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Yesa espera convencer a parte de los vecinos afectados para que se queden

Una muestra de los daños registrados en estas zonas de Yesa / Foto: cedida.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

El alcalde de Yesa, Roberto Martínez, confía en frenar hasta cierto punto la desbandada que puede suponer la expropiación de las casas afectadas por el deslizamiento. El primer edil espera que, en próximas negociaciones con el Ministerio de Medio Ambiente o la Confederación Hidrográfica del Ebro, se pueda lograr una compensación que permita reubicar a las familias interesadas en quedarse en Yesa en otras zonas del municipio.

“No hay terrenos suficientes para reubicar a 70 familias en la misma urbanización, pero sí por zonas a unas 30 o 40”, apunta Martínez. El alcalde también recuerda que, de forma paralela, hay terrenos propiedad de constructoras susceptibles de acoger obras, porque, insiste, el Ayuntamiento no tiene capacidad para reubicar a todos los afectados, pero sí tiene interés en que las familias que quieran permanecer en el pueblo, puedan hacerlo.

No en vano, para el Ayuntamiento, la decisión conocida esta semana de que el Ministerio y la CHE han optado finalmente por expropiar las casas afectadas por el deslizamiento, vinculado al proyecto para recrecer el pantano, no ha sido precisamente una buena noticia. “Está claro que para los vecinos al menos supone que se tome una decisión, porque hasta ahora han vivido con la incertidumbre de no saber qué iba a pasar con sus casas. Pero para el Ayuntamiento, obviamente, no es la mejor opción”, lamenta.

Para un pueblo con 250 personas censadas, y que en verano o Semana Santa podía alcanzar las 600 gracias a las personas que tenían en él una segunda residencia, la posibilidad de perder a esos vecinos conlleva un claro impacto económico, pero también una pérdida “de vida”. “Tenemos dos bares, una farmacia y una tienda, y ellos viven en gran medida de estas urbanizaciones”, detalla.

Martínez se refiere a las dos urbanizaciones afectadas por este proceso, la de Lasaitasuna (con alrededor de 84 familias) y la del Mirador de Yesa (unas 19), que, tras 18 meses de desalojo por el deslizamiento de la ladera, finalmente tendrán que hacer las maletas de forma definitiva. “La decisión no nos sorprendió mucho. Los del Mirador estaba claro que iban a salir, así que cuando se anunció una decisión conjunta para ambas zonas, parecía evidente. Aunque siempre quedaba la esperanza de que no llegara a pasar…”, lamenta.

El alcalde se reunirá con los vecinos

Con todo, el alcalde también reconoce que hay diferentes valoraciones entre los vecinos, porque, con una polémica como esta, “no se puede contentar a todos”. Desde quienes quieren únicamente la indemnización y pasar página hasta quienes llevan décadas con su primera residencia en Yesa (diez de ellos, por ejemplo, ya fueron reubicados en la zona tras el desalojo temporal, ahora definitivo), no tienen grietas en sus casas y, sin embargo, se ven sin ese hogar.

Por ello, espera reunirse con estos residentes para intentar convencer a algunos de ellos para que mantengan una residencia en la zona. Y ahí es donde espera la implicación del Ministerio y de la Confederación. Por parte del Ayuntamiento, Martínez subraya que “lo que se pueda hacer, se hará” para mantener parte de su población.

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