Patricia Sánchez González (Albacete, 1986) es presidenta desde hace un par de semanas de la Coordinadora Andaluza de ONGD, que engloba cerca de 70 organizaciones que trabajan en el ámbito de la cooperación internacional para el desarrollo. Ha cogido las riendas en un momento clave para la financiación en la materia a nivel mundial ya que Sevilla alberga desde el próximo lunes la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas.
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia en 2009 y delegada desde 2020 de Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) en Andalucía, dice que lo suyo es “militancia y compromiso”. Es referente de ACPP estatal en Guinea Bissau desde hace más de diez años, y también ha sido técnica de acción social y cooperación internacional para el desarrollo en proyectos con Palestina, Senegal, Marruecos, Guinea Bissau, Colombia, Senegal o Guatemala.
¿Qué es lo que está en juego en esta cuarta cumbre mundial que por primera vez se celebra en Europa, diez años después de la precedente de Addis Abeba (Etiopía)?
Primero hay que poner en contexto esta cumbre, que no empieza en Sevilla ni acaba en Sevilla sino que es parte de un proceso que nace Monterrey (México) en 2002. El proceso de financiación como tal está impulsado por los países del sur, que son los que históricamente vienen sufriendo las consecuencias de las reglas desiguales del juego económico mundial. Lo que lo que pretende precisamente es situar la toma de decisiones financieras globales en Naciones Unidas, ya que hasta ahora está en manos de unos pocos países ricos, el G20, básicamente, y el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Eso tiene unas repercusiones en los países del sur global muy importantes que tienen que ver con muchas cosas, pero sobre todo con cuestiones de deuda externa, por ejemplo. Hay países que tienen que invertir más en pagar los intereses desorbitados e injustos de la deuda externa con países del norte que lo que pueden invertir en salud, educación o derechos sociales básicos, con lo que eso conlleva en detrimento de los derechos de las personas de estos países.
El actual contexto mundial, ¿invita al optimismo para que esas desigualdades sean menores?
Entendemos que las oportunidades son desiguales porque los espacios de diálogo y los intercambios políticos-económicos son desiguales, también en función de los intereses de cada país. Precisamente lo que lo que se pretende con el proceso de financiación no es recaudar fondos sino darle la vuelta al sistema para que las condiciones sean igualitarias. El sistema de Naciones Unidas (un país, un voto) junto a la representación de la sociedad civil, es fundamental, y bajo mi punto de vista es uno de los de los aspectos que se están descuidando en estos procesos. Precisamente ese es el objetivo del Foro Social y del Foro Feminista, previos a la cumbre. Se trata de dialogar entre las organizaciones a través del mecanismo de la sociedad civil para encontrar un posicionamiento común de cara a las negociaciones de la Conferencia, porque será el mecanismo quien esté habilitado para estar en el diálogo político.
Hay países que tienen que pagar más en intereses que lo que pueden invertir en salud, educación o en otros servicios sociales básicos. Eso choca también con la normalización de la precarización de las políticas sociales en España, y particularmente lo vemos en Andalucía, donde tenemos un ejemplo concreto dramático
¿Cuál es el desarrollo del proceso de financiación y qué puntos son los más importantes?
En el proceso de financiación, cuyo hito es esta cumbre, no solamente son los Estados miembros de Naciones Unidas los que forman parte sino que hay lugar también para las organizaciones multilaterales, la sociedad civil y el sector privado. Lo que es importante es ver cuáles son los ejes temáticos que se trabajan en ese proceso de financiación, la movilización de recursos domésticos, los negocios y las finanzas privadas, y la cooperación internacional, que es uno de los temas que más preocupa también a las organizaciones a las que representamos en la Coordinadora Andaluza. También el comercio internacional para el desarrollo, la deuda y la sostenibilidad de la deuda, como decía con intereses desorbitados muchas veces para los países del sur, así como la ciencia, la tecnología, la innovación y la formación. Al final, la arquitectura financiera de global donde se toman las decisiones.
¿Cómo se comprueba que las decisiones que se adopten en esta IV Conferencia se van a ejecutar realmente?
