Tanque, Buenavista y Los Silos tampoco descansarán y, mientras tanto, todos los canarios miramos hacia las cumbres con la esperanza de que ocurra cualquier milagro que ponga fin a una pesadilla que se define con sólo tres palabras: miedo, tristeza y preocupación.

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