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El personal sanitario del hospital de Alcorcón: “Estamos acojonados”

El personal del hospital de Alcorcón  está asustado tras el caso de ébola.

Raúl Rejón

Los al menos diez sanitarios que trataron a Teresa, la auxiliar infectada de ébola, en el hospital Fundación Alcorcón están “acojonados”. Así lo cuentan estos trabajadores después de que Teresa fuera trasladada finalmente al Hospital Carlos III, donde fue ingresada.

Una vez que el personal de urgencias Summa 112 dejó a la técnica en ese centro “porque era el suyo de referencia”, manifiestan fuentes sanitarias, “la tratamos lo mejor que supimos”. Pero luego ponen el acento en que los medios con los que han contado no eran los adecuados. La preocupación se basa, dicen, en la deficiencia de los recursos materiales. Así que ahora están preocupados. “No nos llega la camisa al cuerpo”, resumen.

“No tendría que haber sido trasladada a este centro”, insisten los trabajadores. Porque, a pesar de que la Consejería de Sanidad repite que “todos los hospitales de Madrid estaban preparados para seguir el protocolo en estos casos”, uno de los enfermeros del centro reflexiona que “habiendo aviso previo de que la alerta era por ébola debería haber ido al Carlos III”. Los sanitarios de Alcorcón contaban con un “protocolo adaptado”, pero “una cosa es la teoría y otra llevar a cabo simulacros para estar a punto”, precisan.

El día después ha estado marcado por el miedo en el centro alcorconero. Si el gerente ordenaba a los servicios de limpieza que asearan el área de urgencias, las trabajadoras “se han negado en rotundo, al desconocer la medidas preventivas” para no contagiarse. El sindicato UGT ha especificado que se les había indicado proceder a la limpieza “sin haber recibido esa formación e información sobre las precauciones a adoptar, las posibles formas de contagio o las características de los equipos de protección individual que deben utilizar y su correcta manipulación”.

Las limpiadoras son trabajadoras de la contrata Eurolimp (parte de Ferrovial). A mediados de agosto, tras la muerte del sacerdote Miguel Pajares, el consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, anunció cómo limpiarían la habitación donde estuvo el misionero: “Desinfección con lejía, bombonas de gas..., se quemarán las ropas y el material usado”. El dispositivo incluía la contratación específica de una empresa: Steris Iberia. El consejero informó de que se emplearía un robot como el utilizado en 2001 para la limpieza del edificio de Correos de EEUU donde se detectó polvo de ántrax.

Tras la confirmación del caso de la auxiliar, se ha intensificado la “observación activa” de estos sanitarios y de los tres del Summa 112 que la llevaron desde su domicilio a urgencias. También han entrado en esta fase los 30 profesionales que trataron a los misioneros fallecidos por la enfermedad y nueve personas del entorno personal de la contagiada.

El consejero permanece mudo

Mientras se han ido sucediendo las informaciones sobre el periplo de la auxiliar hasta llegar al Carlos III, sobre los nuevos aislamientos, las pruebas diagnósticas y las comparecencias de doctores de centros hospitalarios, el consejero Rodríguez ha mantenido silencio. “Lo primero que quiero es disculpar al consejero, que no ha podido estar aquí porque está con la ministra [Ana Mato]”, ha contado el gerente de La Paz, Rafael Pérez-Santamaría en la rueda de prensa que ha brindado la Comunidad de Madrid la mañana de este martes. Ciertamente, Rodríguez estaba reunido en el Ministerio de Sanidad.

Pero al terminar su reunión se ha marchado sin ofrecer comentarios. Ya el lunes, al conocerse el contagio, estuvo en la comparecencia pública pero no alzó la voz. A pesar de que la asistencia sanitaria en Madrid es competencia autonómica, sólo el director general de Atención Primaria y el director del hospital La Paz tomaron la palabra.

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