Un futuro armado sobre cartón piedra

Rosa Berlanga y Trinidad Ruiz pertenecen a dos familias de alfareros ubetenses. Así que no resultó extraño que elegieran un camino creativo. Se formaron en la Escuela de Artes y Oficios de Úbeda (Jaén). Rosa estudió cerámica. Trinidad, diseño publicitario. Allí coincidieron con otras tres chicas que asistían a clases de distintas especialidades artísticas. “El trabajo con cartón piedra no se estudiaba como asignatura, pero teníamos un profesor que había sido fallero y nos enseñó la técnica”, explica Berlanga.

Enseguida vieron una posibilidad creativa al margen de los ninots. Corría el año 1994 y “en todos sitios –en la Escuela de Empresas o en la Junta de Andalucía- nos recomendaron que creáramos una cooperativa, porque entonces había bastantes subvenciones y ninguna teníamos un duro”. Y se lanzaron. Así nació Carton Art, el nombre comercial de Productos Manufacturados SCA, una empresa dedicada a fabricar materiales de decoración en cartón piedra. El entorno las animó con la idea. “Sólo nos decían que una cooperativa podía dar problemas, porque no hay un jefe, pero no ha sido así”.

Sus productos se centraron, desde el comienzo, en elementos de carácter infantil (lunas, soles, estrellas, personajes de dibujos…), pero aceptan todo tipo de encargos. “Hemos hecho atrezzo para teatro, máscaras de carnaval, incluso iniciamos una línea de mobiliario”, comenta Berlanga. En ese inventario aparecen desde un paisaje lunar para decorar un bar de copas hasta un fotógrafo de tamaño real para una tienda de fotos. Sus creaciones, de colores intensos y divertidos, han decorado tanto espacios privados como lugares públicos (ludotecas, guarderías…)

“Nos costó trabajo al principio pero luego, durante bastante tiempo, fue muy bien”. La crisis ha ido reduciendo la empresa. Ahora mismo están virando de cooperativa a sociedad limitada porque sólo quedan dos de las cinco socias iniciales. “Pero no por malos rollos”, matiza Rosa, “sino por necesidad; porque en una cooperativa si no vendes, no cobras y a veces la gente necesita ingresos fijos”. Han ocupado parte del taller de cerámica de la familia para ahorrar costes y siguen produciendo originales artilugios de cartón piedra.

“El producto que hacemos es un capricho, no es necesario, y cuando la gente tiene que recortar…”. Rosa deja la frase en suspenso. Ella y Trinidad han decidido que quieren mantener el proyecto vivo. Atienden encargos por teléfono, e-mail y siguen abasteciendo a las tiendas, a nivel nacional, que comercializan sus productos desde hace años.

Entre sus proyectos está “crear una tienda virtual, porque en nuestra página web no hay fotos. Cuando nos quieren encargar algo, las enviamos por e-mail”, comenta. Rosa recuerda que “había un tiempo en el que no había que salir a vender”, pero ahora, la comercialización forma parte de la rutina y acudir a ferias de artesanía es una de sus ocupaciones típicas, por eso saben que su salida está en las nuevas tecnologías.

Siguen defendiendo sus señas de identidad: en su catálogo no hay dos productos idénticos, aunque puedan parecerlo. Primero diseñan y modelan la figura en barro (por ejemplo un personaje de cuento) y luego extraen el molde en escayola, lo cubren con engrudo y lo rellenan con pasta de papel. Después la pieza se pinta manualmente con pintura plástica. Todo reciclable, ecológico y apto para ser manejado por niños.

Aunque las cosas no van bien para la empresa, ellas siguen en la brecha. “Aquí estamos, aguantando”, frente a la competencia de empresas que trabajan en serie y con menos requisitos de calidad. Manteniendo viva la ilusión que les llevó a apostar por este negocio hace casi 20 años. “Las dos somos maestras pero nunca hemos ejercicio”, comenta Rosa. No hace falta preguntar por qué, enseguida añade: “esto es muy bonito”. Su voz refleja una ilusión que no admite dudas, ni siquiera en tiempos de crisis.