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Araujo: “Me he sentido engañado”

El futbolista de la UD Las Palmas, Sergio Araujo, en el Juzgado de lo Penal número 3 de Las Palmas de Gran Canaria.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

“Después de hacer el primer control de alcoholemia me niego a hacer el segundo porque me sentí engañado. El agente me obliga a conducir el coche cuando en todo momento me ve sentado como copiloto”.

Con estas declaraciones Sergio Araujo ha fundamentado su defensa junto a su abogado, Lino Chaparro, en el Juzgado de lo Penal Número 3 de Las Palmas de Gran Canaria ante la Fiscalía.

Sin embargo, el Ministerio Público ha vuelto a pedir, como ya hiciera en la vista celebrada en Telde el pasado 28 de septiembre, once meses de prisión y dos años de retirada de carnet por los presuntos delitos contra la seguridad vial y de desobediencia civil.

Según la fiscal, el acusado “debe ser condenado” a lo que se pide porque las “pruebas” que ha aportado el Ministerio, a través de los testimonios de cuatro agentes de la Guardia Civil que estuvieron en el lugar de los hechos, muestran una verificación “evidente”.

La fiscal ha alegado que el jugador ha “mentido” en este juicio, ha cometido “contradicciones” y ha hecho “imputaciones graves” a los agentes, relatando una versión “que no hay quien se la crea”, porque “pretende” alegar que la Guardia Civil le induce a “perpetrar el delito” poniendo en juego sus puestos de trabajo fabricando pruebas o mintiendo.

El futbolista argentino ha acudido a las 09:15 horas a la Ciudad de la Justicia en la capital grancanaria junto a su padre, Guillermo Araujo y el amigo con el que estaba en el coche en el momento de los hechos, Iván Martín. Los tres prestaron declaración, junto a los cuatros agentes de la Guardia Civil durante un juicio que se alargó durante más dos horas.

Los hechos

El 26 de septiembre, sobre 07:45 horas, Sergio Araujo (copiloto) y su amigo, Iván Martín (al volante), pararon el vehículo en el punto kilométrico 19 de la autopista a Gran Canaria (Ingenio), en sentido decreciente, procedente del sur de la isla y en dirección a Las Palmas de Gran Canaria.

Versiones

A partir de ese momento lo sucedido toma caminos diferentes según las versiones del argentino, su padre y su amigo o los cuatro agentes de la Guardia Civil.

Según el futbolista, habían pasado “toda la noche” en el sur y volvían a su casa, cuando Martín, que iba al volante, se siente indispuesto “debido a un kebab que había comido”. Para el coche y sale del mismo para “coger aire”, ya que siente “ganas de vomitar”, según declaró Martín.

El amigo del futbolista alega que un agente de la Guardia Civil se le acerca primero a él mientras está fuera del vehículo para informarle de que el coche “obstaculiza la circulación” en una zona donde “suele haber mucho tráfico”. Luego habla con Araujo y le dice que, o llama a la grúa, o movía el coche.

El argentino no quiere llamar a la grúa porque considera que podría dañar su vehículo y decide moverlo, animado por los guardias civiles, tras confesar “que había bebido”. Y asegura que aún así, le obligan a mover el coche.

El jugador defiende que no ha entorpecido en ningún momento la circulación, “los coches pasaban tranquilamente”, pero “de inocente, lo hice”. Entonces conduce durante unos 20 metros aproximadamente para estacionar el vehículo en el acceso a Las Puntillas y se baja del coche, siempre según su versión.

“Me bajo pensando que me va a multar por tener el coche mal parado. Me acerco a él y entonces el agente me dice que me acerque a mi coche y saque el carnet de identidad y el carnet de conducir. Ahí es cuando me dice que me ve a hacer un control de alcoholemia y yo le pregunto por qué, ya que él fue quien me incita a mover el coche a pesar de que yo le dije que había tomado” declaró el futbolista, quien además asegura que no fue informado de que con su negativa a someterse al control incurría en un delito, como estipula el artículo 383 del Código Penal.