De los acuerdos que se tomen en función del documento 'Compromiso de Sevilla', la sociedad civil tendrá que hacer después, a través del mecanismo y de los espacios de participación habilitados, un seguimiento de que esas medidas o esos indicadores efectivamente se cumplen y son reales. Y esperemos que la próxima cumbre no tenga que ser dentro de diez años, porque es el espacio en el que hay unas negociaciones previas y un posicionamiento posterior, y donde la sociedad civil también tiene un espacio reconocido para aportar.
¿En qué espacios trabaja la sociedad civil para que se hagan oír sus propuestas?
Tanto el Foro Feminista como el Foro Social no son un espacio paralelo pero sí un espacio de incidencia previo. Hay muchas organizaciones y plataformas del mundo que vienen a Sevilla y que están acreditadas, también muchas sevillanas y muchas andaluzas. El Foro Feminista está centrado exclusivamente en la visión feminista de la reforma financiera y en los impactos con unas 300 organizaciones, para visibilizar propuestas transformadoras y articular demandas más allá de los límites de la conferencia oficial. Y el Foro Social, más amplio, es también un espacio reconocido, con organizaciones de todo el mundo que buscan precisamente dar una respuesta colectiva al documento de 'Compromiso de Sevilla' que se publicó tras las negociaciones de Nueva York y al que antes hacía referencia.
Se traen propuestas, se traen espacios plenarios de diálogo y trabajo. Hay intervenciones internacionales y se buscará un consenso en algunos en temáticas concretas que se tratan en el 'Compromiso de Sevilla' como cooperación internacional, justicia climática, justicia fiscal, deuda externa, participación de la sociedad civil, género, feminismos, etc. Todo eso dará lugar a una serie de argumentarios por parte del mecanismo de la sociedad civil habilitado que se aportarán a las negociaciones de la cumbre oficial.
Y esas aportaciones por parte de la sociedad civil, ¿se suman a las conclusiones que se alcancen en la IV Conferencia?
Esperamos. El objetivo, precisamente, es que se escuchen las voces porque realmente es una oportunidad. Es un hito también que se haga en Europa, que tendrá mucha participación también de organizaciones y colectivos. Y lo que hemos querido hacer desde Andalucía para aterrizarlo en lo local es precisamente aprovechar la oportunidad que supone esta cumbre, que se celebra en España, en Andalucía, en Sevilla, para exponer la situación de la cooperación internacional en particular en el contexto de un modelo único en el mundo como es la cooperación descentralizada española, con los ayuntamientos, las diputaciones, las agencias y la cooperación estatal.
Es ahora también el momento de ponerlo en la agenda política y de medios para decir que esto está pasando, que hay países que tienen que pagar más en intereses que lo que pueden invertir en salud, educación o en otros servicios sociales básicos. Eso choca también con la normalización de la precarización de las políticas sociales en España, y particularmente lo vemos en Andalucía, donde tenemos un ejemplo concreto dramático, con un retroceso del 90% en los presupuestos de cooperación internacional en los últimos 15 años. Estamos hablando de que hay una Ley de 2023 que marca una senda para el 0,7%, que es una de las demandas que hace la sociedad civil a la cumbre, para seguir una hoja de ruta hacia un sistema de cooperación eficaz, y sin embargo en Andalucía estamos en el 0'04% cuando hemos llegado a estar en casi un 0,4%. Hemos sufrido un recorte de un 90% en 15 años.
Quizás es ahora el momento de ser valientes, de dar un paso adelante y de decir que Andalucía es solidaria y apuesta por incrementar los presupuestos de la cooperación en un momento de crisis mundial
¿Cree que también es el momento de esa reivindicación de que el Gobierno de Andalucía aumente la inversión en ayuda al desarrollo?
