ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
Andalucía, ¡échate flores!
Hace un par de noches cenaba con mi madre mientras veíamos las noticias en la tele. Ambos prestamos atención al rótulo que aparecía en pantalla en ese momento. Decía: “VIII Edición del Festival Flora en Córdoba. La muestra reúne artistas del panorama nacional e internacional”. ¿Un festival de flores?, pensé. Y, al segundo, me surgía otro interrogante: Entonces, los patios de mayo, ¿qué son?, pregunté a mi madre. Ella no supo responderme. Se limitó a escuchar a la reportera y siguió con su plato de puchero.
Al día siguiente, la curiosidad me pudo. Decidí indagar un poco sobre el asunto. Me senté delante de mi portátil, lo encendí y busqué en Google. Así funciona la rutina del ignorante del siglo XXI. Después de un par de clics, descubrí que el Flora de Córdoba se considera como el festival sobre arte floral y botánica contemporánea más importante ¡¡del mundo!! ¿Cómo no me había enterado de esto antes? ¿En qué momento algo tan trascendental pasaba tan desapercibido?
Todo lo que los demás contemplamos y juzgamos con nuestras nociones básicas tiene un gran esfuerzo detrás que no vemos. Noches a puerta cerrada, reuniones por doquier y teléfonos que no paran de sonar. Probablemente, entre otras muchas cosas, eso es lo que habrá ocurrido con la preparación de este evento. Y, sin menospreciar nada de lo mencionado anteriormente, tengo la sensación de que sigue inadvertido. Algo me falta. Me falta y me falla.
Hay que proyectar. Y eso da pereza, aunque no nos guste reconocerlo porque no está bien visto. Pero pensar tampoco está bien visto a día de hoy. Para qué vamos a hacerlo si tenemos toda la información a un clic. O a una respuesta generada por IA que, de 100 palabras, 101 son mentira
Un acontecimiento de tal magnitud requiere de un tiempo dilatado. Son como esos guisos que se cocinan a fuego lento. Como esas albóndigas de tu abuela. O como ese puchero que cené con mi madre mientras poníamos la oreja con el Flora de Córdoba. Pero me equivocaré poco si afirmo en esta columna que la inmensa mayoría de los andaluces desconoce la existencia del festival. Incluso me atrevería a decir que su proyección internacional se ve reducida a los artistas que participan y a ciertos medios de comunicación interesados en el tema.
Llegados a este punto, mi cabeza no deja de lanzar varias preguntas al aire: ¿La cultura está en horas bajas? Si es así, ¿qué tipo de producto atrae al público en general? Pero, sobre todo, ¿de qué manera se podría reconectar con el público a través de la cultura? ¿Qué se necesita para que los andaluces conozcamos de primera mano la agenda cultural de nuestras ciudades?
Casi todas ellas podrían contestarse con la misma respuesta: mirarnos a nosotros mismos. Introspección. Un ejercicio que cuesta mucho hacer porque se necesita de análisis y de pensar un poquito. En definitiva, hay que proyectar. Y eso da pereza, aunque no nos guste reconocerlo porque no está bien visto. Pero pensar tampoco está bien visto a día de hoy. Para qué vamos a hacerlo si tenemos toda la información a un clic. O a una respuesta generada por IA que, de 100 palabras, 101 son mentira.
Andalucía necesita que le suban la autoestima. Creer que lo andaluz vale menos porque no viene de Nueva York, de Londres, de Madrid o de otra ciudad con reconocimiento internacional es un pensamiento común que todavía merma nuestro estado de ánimo. Y ocurre, aunque muchos de nosotros tengamos en mente una idea fantástica del patrimonio histórico-artístico que guardamos
Si algo hace fuerte a Andalucía es su amplia oferta cultural. Por su historia, muchos rincones se prestan a ello, empezando por lo típico de cada pueblo o ciudad: arquitectura, monumentos, exposiciones, fiestas, teatros, conciertos… raro es el fin de semana que no encontremos planes parecidos en las principales ciudades de nuestra comunidad autónoma. Entonces, ¿por qué este desconocimiento a rasgos generales?
Andalucía necesita que le suban la autoestima. Creer que lo andaluz vale menos porque no viene de Nueva York, de Londres, de Madrid o de otra ciudad con reconocimiento internacional es un pensamiento común que todavía merma nuestro estado de ánimo. Y ocurre, aunque muchos de nosotros tengamos en mente una idea fantástica del patrimonio histórico-artístico que guardamos.
Del mismo modo que debemos creérnoslo un poco más, la cultura también es una tarea pendiente de las instituciones públicas. La Junta de Andalucía solo gastó 32€ de media por persona en cultura el año pasado, siendo la cuarta comunidad autónoma de España con menor inversión en este ámbito. Supuso el 0,66% del presupuesto total. Limosna, en pocas palabras.
Potenciar nuestra cultura no quiere decir que celebremos eventos extranjeros en Andalucía. Como si tuviéramos poco con el patrimonio que conservamos aquí. No es eso. Necesitamos poner el foco en nosotros. Debemos mirar más a nuestro alrededor para darnos cuenta de lo importante que es valorar las cosas construidas en esta tierra. Pero también necesitamos cultivar un poquito de amor propio, eso que muchos ahora llaman “autobombo”. De todo ello depende que nuestros gobernantes, pero también nosotros mismos, velemos por la conservación de eso que tanto nos enorgullece y une a partes iguales: la cultura. Andalucía, ¡échate flores!