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Hotel Maritim, el ‘escenario’ donde casi se frustra el segundo ascenso a Primera del CD Tenerife

Imagen de las instalaciones del Hotel Maritim en la costa de Los Realejos, al norte de la isla de Tenerife

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Entre finales de junio y comienzos de julio de 1989, hace de eso ya 30 años, el CD Tenerife disputó una promoción de ascenso ante el Real Betis que le llevó a conseguir su segundo ascenso a Primera División.

Son muchos los blanquiazules que recuerdan los encuentros disputados en el Heliodoro, el de ida; y de vuelta, en el Benito Villamarín. Pero hubo otro “escenario” en el que también se vivieron muchas cosas aquellos días, unos momentos en lo que aquel ascenso casi se frustra.

En el libro “El CD Tenerife en 336 historias”, de los periodistas Luis Padilla y Juan Galarza, de AYB Editorial, se cuenta con detalle lo acontecido: “El martes 27 de junio, dos días después de haberle hecho cuatro goles de cabeza al Figueras y un día antes de jugar el partido de ida de la promoción ante el Betis (en el que también haría dos goles de cabeza), unos aficionados quisieron abrirle la cabeza a Rommel Fernández tras entrenar en el Heliodoro. A golpes. Eligieron mal rival. El delantero panameño, que había sido boxeador en su juventud, se fue a por los aficionados y, si no lo sujetan entre un par de compañeros y un par de periodistas, nadie sabe lo que hubiera pasado. Lo que sí se sabe es lo que había pasado para llegar a esa esperpéntica situación. Se resume en cuatro palabras: el motín del Maritim”.

En el relato se explica que todo empezó el día anterior, lunes, cuando la plantilla estaba concentrada en su cuartel general habitual, el hotel Maritim, para afrontar el partido más importante de la historia de la entidad. Entonces, los jugadores quisieron cerrar, de una vez, el asunto de las primas, que estaba “acordado, pero no firmado”. El documento recogía unas cantidades en función del puesto final y del que se ocupara durante la competición, pues eso repercutía en las taquillas. Así, no se cobraba un duro si se acababa “del decimocuarto para abajo”, aunque se lograra la permanencia. ¿Y por jugar la promoción o ascender? “Les regalamos el Heliodoro”, bromeó Javier Pérez con una plantilla construida para escapar.

Al final, en el documento no se recogió ese obsequio como prima de ascenso, pero sí se plasmaron unas cantidades importantes por disputar la promoción (lo que suponía una taquilla extra para el club) o por ascender de forma directa. Por ello, solicitaron al presidente que acudiera al Maritim a firmar el acuerdo. Y Pérez, que tenía esos prontos, ni se puso al teléfono. Y cuando los jugadores amenazaron con abandonar la concentración, respondió displicente: “Si se quieren ir, que se vayan”. Esa noche, los jugadores durmieron en casa y las emisoras de radio nacionales contaron con detalle lo sucedido. Y el martes ardía la Isla.

Pérez reaccionó y lanzó su mensaje: “Quieren cobrar una prima por perder. Y jamás pagaremos por perder. Si ganan y ascienden a Primera División, lo que quieran”. Su “catalinaria” en las ondas tuvo un efecto brutal. Y algunos aficionados, encendidos, quisieron tomarse la justicia por su mano con los jugadores, que habían decidido entrenar por la tarde, como estaba previsto, y luego coger una guagua en el Heliodoro para regresar al Maritim. Una vez en el hotel, eso sí, Isidro García, “en representación de la plantilla”, leyó un comunicado de cuatro puntos en el que, entre otras cosas, recordaban la existencia del acuerdo incumplido por el club.

“Al día siguiente, en el Heliodoro, los jugadores fueron recibidos con una sonora bronca. Le ganaron 4-0 al Betis y salieron a hombros”, relatan Padilla y Galarza.

Y es que históricamente el CD Tenerife ha tenido estos capítulos que hace años llevaron al también periodista Salvador García a calificar al club de “irredento”.

Un hotel de deportistas

El Maritim era por aquel entonces el hotel habitual de concentraciones de deportistas. El mismo acogió en 1986 a los equipos que tomaron parte en el Mundial de Baloncesto de 1986 en su sede de Santa Cruz de Tenerife. También solía albergar a equipos extranjeros que venían a la Isla a realizar concentraciones de invierno.

Y también fue escenario de otro capítulo crucial en la historia del CD Tenerife y que igualmente relatan Padilla y Galarza en su libro. En concreto se refieren a los inicios del mandato de Javier Pérez en 1986.

Para ponernos en contexto, los autores de la obra nos recuerdan que “José López Gómez, que había dirigido la entidad durante catorce años repartidos en dos etapas, había abandonado el club en mayo. La única candidatura que se presentó a recoger una herencia de unos 300 millones de pesetas de deuda fue la llamada Alternativa Azul y Blanca, liderada por Javier Pérez y Pérez, un ginecólogo palmero de apenas 40 años”.

“Su acceso a la presidencia fue progresivo. Así, presentaron su proyecto en una tumultuosa Asamblea de Socios que tuvo lugar en el salón de actos de la Jefatura Superior de Policía. Luego, captaron el apoyo de CajaCanarias, Cabildo Insular y Ayuntamiento de Santa Cruz. Y tras una cita en el hotel Maritim habían ganado ya para la causa a los equipos tinerfeños de Tercera División. De allí salió un compromiso de seis puntos, en el que se detallaba que ”la política deportiva de esta Alternativa se sustentará en la incorporación de jugadores procedentes en su mayoría del fútbol provincial“. Al no haber más aspirantes, y tras los plazos previstos, en junio se proclama oficialmente como presidente a Javier Pérez”, se añade.

Aquel acuerdo, por cierto, años más tarde caería en saco roto. Aunque eso ya es otra historia.

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