El Gobierno de Aragón plantea que los pájaros deben adaptarse y aprender a esquivar aerogeneradores

A las grandes aves y las rapaces les ocurre con los aerogeneradores de los parques eólicos un poco como a don Quijote con los molinos de la Mancha. El personaje literario acababa embistiéndolos porque no tenía claro el concepto, o la imagen, como consecuencia de algo similar a las alucinaciones. Los pájaros, por su parte, parecen no haberse aplicado todavía lo suficiente como para esquivarlos, algo que puede costarles la vida.

Esa última es una de las partes más sorprendentes, cuando menos, de la versión oficial que la Consejería de Industria ha dado al diputado de IU Álvaro Sanz en su respuesta parlamentaria en la que este se interesaba por las elevadas mortandades de aves que grupos ecologistas como Ansar y Amigos de la Tierra, entre otros, vienen denunciando desde que hace unos años comenzó el desmesurado despliegue por las estepas aragonesas de parques eólicos y solares para, trasvase energético mediante, garantizar las producciones industriales de Catalunya y la Comunitat Valenciana.

“Con carácter general no se ha constatado esta mortalidad”, señala el vicepresidente del ejecutivo autonómico y consejero del ramo, Arturo Aliaga, que admite que “de manera puntual se está estudiando los datos recogidos en instalaciones muy concretas que podrían tener un interés especial en lo que se refiere a datos algo fuera de lo habitual de mortandad de aves”.

Sin embargo, añade, “todavía es pronto para adelantar conclusiones”, ya que la mayoría de los sesenta parques cuyos promotores tienen la obligación de integrar una CSA (Comisión de Seguimiento Ambiental) llevan apenas un año funcionando y eso supone “un periodo relativamente corto para un periodo de aprendizaje del nuevo hábitat que se han encontrado [las aves] con la proliferación de aerogeneradores que desconocían en sus últimos pasos migratorios, por poner un ejemplo”.

Decenas de aves muertas por las aspas de los aerogeneradores

El análisis de la Consejería choca con las repetidas denuncias de los grupos conservacionistas, que hace unos meses pidieron la apertura de un Procedimiento de Responsabilidad Ambiental ante el “riesgo de daños inminentes” para los miembros de una de las principales poblaciones de alimoches del valle del Ebro tras la instalación de varios parques en la Sierra de Luna.

Poco después de esa petición constataban la muerte de cinco buitres leonados en uno de esos complejos, a la que seguirían las de algunos milanos negros y a las que luego se añadirían otras de cernícalos, avutardas y más buitres, entre otras especies, en esa zona y en otras de la comunidad.

La incompatibilidad entre las aspas de los aerogeneradores en movimiento y el vuelo de las grandes aves y las rapaces es obvia: comparten los principales corredores de viento, en el caso de las máquinas para generar energía y en el de los pájaros para poder elevarse en unos casos y para planear mientras buscan con qué alimentarse en otros.

Y no es que el Gobierno de Aragón desconozca esta circunstancia, sobre la que llevan tiempo llamando la atención numerosos científicos. De hecho, el consejero de Agricultura, Joaquín Olona, admitía hace unos meses cómo el Inaga (Instituto Aragonés de Garantía Ambiental) había autorizado media docena de parques eólicos “con afecciones indirectas a espacios de la Red Natura 2000 en Aragón vinculados a las aves esteparias y sus hábitats”.

No se ha valorado la gravedad de los impactos sobre la fauna”

En cualquier caso, el posicionamiento oficial del Gobierno autonómico, que tiene en el despliegue de las renovables uno de los ejes principales de su agenda política, apunta más a una minimización de esos impactos en la biodiversidad.

Las DIA (Declaración de Impacto Ambiental) de los parques, indica Aliaga, contienen “prescripciones al respecto” como el “cambio en el régimen de funcionamiento y la reubicación o eliminación de algún aerogenerador” que los promotores deben aplicar “en función de los resultados obtenidos del seguimiento”.

“El Departamento de Industria (…) tomaría estas medidas de ser necesarias”, añade, aunque, en la práctica, la información que se está derivando de los seguimientos en el apartado de las afecciones a la biodiversidad está resultando más bien liviana.