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“Me interesan los seres humanos poco corrientes, la cara B”

El artista Ricardo Cavolo.

Garikoitz Montañés

Ojos multiplicados, fuego encendido, animales personificados y color, mucho color. El artista Ricardo Cavolo (Salamanca, 1982) mezcla a menudo una inspiración entre naïve, pop, mexicana, rusa y basada en el tatoo difícil de ubicar y que le cuesta mucho definir porque, insiste, él ve “el bosque desde dentro” y este es muy personal . Eso lo he ha valido participar en campañas publicitarias de grandes marcas, ilustrar libros y cartas del tarot, pintar murales y hasta diseñar su propia marca de ropa. Y, pese a ese uso comercial de sus obras, él insiste en que le interesaría trabajar con artistas anónimos (outsiders) y que le gusta centrarse en otro tipo de personas que, a menudo, pasan desapercibidas. Quizá por eso ahora ha mostrado a través de las redes sociales su interés por las personas refugiadas, aunque insiste en que no es un artista de denuncia social, porque este tipo de obras es algo que “no se me da bien”. Quienes deseen conocer de cerca su estilo tienen una oportunidad este viernes, a partir de las 19:30 horas, en la Ciudadela de Pamplona, donde pintará un mural frente al público como parte del VI Salón del Cómic de Navarra.

En la pasada edición del salón del cómic, Paula Bonet también pintó un mural y fue una de las actividades que congregó a más público. ¿Ya tiene claro qué va a hacer?

Sí, porque tampoco tengo mucho tiempo. Haré un retrato como los que suelo hacer yo, como con tatuajes por dentro…

Se ha dicho que su estilo parece mexicano, que tiene influencias del tatuaje… ¿usted cómo lo describe?

Ha habido mucha gente que dice que parezco mexicano o brasileño por el uso de los colores. Pero uf, soy la última persona a la que puedes preguntar cómo describo mi estilo, porque yo veo el bosque desde dentro y no sé cómo se ve desde fuera. Sé que utilizo un estilo muy sencillo, como naïve, porque cuando empecé con esto pretendía hacer algo infantil, y luego lo deseché por completo. Y la temática es algo de lo que te vas nutriendo a lo largo de la vida. Me interesan mucho las personas que son poco corrientes, como los gitanos o los presos, grupos humanos que yo suelo llamar de cara B.

¿Y a qué atribuye su obsesión por los ojos?

La gente dice que es como si el dibujo te observara, pero en realidad no. La idea es similar a cuando eras pequeño y dibujabas unos ojos a una caja para que pareciera que estaba viva. Si a una montaña le pones unos ojos ya no es un conjunto de rocas, sino que parece que tiene alma, se trata de llenarla de vida.

Ya en 2013 habló de que vivíamos un boom de la ilustración. ¿A qué lo atribuye? ¿Diría que se mantiene?en 2013boom

Ahora esta situación está más normalizada en otros países, pero en España está todavía ese boom. Parece desde hace cuatro o cinco años que la ilustración se ha entendico como un disfrute como lo puede ser una película, un libro o una revista. Es otra columnita del arte al que, poco a poco, se le ha dado más cabida. Y ese boom es positivo porque se abre a mucha gente, pero luego también puede ser como un canal con exceso de agua.

Ha trabajado en campañas publicitarias para Nike, Converse, Coca Cola, Levi's… Incluso se ha dicho que sus obras están en todas partes. Puede identificarlas incluso quien no conozca de cerca sus ilustraciones.

Contar con un estilo propio, guste o no guste, hace que seas reconocible. Es bueno pero también puede ser un problema, porque si te haces preso de ese estilo parece que no puedes evolucionarlo.

¿Las marcas le dejan libertad?

Uno sabe que, cuando trabaja para alguien que te paga por hacer una campaña publicitaria, tu trabajo se está usando para otra cosa. Sabes interiorizar que tu obra no es para colgarla en una pared, sino para vender unas zapatillas. Pero, dicho eso, sí que es verdad que siempre que me han contactado era porque les gustaba mi trabajo y no hay demasiados cambios. Es un matrimonio fácil.

Llama la atención ese contraste entre su interés, como ha dicho, por el arte anónimo y este uso comercial de sus obras.

Yo no tengo ninguna lucha interna. Si fuera millonario, pintaría sobre lo que me diese la gana pero, como no lo soy, trato de disfrutar del trabajo de igual manera, sea comercial o no. Como no pretendo cambiar el mundo con lo que hago, se trata de disfrutar con esto. Si hay alguien más que lo hace, bienvenido sea.

En Twitter ha seguido con interés qué pasa con Siria y las personas refugiadas.

Cada uno tiene sus batallas, y la inmigración sí es un tema que me toca especialmente, no por nada en concreto. Pero sí es verdad que cuando dibujo lo hago de gente que no vive en circunstancias normales y sí, los inmigrantes afrontan una situación que no tiene nada de estándar.

Hay artistas que se vuelcan precisamente en la denuncia social, pero no es su caso.

No soy bueno con eso, no sé usar mi trabajo de esa forma. Me gustaría ser más crítico cuando hago un dibujo, pero tiene que haber de todo: quien hace esa denuncia y quien, sin dejarla de lado, hace otras cosas.

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