Acerca del paraíso

Como contrapoder que es, o bien los auténticos poderes tratan de ganarse con zalamerías y adulaciones al buen periodista para desactivarlo, quitándolo de la circulación o poniéndolo al servicio de sus intereses, o bien las empresas de comunicación, cada vez más frágiles y vulnerables, no pueden mantener del todo la libertad del periodista crítico o con voz propia, a pesar de ser éste el más demandado por los oyentes o lectores (la televisión la dejo al gremio del espectáculo). Ahora le ha tocado el turno a Dolores Campos-Herrero y veremos quien le sigue el año que viene. Si Juan Fernando López Aguilar ha envejecido prematuramente con apenas ocho meses de estancia continuada en el Archipiélago (y se comprobó cuando se dejó la barba y afloraron numerosas canas y arrugas), quiere esto decir que el verdadero Periodismo, mucho más ingrato que la política, es aquí oficio de titanes que sólo descansan cuando atisban de cerca la tumba.

Como tantos y tantos otros, trabajé con Lola y coincidimos en el anejo campo de la cultura y el periodismo. Siempre me dispensó el más sincero de los cariños y la más cálida de las sonrisas. No fui de sus lectores literarios, como no lo fui de Vargas, cuya obra pide esa edición póstuma y conmemorativa ?con poema de Manolo Padorno incluido? que sus amigos preparan y nunca sale. Y ahora que veo el blog de Lola titulado “A-cerca del paraíso” y que leo sus palabras días antes de morir, percibo una literata singular cuya obra completa resistiría un tomito destinado a bibliófilos y exquisitos degustadores: “me cambiaría por uno de esos escritores de verdad que trabajan ocho horas seguidas y, al cabo de las cuales, tienen sus folios perfectamente llenos y enteros, perforados por el ímpetu de sus dedos índices. Carne trémula en torno a las uñas, también es cierto. Pero allí mismo, con sus lamparones de cerveza, sus faltas de ortografía y sus puntos suspensivos, sigue el papel traicionero. A esa clase de autores siempre me los imagino suicidándose con una escopeta de caza como Hemingway. Pero qué es esa pequeña contrariedad futura comparada con la contrariedad presente de haber estado persiguiendo el texto perfecto y cuando ya lo tenías, plaf, se acabó todo. Has tenido la mala ocurrencia de darle a la tecla equivocada”. ¿Cabe mayor humor hacia sí y la escritura?

Sus microrrelatos, artículos de crítica de cine, su enorme bagaje de lecturas ?“unos presumen de los libros que han escrito, yo presumo de los que he leído”, decía Borges, nos da la talla de su envergadura como escritora, como lo era José Manuel Vargas, uno mirando a Hemingway y la otra quizás a Carmen Laforet. Vocación literaria que también tenían Paco Cansino, Antonio Zaya y Beatriz Cuarental, pues si detrás de un periodista de televisión pudo haber un director de cine, bajo un periodista de prensa siempre habrá un escritor frustrado, un ángel caído que entró en este mundo creyendo que podría escribir para ganarse la vida pero que pronto percibió que el paraíso sólo se alcanza cuando puedes por fin ganarte la vida para poder escribir.

Federico Utrera