Elady da un punto a un Tenerife sin antídoto contra el Andorra
Llegó el Andorra al Heliodoro y pudo hacer más daño al Tenerife de no haberse encontrado con un golazo de Elady –lo único meritorio de un partido frustrante del equipo de Ramis– que neutralizó el tanto de los visitantes luego de una jugada en la que sacó los colores a los locales después de media hora sin saber cómo contrarrestar la estrategia de Eder Sarabia.
Incapaz de dominar el medio juego, solo activo cuando encajó el 0-1, en el arranque del segundo acto y en un último espasmo cuando Shashoua se decidió a asomarse con las conducciones, el Tenerife vivió entre el desconcierto por desconocer el antídoto con el que poner el encuentro a su gusto y el desasosiego de la parroquia, desesperada por la desactivación que opuso a la lentitud deliberada con lo que arrancaba cada ataque del Andorra.
En los tiempos de los mil análisis y los millones de datos, un fútbol donde todo se ha estudiado a priori en lo que un tipo como Elady –un control, dos recortes y un tiro cruzado inasequible para el portero– te devuelve a las esencias de este juego para acabar con tanto cálculo mal entendido, el Tenerife pareció que se enfrentaba a un rival venido de las antípodas con todo por descubrir.
Si no, es inexplicable el tercio de partido que tiró a la papelera el grupo de Ramis y el mismo técnico, incapaces de entender las trampas que le fue montando el Andorra cuando arrancaba un ataque desde los pies de Nico Ratti. Sarabia dispone a los extremos –porque todavía no se ha prohibido jugar con extremos puros– imantados a la línea de banda, mete a los laterales en línea con los medios rivales, se olvida del seis –los recursos de Jandro como un todacampista espléndido sobresalen en otra fase del guion– y le deja el balón a los centrales para que jueguen al ratón y al gato enfrentados a los delanteros.
Con un esquema tan inusual, el Andorra propuso y dispuso en lo que el Tenerife tiraba la primera línea de presión encima de Alende y Mika Mármol y sus cuatro zagueros se clavaban a treinta metros de Soriano. Temerariamente alargado, incapaces Gallego o Romero de decidir sin iban a por Alende o a por Mika en lo que se pasaban la pelota, de repente se arrancaba el segundo con una conducción verticalísima que superaba dos líneas hasta encontrar la venida de Carlos Martínez en descarga o un cambio de orientación para que se inventara algo Germán Valera.
Llegado ese momento, el Tenerife corría detrás del balón, llegaba tarde a las pugnas, robaba como mejor podía con el traje deshilachado para armarse una contra y terminaba basculado a un flanco con el opuesto desatendido. Como en la génesis del 0-1, que cogió a Dauda fuera de sitio y a Martí Vilá con un páramo para ponerla al área, donde Carlos Martínez ya había ganado la espalda a Sergio para cabecear casi bajo la puerta.
Y cuando pudo cogerle en una vuelta porque le surtió morder, el Andorra recurrió al fútbol de toda la vida. Dos conducciones con pinta de peligrosas de Mo Dauda acabaron con el ghanés derribado y sendas tarjetas. Una falta a tiempo, un cortocircuito oportuno.
Solo cuando empujó coralmente y comenzó a provocarle errores al Andorra, se le hizo la luz al Tenerife. De un robo de José Ángel en la salida y un pase corto de Nacho, le quedó el balón a Elady en el lateral del área para que se atreviera con la suerte que mejor maneja y más disfruta. De fuera para dentro, se la puso al pie, amagó con dos recortes y le pegó un derechazo envenenado imposible para Nico Ratti.
El 1-1 cerró la herida hasta el descanso y la pausa le dio al Tenerife aire y recursos para diez minutos prometedores que pudieron virarle el rumbo. Ahora sí agresivo y con balón para jugar directo, una pelota llovida al área de Aitor Sanz (m.48) fue rechazada en corto por Ratti, pero el remate siguiente de Sipcic se encontró con la oposición de Alti casi bajo palos. En la siguiente llegada en carrera (m.52), con Mo Dauda por la calle del diez para asistir a Nacho, el tiro del lateral fue bien respondido por el portero. Desde entonces, el partido se aplomó por más cambios de Ramis y Sarabia.
El primero local fue de a tres e inane. Aitor Sanz, Nacho y Romero se fueron planchados. Cumplió Buñuel en su posición natural –como Javi Alonso haciendo dupla con José Ángel– y demostró Borja Garcés que, si acaso, puede esperarse de él un remate, poco más. Con un cuarto de hora y el tiempo extra, entró Shashoua por un Mo Duada acalambrado. Hizo el inglés un par de requiebros con algo de sentido, pero todo lo que terminó cedido al área no halló un remate que le cundiera.
Y con cinco para el final, Appiah pisó el césped del Heliodoro –a lo que parece por última vez– para confirmar el dicho aquel de cómo se pone precio en Argentina a los futbolistas. Ausentes por lesión Teto y Waldo, estaba también disponible Corredera, pero Corredera no jugó.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio, Sipcic, Nacho (Aitor Buñuel, m.71); Elady (Appiah, m.85), José Ángel, Aitor Sanz (Javi Alonso, m.71), Mo Dauda (Shashoua, m.75); Enric Gallego y Romero (Borja Garcés, m.71).
(1) FC ANDORRA: Nico Ratti; Alti, Diego Alende (Aguado, m.71), Mika Mármol, Martí Vilá (Adri, m.71); Héctor (Bover, m.63), Jandro, Molina; Jacobo (Alpanis, m.63), Carlos Martínez y Germán Valera (Bundu, m.83).
GOLES: 0-1, m.13: Carlos Martínez. 1-1, m.31: Elady.
ÁRBITRO: David Gálvez Rascón (Comité Madrileño). Amonestó a Aitor Sanz (m.20) y Nacho (m.59) y a los visitantes Martí Vilá (m.8) y Héctor (m.26).
INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo primera jornada (última de la primera vuelta) de LaLiga SmartBank 22-23 disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 8.750 espectadores. Primer encuentro de los blanquiazules bajo la presidencia de Paulino Rivero.
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