Tenerife, trampolín de entrenadores
Hace unos años, en el CD Tenerife estaban preocupamos por el bajo rendimiento de un futbolista. En su equipo de procedencia parecía un jugador de futuro, pero nada más pisar el Heliodoro se transformó en otro, en una mala copia de sí mismo, en un fantasma que deambulaba sin rumbo por el verde. Se le venía entre nervioso y agarrotado, entre responsabilizado y con miedo al fallo.
Un día recibió una llamada desde el club. Le invitaron a mantener una charla. Los dirigentes sacaron el tema… con suavidad. “¿Qué te pasa? No eres el mismo”, le dijeron. El jugador bajó la cabeza y reconoció: “Es que… es que… No sé… Oigo cosas. Oigo que la gente me dice cosas durante los partidos”.
Aquel jugador venía de otro equipo de capital de provincia, pero jamás había sentido el murmullo de miles de aficionados en el graderío tras una pérdida o un mal pase. Marchó de la Isla y agotó su carrera en equipos sin tanta presión.
Y es que la grada del Heliodoro puede ser implacable si por lo que sea no le caes en gracia. Su repertorio de improperios es variado y si se quiere hasta original… y cruel en ocasiones.
Evidentemente es menos presión que la que se puede sentir en un Real Madrid o un Barcelona, menos que un Sevilla, un Atlético de Madrid, un Athletic de Bilbao, un Betis o un Valencia.
Quizá menos que en un Zaragoza, un Celta, un Depor o un Las Palmas, pero parecida a la que se puede recibir en un Oviedo, un Osasuna o un Mallorca.
Si eres jugador del CD Tenerife y te das un paseo por la Avenida de Anaga docenas de miradas se cruzarán con la tuya y te sentirás observado, incluso puede que alguno te pare y entre risas te recrimine la ocasión fallada en el último partido.
Ni que decir tiene que es diferente a ser jugador del Getafe o del Leganés. Si te paseas por la Gran Vía lo harás como un madrileño más o como un turista más de la capital.
En otras palabras, si te quieres probar para el fútbol profesional, Tenerife es una plaza ideal.
La pasada temporada, sin ir más lejos, Dani Gómez, Luis Milla y Luis Pérez aprovecharon el trampolín que para sus carreras supuso pasar por el CD Tenerife. Y ejemplos de antes podemos encontrar a docenas.
Especialmente llamativo es el caso de algunos entrenadores y el último inquilino del banquillo tinerfeñista calcó el paso por el mismo de otros preparadores. Rubén Baraja llegó a la Isla dispuesto a relanzar su carrera y ciertamente lo logró.
El vallisoletano necesitaba dirigir para seguir en el candelero y no le importó ponerse al frente de un equipo que olía a Segunda B. En siete meses, incluido el parón por la pandemia, obró el milagro. No solo se eludió el descenso, es que se rozó la posibilidad de clasificar al equipo para la promoción.
La semana pasada se hacía oficial el fichaje de Rubén Baraja por el Real Zaragoza, sin duda el banquillo más exigente de la categoría junto con el del Espanyol de Barcelona.
Jorge Valdano llegó a la Isla en abril de 1992 y le dieron un equipo que a falta de ocho jornadas enfilaba el camino a Segunda División. El hispano-argentino le dio la vuelta a la situación y un año más tarde lograba una histórica clasificación para la UEFA. En 1994 Valdano dejaba Tenerife para dirigir al Real Madrid, al que haría campeón de Liga tras cuatro años de fracasos ante el Barcelona.
En 1995 el que recalaba en la isla era Jupp Heyckens, que logró clasificar de nuevo al equipo para la UEFA, competición en la que luego rozaría la final. Marchó de la Isla a entrenar al Real Madrid, al que haría campeón de Europa tras más de 30 años sin levantar el trofeo.
En el verano de 2000 se presentó en la Isla otro entrenador buscando relanzar su carrera: Rafa Benítez. Logró ascender al equipo a Primera luchando contra colosos como Sevilla, Betis y Atlético de Madrid. Un año más tarde fichó por el Valencia, al que hizo doblemente campeón de Liga y campeón de la UEFA, ante de marcharse a Liverpool, donde ganaría una Copa de Europa.
En 2007 llegó al banquillo blanquiazul José Luis Oltra en busca de fama y fortuna. En su segunda temporada entre nosotros logró el cuarto ascenso del representativo a Primera, categoría que al curso siguiente no lograría retener. Tras dejar Tenerife lograría un nuevo ascenso a la máxima categoría, en este caso con el Deportivo y encadenaría otras experiencias en diferentes aspirantes al salto de categoría. El valenciano no ha parado de entrenar desde entonces.
El penúltimo ejemplo que podemos poner es el de Álvaro Cervera, al que se le dio al equipo en Segunda B y al que logró devolver a la categoría de plata. En la actualidad es el entrenador del Cádiz, con el que en unas semanas iniciará la competición en la máxima categoría tras una última campaña en la que ganó con claridad el campeonato de Segunda.
También merece entrar en este repaso José Luis Martí, que en 2017 dejó al CD Tenerife a un gol de dar el salto a Primera. Luego ha ido sumando a su carrera banquillos de favoritos al ascenso: Depor, Girona y este próximo curso el Leganés. Al mallorquín se le niega el éxito deportivo, pero su fama de trabajador le precede. Empieza a parecerse un caso parecido al de Oltra. Tiene cartel.
Todos son nombres de entrenadores que aprovecharon su oportunidad en la Isla. Otros muchos fracasaron, arrastrados por las circunstancias o sencillamente porque la empresa les venía grande.
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