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Feijóo vuelve a presentarse a las municipales

Feijóo, con sus cabezas de lista para las ciudades gallegas

David Lombao

A principios de 2011, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero atravesaba su peor momento mientras, en Galicia, Alberto Núñez Feijóo estaba aún en todo lo alto de la onda de su, en general, inesperada victoria de 2009. En este contexto, el PP formuló su campaña electoral en Galicia en unos términos simples: quienes se enfrentaban en las urnas eran “315 Feijóos frente a 315 Zapateros”, tantos como municipios había en el país gallego (actualmente son 314). Cuatro años después, Zapatero ya es historia, algunos de aquellos Feijóos ya han caído en desgracia electoral o judicial y el panorama electoral se presenta para el PP notablemente más convulso. Con todo, los conservadores optan de nuevo por asociar la imagen de sus candidatos a las alcaldías con la del presidente de la Xunta, muy especialmente en las ciudades.

Durante el pasado fin de semana, Feijóo presentó a sus candidatos como “garantía” de “victoria” y “estabilidad” frente a las fuerzas de la izquierda y, muy especialmente, frente a las mareas ciudadanas. Los alcaldables de la derecha “representan un rumbo fijo y seguro, frente a los que proponen ir zigzagueando hasta marearse”, ilustró, en una nueva metáfora sobre estas candidaturas. Más allá de los ataques a las mareas, a Podemos, al “independentismo” del BNG o a las “luchas internas” que “desangran” al PSOE, las alocuciones de Feijóo en los últimos días guardan notables similitudes con las que les dirigía a lsuscabezas de cartel urbanos en un contexto tan diferente como el de hace cuatro años.

Aunque protagonizó varios actos con ellos, el que el PP más resaltó en aquella carrera electoral fue el celebrado en la terraza del compostelano Hostal de los Reyes Católicos, donde los candidatos conservadores emularon la firma del Contrato con Galicia de su jefe de filas. El documento que rubricaron con el bolígrafo Montblanc de Telmo Martín se titulaba Manifiesto por la cooperación e incluía siete compromisos como “superar los localismos para trabajar por una Galicia única”, “hacer más con menos”, poner en marcha “gobiernos austeros” , “ser transparentes” y no estar “atados a las minorías”, en referencia a los gobiernos de coalición de PSdeG y BNG.

De aquellos siete firmantes del manifiesto, solo tres figuran en la foto de familia que Feijóo acaba de protagonizar con sus apuestas para las ciudades en 2015. Únicamente dos de ellos, el coruñés Carlos Negreira y el ferrolano José Manuel Rey, repiten tras hacerse con el bastón de mando gracias a sus respectivas mayorías absolutas. También repite en Lugo Jaime Castiñeira, quien acaba de prometer acabar con “16 años de corrupción” en la ciudad de la Muralla en una carrera electoral en la que parte lastrado por el incumplimiento del propio presidente respecto a la dotación de servicios al Hospital Lucus Augusti, que sigue generando un profundo malestar social y que será uno de los principales condicionantes de la campaña.

Los relevos

Tres de los otros cuatro protagonistas de aquella instantánea continuaron en la política institucional durante estos años, aunque solo uno en el ayuntamiento en el que se presentó. El baltarista Rosendo Fernández, que se quedó a las puertas de la alcaldía ourensana, ejerció la oposición a los dos alcaldes del PSdeG durante el mandato, responsabilidad que combinó con la vicepresidencia de la Diputación provincial y con la secretaría general del partido en la provincia. A pesar de todo, esta acumulación de cargos no impidió su relevo por e fue conselleiro de Educación durante la última media década, Jesús Vázquez, mientras la lupa de la jueza De Lara se acerca un poco más a las cuentas de los populares ourensanos.

Por su parte, Corina Porro apenas estuvo un mes en la corporación viguesa, que abandonó con rumbo a la presidencia del Consello Económico e Social, un cargo de escasa relevancia política al que Feijóo la envió para dejar el PP vigués en las manos de José Manuel Figueroa, eterno aspirante a la candidatura municipal que pilotó la oposición en estos años, pero cuyo acceso al cartel electoral le fue bloqueado por la colocación en él de la ya ex conselleira de Hacienda, Elena Muñoz. En el caso de Telmo Martín, su aguante en la corporación de Pontevedra tras fracasar en el segundo intento de desbancar al nacionalista Fernández Lores fue inferior a un año. Desde ese momento, el también empresario de la construcción permaneció en su escaño del Congreso de los Diputados, desde donde acaba de ser recuperado para intentar regresar a la alcaldía de Sanxenxo, que ya ocupó entre 1999 y 2006.

Quien sí logró la victoria en 2011 pero está, ahora, absolutamente fuera de la política institucional y partidaria es el compostelano Gerardo Conde Roa, quien apenas duró nueve meses en la Alcaldía de Santiago tras su ansiadísima victoria. Su dimisión tras saltar a la luz el fraude fiscal de su constructora fue solo el primero de los innumerables capítulos judiciales vividos en el gobierno de la ciudad durante estos años. El estallido de la operación Pokémon implicó a Conde Roa y también a quien impuso como su sustituto, Ángel Currás, quien a su vez fue reemplazado por el ex conselleiro Agustín Hernández tras la condena por prevaricación de más de la mitad de su equipo de ediles. Según proclamó Feijóo este domingo antes de la nueva foto de familia, tras todos estos avatares “la capital de Galicia se ha convertido en la capital del esfuerzo, de la seriedad y del sentido común”.

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