El Gobierna autoriza un trasvase de agua a Doñana que no podrán usar los regadíos que el PP quiere indultar

Antonio Morente

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Un nuevo trasvase de agua va a ir de la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras rumbo a Doñana... pero tampoco se beneficiarán los cultivos que quieren legalizar PP y Vox con la proposición de ley que han llevado al Parlamento andaluz y que ahora los populares quieren ralentizar hasta después de las elecciones municipales. El Gobierno central ha autorizado este jueves, dentro de las medidas puestas en marcha contra la sequía, una operación que permitirá llevar tres hectómetros cúbicos al núcleo urbano más cercano al Parque Nacional, la urbanización almonteña de Matalascañas, en la que en verano se concentran hasta 300.000 personas. De esta manera se cerrarán pozos que, de manera legal, extraen agua del sobreexplotado acuífero de Doñana, lo que reducirá la presión que sufre y ayudará a su regeneración.

Esto supone que se sustituirán recursos subterráneos por otros en superficie, en concreto agua procedente de la estación potabilizadora de Palos de la Frontera, adscrita a la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras. Desde esta misma demarcación tiene que llegar el agua del trasvase de 19,99 hectómetros cúbicos aprobado por ley en 2018, a la que (alentados por el Gobierno andaluz) sí aspiran los agricultores que se beneficiarán de la regularización, pese a que la propia norma establece que esto no es posible: sólo podrán beneficiarse cultivos ya legalizados que ahora (como ocurre en Matalascañas) tienen permiso para usar recursos del acuífero.

En concreto, el Ejecutivo central ha aprobado la sustitución de los bombeos de agua subterránea que abastecen a la conurbación de Matalascañas por aguas superficiales procedentes de la estación potabilizadora de Palos, así como la transferencia de tres hectómetros anuales. Las obras necesarias para ejecutar esta operación y abastecer a la gran urbanización que depende de Almonte serán asumidas por el Estado central. El proyecto se incluye entre las actuaciones prioritarias, un escalón por debajo de otras medidas aprobadas este jueves con la etiqueta de ejecución inmediata para, sobre todo, garantizar el abastecimiento ante la sequía.

Conducción de 25 kilómetros

La nueva depuradora de Palos está todavía en obras, y las previsiones apuntan a que los trabajos podrían terminar en el último trimestre del año. El siguiente paso será la construcción de una conducción de 25 kilómetros de longitud que discurrirá paralela a la carretera que conecta Mazagón (otro núcleo de población costero, entre los términos de Palos y Moguer) con Matalascañas. La solución, según el Ministerio de Transición Ecológica es “técnicamente sencilla”, tiene un presupuesto estimado de 10 millones de euros y no tiene fecha todavía para entrar en servicio, pero en teoría tiene que estar terminada antes de 2027. Los pozos que ahora dan de beber a Matalascañas se cegarán, aunque algunos permanecerán como instalación ocasional para su utilización en situaciones de emergencia previa autorización expresa de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), que es la autoridad del agua en el entorno de Doñana.

La cuantía aprobada para este trasvase, tres hectómetros cúbicos, viene a coincidir con el consumo que tiene concedido Matalascañas, aunque no suele agotar esta cantidad. En paralelo, el Gobierno central está retirando los sondeos más cercanos al acuífero para que la captación se haga en otros puntos menos críticos para la masa de aguas subterráneas de la que vive Doñana. En total, este núcleo urbano se abastece con cinco pozos con profundidades de entre 152 y 182 metros que tienen una concesión máxima de 2,75 hectómetros cúbicos al año, de los que se consumen unos 2,2.

Más de un tercio del trasvase ya en uso

Por lo que respecta al trasvase de 19,99 hectómetros cúbicos que también llega de la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras, y que es el que está en el ojo del huracán por la cantidad de aspirantes que tiene a beneficiarse de él, se están utilizando ya 7,36, lo que a su vez ha permitido el cierre de pozos legales que cogían agua del acuífero. Es el caso de las 443 captaciones con las que se regaban 815 hectáreas en la comunidad de regantes de El Fresno-Guadalquivir, que han pasado de usar 4,26 hectómetros de recursos subterráneos a tenerlos en superficie.

Junto al nuevo trasvase que llegará a Matalascañas, están en marcha otros proyectos que también permitan la llegada de más agua superficial, como el recrecimiento del embalse del Agrio, que permitirá ganar otros ocho hectómetros cúbicos. A esto se une la operación para reconectar la marisma con el Guadiamar, que históricamente era el principal aporte hídrico hasta que hace medio siglo se desvió el curso del río para ganar tierras de cultivo.

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