Agradecimiento a Rajoy

Rajoy añadió que mejor nos ocupamos de problemas más acuciantes, entre los que citó, ya ven, la concentración de CO2 , que dicho sea con las debidas cautelas para no irritar al primo, es causa principal del mismo cambio climático que puso en entredicho.

No hay duda de que Rajoy ha logrado consolidar su liderazgo pepero porque la ocurrencia, además de distanciarlo del querido Bush, recién converso a la evidencia, gana a la de San Aznar cuando atribuyó el atentado de Atocha al odio de la morisma menos resignada a la pérdida del reino Granada que los populares a la derrota electoral de 2004. Si bien reconozco que tiene más posibilidades de ser cierta esta versión aznárica que la autoría etarra.

Puede parecer que las líneas anteriores responden al formato caña al PP, pero no. Les aseguro que son de agradecimiento a Rajoy por cuanto su incorporación al negacionismo me permite evadirme y aliviar la desazón de asuntos como el de las detenciones de Santa Brígida, dentro de la ya larga crónica de la corrupción; por no decirles más de la barraganada última en cuanto nuevo referente de la degradación política canaria.

Me llegan comentarios desalentados y desalentadores que ilustran los efectos negativos de la corrupción sobre la confianza en las instituciones, indispensable para el desenvolvimiento económico. Alguien tendrá que evaluar el coste económico y social de la corrupción porque los dineros que maneja repercuten siempre en el precio final y la calidad de las obras y servicios a abonar por clientes o usuarios, que son los que pagan la rodada.

La corrupción es un cáncer que nos afecta a todos. La persecución de las corruptelas y el castigo a sus responsables no reparan en la medida suficiente un daño que va mucho más allá del mero hecho de los enriquecimientos indebidos o el robo directo. Un cáncer que mina la moral ciudadana y que, encima, se alimenta de una o de otra manera de nuestros bolsillos. Y eso sí que no.