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Gallego salva un punto de un Tenerife peleado con la eficacia

Convendría aceptar en algún momento antes de junio que este Tenerife da para lo que da, que la propuesta de Ramis no esconde recetas de última hora, que el campamento base está a cuatro o cinco puntos y que cuanto antes llegue, mejor para todos. Ni el técnico merece una despedida manchada por una permanencia de última hora, ni los parroquianos una sucesión de berrinches que terminen por esconder el 4-1 del derbi. Más allá de los treinta partidos de Teto, la única satisfacción de un curso camino de otro final frustranque.
La cosa es que cuando llega un último cuarto de curso en la zona indiferente de la clasificación triunfa, en once de cada diez entrenadores, el discurso de que lo importante son los dichosos cincuenta puntos y no la posibilidad cierta de intentar un esprint final que te acerque al sexto puesto. En esto anda el Tenerife desde hace ya demasiadas semanas, como autoconvenciéndose de que no tiene cartas ganadoras, en lo que renuncia a cambiarlas para encontrar sus bazas.
Este sábado casi veraniego en el Heliodoro añadió a su conocida escasez de remates definitivos el punto justo de chispa para entregar la mayoría de los duelos al Villarrreal y jugar más de medio partido a desmano y en superioridad por la roja a Collado (m.19) tras una entrada violenta sobre Mellot.
Llegando tarde a las pugnas, con la presión dos pasos detrás para que su rival la desajustara con un pase directo o un cambio de orientación, cuando hizo suyo el medio juego le asomó antes la blandura en los remates y luego los palos o la falta de puntería –que tanto da– hasta que Gallego aprovechó un error de Iker Álvarez para salvar un punto, con el partido muriendo y ya el filial groguet con otro menos tras la segunda expulsión, ahora Del Moral el penado.
El gol de Gallego tuvo que ver nada con la diferencia de efectivos y mucho con la impericia del portero para hacer suya un pelota llovida sin mayor complejidad. Le falló la tenaza, quedó en un vuelo descontrolado y se apareció lo justo –listo y en su sitio– el delantero que es, en peligro de extinción, para meter la cabeza con un rematito plácido que asentó el empate.
El 1-1, en fin, equilibró los méritos. El Villarreal hizo muchísimo con poco: un gol en una jugada de conducción espléndida, tan bien rematada por Tasende como mal defendida por el Tenerife en lo que reculaba mal basculándose, y dos avisos serios que resolvió con nota alta Soriano. Desbaratando lo justo el tiro de Álex Millán cuando le encaró (m.42) tras un pase eléctrico –salvando dos líneas– de Sergio Lozano y achicándole el remate a Romero en una salida suicida a la esquina del área grande que le rentó pese al riesgo.
El haber del Tenerife se engordó cuando se liberó Corredera poniéndolas en el área y Waldo encontró su papel y los centros con más sentido. Y aún más en el segundo acto, cuando le amanecieron las llegadas por el extra de dinamismo que le puso Iván Romero con su entrada para ocupar la banda de un Teto fuera de guion e ingenuo en los dos tiros con los que se atrevió.
En su fase más productiva los blanquiazules, entrando el partido en su último tercio, Corredera y Romero generaron los centros que terminaron en balones a la madera: al larguero el remate cayendo en carrera a la frontal de Mellot en el 59 –un escorzo de mérito, de volea, como le vino– y al palo izquierdo de Íker Álvarez el tiro de Garcés, de izquierda, en el 64.
Entre tanto, el equipo de Ramis tardó más de lo deseable en ajustarse cuando el Villarreal le buscó las cosquillas con las prolongaciones a la espalda a Niño y Millán como en tapar lo que generaron Del Moral y Carlo buscando por dentro a Lozano o los delanteros para asociarse a la corta. Y casi siempre, la dichosa desventaja en los duelos, un metro o medio segundo tarde. Con todo, no perdió la constancia –al cabo, su mejor virtud– y perseveró a su modo hasta arañar el puntito.
Después de lo de Gallego, otra imagen tan del fútbol como epílogo: tres minutos más contra nueve, el público empastillado de épica tinerfeñista y dos muchachos de la cantera empujados a hacer de héroes, porque para entonces ya andaban en el campo David y Cacho –no le tocaba hoy a Alassan en esta rueda incomprensible de apariciones a desmano, siempre con veinte minutos de retraso–, que como siempre con Ramis no lucen como un remedio cuanto una moneda al aire.
Un placebo, si acaso, en lo que sigue esta discusión sobre si son galgos o podencos, corren más o menos o se lo han terminado de ganar, tanto cuesta por lo que se ve un sitio en esta Liga de empates y lugares comunes una semana tras otra. Cervera resolvió el dilema a su modo, sin darse golpes en el pecho, hace ya diez años. La esperanza me mantiene, escribió Pedro García Cabrera.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Aitor Buñuel (David, m.84), Sergio González, José León, Mellot (Cacho, m.84); Teto (Iván Romero, m.57), Aitor Sanz (José Ángel, m.75), Alex Corredera, Waldo; Borja Garcés y Enric Gallego.
(1) VILLARREAL B: Iker Álvarez, Carreira (Iosifov, m.90), De la Fuente, Abraham, Tasende; Diego Collado, Alberto del Moral, Carlo Adriano (Romero, m.78), Lozano (Leal, m.70); Álex Millán (Pacheco, m.77) y Fer Niño (Forés, m.70).
GOLES: 0-1 (m.53): Tasende. 1-1 (m.90+2): Enric Gallego.
ÁRBITRO: Rafael Sánchez López (Comité Murciano). Expulsó a Carlos Ruiz (en el banquillo, m.90+2) y a los visitantes Collado (por juego violento, m.19) y Del Moral por doble cartulina amarilla (m.23 y m.90+2). Amonestó al visitante Álex Millán (m.59).
INCIDENCIAS: Partido de la trigésimo cuarta jornada de LaLiga SmartBank disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 14.828 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exluchador herreño Juan Barbuzano, mito de la lucha canaria de la segunda mitad del siglo pasado.