La plantilla necesita reaccionar

Tras finalizar el curso 2011/2012 a un paso de luchar por los puesto de playoff, tanto el presidente de la entidad de Pio XII como su dirección deportiva se pusieron manos a la obra para cambiar el rumbo llevado en el último lustro. Era hora de dejar a un lado el objetivo de la permanencia y luchar por cotas más altas, contagiando a una afición deseosa de ver a su equipo en luchando con los mejores, situación que no se da desde hace más de una década.

Los hombres de confianza del máximo dirigente amarillo comenzaron entonces a trabajar en dicha idea y a concretar los jugadores de la nueva plantilla. Toni Cruz y Juanito Rodríguez, director deportivo y asesor del presidente respectivamente, tras conseguir la salida del club de Juan Manuel Rodríguez pusieron algunos nombres importantes sobre la mesa.

El regreso de Momo la campaña anterior y el fichaje anticipado de Nauzet, que tenía firmado con los canarios antes del lograr el ascenso a Primera, eran los puntales de una plantilla llamada al éxito. Dos futbolistas habituales en la liga de las estrellas que venían a la isla con la vitola de líderes y que hasta el momento no han demostrado nada en su segunda etapa con la casaca amarilla. Hasta el momento, ninguno ha rayado ni siquiera cerca del nivel al que se le ha visto jugar en otros conjuntos, provocando con el paso de las jornadas la perdida de confianza en su juego.

Pero los únicos casos no son los que han llegado, sino más bien los que no salieron. Ya el pasado curso Las Palmas fue uno de los equipos más goleados de la competición, con una defensa que no era apta para la categoría de plata del fútbol español. Corrales y Pignol no habían cumplido con su papel, pero aún así la dirección deportiva decidió seguir contando con ambos jugadores, así como el central de Maspalomas, David García. Casualmente, todos estos contratos se realizaron antes de la llegada de Lobera, que no pudo poner peros a la continuidad de dichos defensores que en las últimas fechas han centrado las iras de la afición.

Tres hombres por encima de la treintena, que pueden aludir a la experiencia para justificar su renovación, pero que ninguno ha hecho méritos en estas nueve jornadas para seguir en la UD. Incurriendo en numerosos fallos defensivos, hasta llegar a ser la zaga más goleada de la competición con 20 dianas encajadas, habla muy mal del buen hacer defensivo, que semana tras semana regala ocasiones claras en los primeros minutos de juego. Una falta de concentración que no se puede permitir en un equipo profesional, concediendo regalos al rival un partido si y otro también.

Un centro del campo sin cabeza.

Por su parte, otro de las factores desastrosos es el que tiene que ver con la medular. Sólo un hombre de los diez que tiene Las Palmas en esta demarcación ha demostrado tener inteligencia para crear fútbol. David González es el único de los centrocampistas amarillos con capacidad creativa, algo incomprensible en un equipo con aspiraciones de ascenso y que presumía de pretender realizar un fútbol de toque.

Los Vicente, Javi Castellano, Deivid y compañía son todos jugadores del mismo perfil, que aunque alguno ha convencido más que otros al técnico, ninguno ha mostrado aptitudes para llevar la batuta grancanaria. Vicente, con siete participaciones ha sido el más utilizado, aunque la imagen que ha dejado no ha gustado ni a medios ni a aficionados. Un hombre que parecía ir a más, pero que salvo algún gol aislado no ha conseguido aportar lo necesario a la escuadra canaria en la presente campaña. Algo similar ocurre con los hermanos Suárez, criticados la temporada pasada por el presidente por su falta de compromiso y su excesivo conformismo, tras llevar estancados en su juego desde la llegada al primer equipo.

Por último, resalta el caso de Vitolo, un hombre que se pasó todo el verano tratando de buscarse una salida para recalar en primera división, pero que la negativa de Miguel Ángel Ramírez a negociar le obligó a continuar en el proyecto amarillo. Su cabeza no se encuentra enfocada en el mismo sentido que el resto del club, sino que continúa empeñado en abandonar la isla para seguir los pasos de su amigo Viera. A pesar de sus dos goles es un hombre desconocido al que deslumbró al Estadio de Gran Canaria hace dos temporadas y que estaba también llamado a ser importante, pero su falta de intensidad se refleja en cada encuentro.

Un recuento, que deja tan sólo unos pocos nombres aptos para vestir la casaca amarilla, de la que muchos desconocen su historia. A pesar del camino desértico que ha recorrido Las Palmas en los últimos veinte años, llegando a descender dos veces a la categoría de bronce, los canarios siguen teniendo un hueco grande en la historia del fútbol español. Y es que a día de hoy la escuadra isleña continúa estando entre los 20 mejores clubes de nuestro fútbol, con lo que por historia debería de seguir teniendo un hueco en Primera.

Cualquier jugador que venga a defender los intereses de esta entidad debe tener siempre presente eso en su cabeza, ya que este no es un club cualquiera. En unos días se tomará la más que probable decisión de destituir a Lobera, salvo que los resultados cambien radicalmente, volviendo a incurrir en el mismo error.

El técnico es quien pone los jugadores sobre el césped, pero el vestuario no lo ha formado él.

Son dos señores, con afán de protagonismo y alardes de gurús que han tenido problemas con los últimos inquilinos del banquillo amarillo y que se empeñan en confeccionar una plantilla que no conocen y con la que no trabajan, por lo que la llegada de un nuevo técnico no tiene pinta de que pueda cambiar la situación. La reacción tiene que venir de dos sitios, primero de los jugadores, que deben asumir su responsabilidad y provocar un cambio radical en su mentalidad y, por otra parte del presidente, que debe dejar las amistades a un lado y empezar a pensar en lo mejor para el club, con la inminente salida de los responsables de la dirección deportiva.

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