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La demora de Feijóo para decidir su futuro dispara el debate sucesorio en el PP gallego

Feijóo, con Rajoy en una inauguración antes de las generales

David Lombao

Santiago de Compostela —

En los últimos días Alberto Núñez Feijóo ha concedido sendas entrevistas a La Voz de Galicia y El Mundo y en ambas ha abordado, esencialmente, dos cuestiones: el futuro político de Mariano Rajoy y el suyo, asuntos salpicados por ataques más o menos rituales a los gobiernos de las mareas, las plataformas que provocaron el encendido de alarmas en el cuartel general de los conservadores gallegos al lograr gobiernos municipales como los de A Coruña, Santiago y Ferrol tras una campaña municipal atestada de referencias al radicalismo y a Venezuela. En los dos diálogos con los periodistas Feijóo evidencia que en pocas semanas aclarará el interrogante que mantiene desde hace meses, si concurrirá a las elecciones gallegas de este año y, por lo tanto, si opta al incierto objetivo de lograr la presidencia por tercera vez. Decida lo que decida, el debate sucesorio previo al congreso autonómico está abierto.

No son pocos los cargos del PP que, dentro y fuera de Galicia, instan a Feijóo por diferentes motivos a quedarse donde está y dejar de lado su reflexión sobre lo “razonable” que le resulta no acumular más de dos mandatos. Una de las primeras voces al respecto fue la de Mariano Rajoy, que el pasado verano, en plena precampaña de las generales, ya advirtió de que “el mejor candidato” para intentar retener la Xunta era el actual presidente. El elogio también podría, llegado el caso, ser empleado como freno para el salto de Feijóo a Madrid que ya fue frustrado por la publicación en 2013 de las fotos navegando con el narcotraficante Marcial Dorado en 1995.

Las reflexiones en público y en privado sobre la conveniencia de que Feijóo no ponga el timón del PP gallego en otras manos en plena travesía frente a las mareas se han sucedido en los siguientes meses. Han llegado también incluso desde el PP de Ourense, en cuyo seno veteranos dirigentes admiten que “Alberto Núñez”, como le siguen llamando, puede no ser de su total agrado, pero su marcha pondría en serio riesgo, todavía más, la continuidad en la Xunta. No habrá, entonces, movimientos desestabilizadores por la parte ourensana, hacia la que, quid pro quo, tampoco se ha intentado operación hostil alguna desde la dirección gallega del partido ni antes ni después del estallido del caso en el que, como reveló en exclusiva eldiario.es, una mujer acusa a José Manuel Baltar de haberle ofrecido alterar el resultado de unas oposiciones en la Diputación para garantizarle un puesto de trabajo a cambio de sexo.

En el mismo sentido, aunque con matices, se han pronunciado diversos dirigentes después de analizar las declaraciones de Feijóo en los últimos días. Es el caso, por ejemplo, de Pedro Puy, portavoz parlamentario y dirigente hacia el que se dirigen numerosas miradas a la hora de hablar de sucesión. “Lo ideal sería que Feijóo repitiera como presidente del partido”, esa es la “concidencia general”, asegura, si bien habría “recambio”, incluso “más de uno”, ante una eventual marcha del titular del Gobierno gallego. “Si Feijóo se va, evidentemente hay recambio”, defendió en el mismo sentido el portavoz del partido en el Senado, José Manuel Barreiro, quien diez años después de competir con Feijóo por la sucesión de Fraga advierte en declaraciones a la Cadena SER de que el PPdeG es “un gran partido” que podría gestionar el relevo, si es el caso.

La batalla de Lugo y la marcha de Rueda

Por Barreiro, precisamente, pasa uno de los procesos que actuará como termómetro de la posible sucesión de Feijóo. El veterano dirigente ha decidido no optar de nuevo a la presidencia del PP de Lugo, que ocupa desde 2002, y a su vacante optan dos candidatas que reproducen, a pequeña escala, el congreso gallego de 2006, además de replicar la pugna interna que se dio en la provincia por la candidatura a la presidencia de la Diputación. Ese cargo fue ocupado fugazmente entre junio y octubre por Elena Candia, alcaldesa de Mondoñedo y próxima a Barreiro, quien ahora medirá de nuevo sus fuerzas con Raquel Arias, delegada territorial de la Xunta y ligada políticamente a Feijóo.

En la confirmación de su candidatura, este lunes, Arias ha advertido de que el suyo es el proyecto de la “renovación”, esa que “pide la sociedad a la clase política”. Si logra imponerse en el congreso del 6 de marzo, advierte, desplegará un proyecto “aglutinador”, pero no “continuísta”. es necesario “tener claro” que “no hemos sabido estar a la altura de lo que la ciudadanía demandaba”, ha dicho entre guiños a la posible celebración de primarias mientras, casi al tiempo, su rival anunciaba su intención de promover congresos comarcales para acercar las decisiones a la militancia.

Una semana después de la derrota o victoria de la candidata lucense más próxima a Feijóo se producirá uno de los movimientos que más claramente muestran el fin de ciclo en el PP gallego. Alfonso Rueda, número dos de Feijóo en el partido y en la Xunta, dejará la secretaría general del PPdeG para asumir la presidencia de Pontevedra, provincia que los populares admiten como “clave” para intentar retener el Gobierno gallego. Con Rueda en esta nueva función será necesario un nuevo jefe del aparato del partido, puesto para el que suenan nombres como el del exalcalde de Ferrol y conselleiro de Política Social, José Manuel Rey -que ya se ha descartado en público- o el del exalcalde de Santiago, Agustín Hernández, entre otros.

Estas serás las condiciones en las que, en abril, llegue el congreso autonómico del PPdeG, el de la sucesión o continuidad de Feijóo. Cuando el esperado anuncio se produzca prácticamente nada dentro y fuera del partido será políticamente igual a cuando en 2006 el actual presidente se puso al frente de la oposición al bipartito, comenzando por tres de los cuatro liderazgos provinciales. Prácticamente nada pero sí una cosa: el líder del PP de Ourense seguirá apellidándose Baltar.

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