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20D: adiós bipartidismo, hola incertidumbre

Teresa Cárdenes

Las Palmas de Gran Canaria —

Las elecciones más disputadas de la historia democrática de España han dejado este domingo un escenario de cambio de ciclo y de complicación sin precedentes en la búsqueda de una fórmula que permita la elección del nuevo presidente del Gobierno. El Partido Popular logró salvar los muebles y reconfirmarse como la fuerza más votada, pero tras sufrir un fuerte golpe que compromete severamente cualquier posibilidad de gobernar. El bipartidismo enferma, pero ni mucho menos acaba de morir: el PSOE también sufrió el castigo de los electores, pero aún así logra amarrar gracias a la ley electoral 91 escaños, una veintena más que Podemos, a pesar de que el partido de Pablo Iglesias y sus coaligados igualaron a los socialistas con 5 millones de votos. Más corto se quedó Ciudadanos, aunque con un no despreciable registro de 3,5 millones de votos y 40 escaños. Pese a las dispersión del voto, los cuatro partidos encontraron este domingo motivos para celebrar el resultado electoral: el PP por la victoria relativa, el PSOE por el descalabro no consumado, Podemos por su meteórica irrupción como tercera fuerza política y Ciudadanos por su autoproclamada conquista del centro. Pero empieza ahora el verdadero laberinto en busca de los 176 votos que deben sustentar en primera vuelta la investidura.

El PP pierde 4 millones de votos y 64 escaños y se queda a 54 diputados de la mayoría absoluta. Parte de ese castigo lo experimentó en Canarias, donde el PP retrocede a casi la mitad de los votos logrados en 2011 y se deja 4 escaños en el camino. En el otro lado de la balanza, Podemos irrumpe por primera vez en unas elecciones generales y se convierte en la segunda fuerza más votada en Canarias, por delante del Partido Socialista, aunque obtiene un escaño menos: los de Pablo Iglesias consiguen 3 plazas en el Congreso, frente a los 4 obtenidos por la coalición electoral del PSOE y Nueva Canarias. Coalición Canaria sufre también un severo castigo que reduce su presencia a un único escaño que a duras penas logró consolidar Ana Oramas por la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

La nueva política exigirá un baño de humildad y forzará a las fuerzas políticas a esmerarse para caminar con un solo pie por el alambre de la aritmética parlamentaria. Porque las cuentas de las mayorías no cuadran y a menos que se produjera un improbable pacto entre el Partido Popular y el PSOE, van a ser imprescindibles las alianzas a tres bandas para elegir a un presidente capaz de formar Gobierno. Mariano Rajoy, cuyo partido cae desde los 186 a los 122 escaños, lo tendrá extraordinariamente difícil para obtener en primera vuelta los 176 votos que necesitaría para continuar en La Moncloa. El único consuelo que le queda es que no lo tienen mucho mejor sus competidores y en particular Pedro Sánchez: el PSOE no llegó a descalabrarse del todo, pero perdió 19 escaños y un millón y medio de votos.

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