Es en ese momento cuando llama “mentirosos” en reiteradas ocasiones a los guardias civiles, porque se siente “engañado”, pero ha negado que los insultara en los términos que recoge el atestado, donde se le atribuyen estas palabras: “No soplo, yo no conducía. Son unos conos. No sirven para nada, en vez de ayudarnos nos joden. Cabrones. No sé para qué escribís tanto. Yo no me voy a presentar, lo hará mi padre con mi abogado y mi presidente lo solucionará todo”.

Entonces llama su padre por teléfono diciéndole “acércate que me quieren llevar preso, que sepas que voy a ser detenido pero no sé por qué”.

A los 10 minutos Guillermo Araujo llega al lugar de los hechos, habla con su hijo y luego se acerca al agente para llegar a la conclusión de que al jugador le hicieron “la caída del tonto, como se dice en argentina”. Esto es, según su versión, hacerle conducir a sabiendas de que ha bebido para ponerle una multa.

El padre del futbolista le obliga a hacer la segunda prueba, a la que se había negado, pero uno de los agentes le dice “ya es tarde” y no le permite realizarla, dejando que se marchen, según la versión de Guillermo Araujo.

Cuando tomaron la palabra los cuatro agentes de la Guardia Civil los hechos cambiaron sustancialmente. Fueron dos agentes de la Guardia Civil, en motocicleta, los que descubrieron al coche mal parado, obstaculizando la circulación y sin la indicación apropiada.

El primer agente que presta declaración en el juicio afirma que nunca se acerca al jugador de primeras y sólo habla con Iván Martín. Según su versión, Araujo es quien mueve el coche por “voluntad propia” y el segundo agente que presta declaración es quien los hace detenerse.

“El coche llegaba a la rotonda muy lentamente, se para y justo que no había tráfico en ese momento y teniendo la oportunidad de incorporarse, no lo hace y me parece extraño”, explicó el segundo agente.

Según su versión, al acercarse a la ventanilla del copitolo percibe “olor a alcohol” y cuando ve la cara del conductor por su aspecto“congestionado”, (y no porque le resultase conocido, ya que “no sabía quien era”), ordena parar el vehículo, le pide la documentación y le reclama hacer un control de alcoholemia de prueba, ya que en la moto no contaban con el etilómetro homologado.

En un principio Araujo se niega y, tras unos minutos de tensión, en los que otra patrulla de la Guardia Civil se acerca al lugar de los hechos ante la agresividad del acusado (a quien pensaron llevarse detenido en un primer momento), el jugador decide soplar y da 0,76 ó 0,77.

Los otros dos agentes, que permanecen un breve periodo de tiempo en el lugar de los hechos, confirman que vieron soplar al acusado y hacer la llamada a su padre. “Una vez cuelga”, según la versión de la tercera agente, “es cuando se niega a hace la segunda prueba con el etilómetro homologado”.

El cuarto agente contradice la versión del argentino, afirmando que sí vio cómo se le explica al futbolista las consecuencias de negarse a someterse a la prueba de alcoholemia.

Además, la fiscal recuerda que el 15 de febrero de 2013 el argentino fue condenado por sentencia firme por el Juzgado de Instrucción número 19 de Barcelona como autor de un delito en la modalidad de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas.

Lino Chaparro, abogado del futbolista, ha afirmado en declaraciones a los medios al término del juicio que “en el momento de los hechos Araujo es consciente de que no está cometiendo ningún delito y aún así lo sometieron a la prueba de alcoholemia. Por ello entendemos que es una auténtica encerrona y hay que entender la reacción del futbolista ante una injusticia”.

En principio Chaparro reclama la libre absolución del futbolista pero, en caso de ser declarado culpable, ha anunciado que presentará recurso.

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