Se agarró Larry Álvarez como un clavo ardiendo a esa “imputación en firme” para llevarse por delante la moción contra la corrupción cabildicia, si es que realmente la habido alguna vez. Pasó por alto el portavoz del PP, y José Miguel Pérez tampoco se dio cuenta, de que hubiera bastado con pedir al grupo de gobierno la aplicación estricta de la doctrina Rajoy, que se parece mucho a la que reclamaba el portavoz socialista: aquellos cargos públicos implicados en casos obvios de corrupción, habrán de ser apartados de sus puestos. Y son casos “obvios” de corrupción, por ejemplo, aquellos que conllevan detención, pruebas contundentes, procesamiento y/o, como es el caso del consejero de Política Territorial del Cabildo, la investigación de oficio de la Fiscalía, con el acompañamiento a las bandas de la Audiencia de Cuentas. Pero da lo mismo, la corrupción es un invento de los socialistas que jamás infectará a las buenas gentes del PP.