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La Xunta repone parte del recorte a las ayudas por violencia machista tras quedarse sin dinero

Acto simbólico de la Marcha Mundial das Mulleres en Vigo

David Lombao

El pasado mes de abril, la Secretaría General de Igualdad, dependiente de la Vicepresidencia de la Xunta, convocaba las “ayudas periódicas de apoyo a mujeres que sufren violencia de género”, creadas por el bipartito bajo el nombre de “salario de la libertad”, y lo hacía con un notable recorte. Los subsidios destinados a evitar que las víctimas de las agresiones machistas no puedan alejarse de ellas por depender económicamente de sus agresores llegaban entonces con un recorte del 25% que, según la Xunta, no iba a impedir cubrir la demanda de ayuda. Siete meses después, Igualdad admite que la asignación presupuestaria se quedó corta.

El Diario Oficial de Galicia publica este miércoles una resolución en la cual el departamento que dirige Susana López Abella admite, por la vía de los hechos, que el dinero no llega. “Dado el volumen de solicitudes presentadas”, que “no pueden ser atendidas debido al agotamiento del crédito inicialmente asignado”, y habida cuenta además de “las necesidades de las posibles beneficiarias, resulta necesario incrementar la dotación presupuestaria destinada a esta ayuda”, explica Igualdad.

Así las cosas, a los 1,9 millones de euros consignados en abril se añaden ahora 155.061 euros más o, lo que es lo mismo, un 26% de los 587.800 euros que la Xunta había recortado previamente. Esta operación no es, ni mucho menos, inédita en este departamento autonómico. No en vano, ya en 2012 la misma apelación al “volumen” de solicitudes presentadas forzó a ampliar en casi 220.000 euros el crédito inicial de 2,4 millones. En 2011 la cuantía inicial fue de 2,09 millones, a los que hubo que sumar 300.000 euros más. Aun así, la finales de año Igualdad tuvo que anunciar que “había agotado el crédito disponible”.

La economía, una dificultad añadida para salir de la violencia

Que las víctimas dispongan o no de este tipo de ayudas sin problemas no es, ni mucho menos, una cuestión menor. Esto es, cuando menos, lo que consideran instituciones y personas expertas en este ámbito, caso por ejemplo de la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, Inmaculada Montalbán, que la pasada primavera advertía una relación entre el descenso de denuncias por maltrato y la crisis económica. El descenso de demandas por agresiones machistas, que en Galicia se acercó al 20% entre 2011 y 2012, “puede deberse al impacto de la crisis económica, tanto en la víctima como en su familia y en la propia sociedad”, argumentaba.

Igual que Montalbán, que reclama abiertamente el “mantenimiento” del “esfuerzo social e institucional” para “asistir de manera integral y recuperar a las víctimas”, también la catedrática de Derecho Procesal de la USC Raquel Castillejo, experta en el estudio y abordaje de la violencia machista, relaciona la economía con la dificultad para huir del maltrato. “Las mujeres que ya están metidas en la espiral de la violencia ahora salen con mayor dificultad, porque muchas aguantan porque no tienen de qué vivir”, resume.

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