Pongámoslo sobre la mesa. Es que, insisto, estamos hablando de un 90% menos en 15 años cuando, año tras año, tenemos los presupuestos más grandes de la historia de la Junta de Andalucía. Quizás es ahora el momento de ser valientes, de dar un paso adelante y de decir que Andalucía es solidaria y apuesta por incrementar los presupuestos de la cooperación en un momento de crisis mundial, cuando es más necesario que nunca cooperar y solidarizarnos también con todos los países que están sufriendo las consecuencias del cambio climático, de los conflictos internacionales... Son verdaderos dramas, y estamos hablando también de personas y de derechos humanos. Andalucía tiene año tras año el mayor presupuesto de su historia pero cada vez invierte menos en ayuda al desarrollo. Incluso con un estancamiento del presupuesto, todo lo que no fuera un crecimiento sería disminuir en los porcentajes y eso nos alejarían de los objetivos. Nos marcamos metas numéricas, como la del 0,7%, pero estamos hablando de personas.
Con un neolibrealismo y una individualización en auge, ¿se sigue viendo la cooperación al desarrollo como algo lejano, como algo que no afecta directamente de puertas adentro?
El discurso de unos frente a otros está ahí, lo sabemos, pero hay que intentar ir contra eso en el sentido de que se trata de un reparto de recursos y de una inversión eficiente. Lo que decíamos antes del retroceso también en algunos servicios sociales básicos: las privatizaciones en salud o educación son una realidad, y eso al final son gastos añadidos. Podemos marcar una hoja de ruta que recupere aquel 0,4% porque las organizaciones hemos podido ver los impactos que ha tenido en la vida de personas, en el desarrollo de políticas o de proyectos en países donde se ha intervenido.
¿Cómo han asumido las organizaciones de cooperación que Andalucía haga de anfitriona en un encuentro mundial de tal relevancia cuando viene recortando el presupuesto en la materia año tras año?
Cuando el año pasado comparecimos en el Parlamento de Andalucía, en el momento en que se estaba trabajando en el borrador de presupuesto ya dijimos que era un año crucial porque teníamos la aprobación del Plan Director de la Cooperación Andaluza, que ha sido un trabajo muy profundo tanto de las organizaciones como de la Administración a través de la Agencia, eso lo sabemos y lo valoramos. Pero, claro, necesita una asignación y un acompañamiento presupuestario que sea real y que haga que eso no sea una guía en papel sino que realmente sea una herramienta a futuro y que vaya acompañado de una voluntad política. Sumado a que además este año se celebraba aquí la cumbre, era cuanto menos paradójico que se estuviera recortando por un lado y por otro se estuviera anunciando que iba a ser aquí la cumbre de Naciones Unidas después de diez años y por primera vez en Europa.
Como delegada en Andalucía de una organización pacifista, ¿qué le parece el respaldo de la OTAN al gasto del 5% del PIB en Defensa?
Normalizar que se pueda invertir un 5% en Defensa nos hace preguntarnos por qué no se podría llegar al objetivo del 0,7%. Pero es que, además, ese porcentaje va disminuyendo o se estanca cuando hay un crecimiento económico y se podría hacer una inversión mayor.
¿Qué otra cosa le gustaría decir como nueva presidenta de la CAONGD?
A mí me gustaría reconocer el trabajo incesante de las organizaciones internacionales y locales de cualquier tamaño, empezando por las andaluzas, que con el trabajo que se hace en Educación para la Ciudadanía Global acompañan a colegios e institutos, a asociaciones o universidades, y creen en la educación transformadora. Y también el de todas aquellas que hacen un trabajo ingente aliado en los países del sur, siempre en coordinación con otras organizaciones del sur, que a su vez hacen un trabajo fantástico de desarrollo en ciudades, en comunidades rurales y en contextos muy difíciles, muchas veces casi humanitarios aunque no estén declarados como situaciones humanitarias por los estándares internacionales pero que realmente lo son, y eso lo sabemos los que trabajamos en comunidades de África.
Quisiera mandar coraje y valentía para seguir trabajando en un contexto complicado. Desde la Coordinadora seguiremos trabajando para que la política de cooperación internacional vuelva a ser lo que fue. Porque Andalucía fue un referente, como lo fue en sanidad también. Retomemos eso, y hagámoslo también de manera organizada y solidaria.