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Aguas fecales al océano
Lo que faltaba. Ahora, con la negligencia de verter aguas excrementicias por mala depuración, en todo el litoral Este de la capital grancanaria. “Cargados de flora microbiana muy abundante”, según los científicos investigadores. Además, de liquidar las costas de las islas, con las tropelías ocasionadas en todo el ribereño costero canario, ya muy deteriorados por los permisivos y cómplices gestores ocasionales de la Administración Autonómica y del propio Ministerio de Fomento. Haciendo dejación de sus responsabilidades de protección del medio ambiente y de la ecología costera.
Esto se suma al remate de inicuas gestiones de la contrarreforma de la Ley de Costas (5 octubre de 2012), favorecida por el mercader e ineficaz ministro, Cañete (que solo es válido para sus inversiones privadas), quien creó una ley a petición y regusto de las constructoras, para ahogar de cemento armado todas las costas españolas. Son los interesados negacionistas en aceptar el Cambio Climático, con el evidente deshielo de los polos, y sus consecuencias para el litoral por la subida de las aguas marinas, tragándose la mar varios metros tierra adentro. El negocio en este país continúa instalado en los parámetros de la codicia del ladrillo. Urgentes réditos cortoplacistas, aunque destruyamos el ecosistema costero y su medioambiente.
Putrefactos vertidos se han descubierto en las aguas del océano que baña nuestra ciudad –e isla–, con un alto índice de bacterias fecales (la peligrosa E. Coli, entre otras), que incumple la normativa europea de calidad, higiene y cuidado de las aguas. Máxime cuando estas aguas se desalinizan para el consumo de la ciudad. Ha sido hecho el descubrimiento por una exploración realizada por el 'informe Efluente'.
En julio de 2013, la Fiscalía Provincial de Las Palmas, la acepta a trámite una demanda interpuesta por el grupo IU, por atentar el Ayuntamiento y la empresa de aguas contra el artículo 325 del Código Penal, por delito ecológico y salubridad pública. Grupo político que ha destapado este maloliente asunto de inmunidad sanitaria, el cual estaba podrido en alto secreto que solo lo sabían los insensatos de la gestión privada y oficial. Insania que delata el progresivo deterioro de las aguas de toda la costa del litoral oriental de la capital grancanaria, en todo su largo de los ocho kilómetros que ocupa. Y que también ocurre en su literal norteño dela ciudad, en algunos puntos localizados.
El Consistorio capitalino grancanario, inculpa a Emalsa, y viceversa al Ayuntamiento, exonerándose responsabilidades mutuas (como es norma habitual, la tendrá Zapatero). A ambos, al Ayuntamiento y la empresa enunciada, se exigen obligaciones en sus inexorables competencias adquiridas y abandono de los deberes de controles sanitarios. Es otra manera de hacer supuesta subversión o un sabotaje a la salud de todos los ciudadanos laspalmeños y visitantes. Tanto la empresa como el Consistorio deben hacer controles de calidad en análisis bacteriológicos y llevar un seguimiento exhaustivo. Según anuncian las investigadoras del 'Efluentes': “Es probable, además, que emita aguas no suficientemente depuradas”.
Este es un delito medioambiental, un atentado ecológico al que debe responder, en primera instancia, el gobierno capitalino de su consistorio; y como segundo responsable, la empresa de aguas, al no estar estas aguas debidamente depuradas en una exigencia máxima que la ley le permite y los controles de salud. Este abandono, entraña un riesgo para la salubridad pública, por los insoportable malos olores; el baño en las playas de la urbe, que son varias; el consuno de aguas en las cocinas, en uso doméstico, máxime en estos tiempos de restricciones económicas, en que muchas familias deben usar ese agua de abasto para cocinar (por no poder comprar aguas minerales); y el grave daño que se genera a la biodiversidad marina que pervive en la costa.
Estos malentendidos ahorros económicos, por una loquinaria usura de gastar cuanto menos mejor, es un palmario vilipendio a los ciudadanos en su bienestar salúbrico. Salud por la que tienen que velar las autoridades sanitarias y el mismo consistorio, en quien recae la mayor responsabilidad. Las aguas de abasto, se privatizaron en el periodo del alcalde Emilio Mayoral, en 1993, conformándose la empresa actual, con un tinglado de accionistas nacionales en su participación. Sabido es, que los vicios y empecinamientos por privatizar las empresas públicas, a la que es persistente programador el PP, no mejoran los servicios, como hacen gala en sus infundadas prerrogativas verbales, como excusa de una política empresarial exclusivamente privada en su devenir político. Este maloliente asunto que nos ocupa, es otro símil de las aciagas gestiones de las empresas desnacionalizadas.
La hermosa playa de Las Canteras, tuvo un varapalo de la Comunidad Europea, al serle retirada la bandera Azul, que identifica la calidad de las aguas en su estado de pureza, sin peligro alguno para la integridad física de los bañistas. Mucho le costó al Ayuntamiento recuperar la codiciada bandera, como signo de emblemática playa, en una ciudad, y siendo precisamente Las Canteras, el mascarón de proa de la belleza de la urbe capitalina, por sus extensión y cualidades naturales de la misma. Otro tanto de lo mismo ocurrió con la playa de las Alcaravaneras, la otra playa que da honor a la ciudad grancanaria, que presume de tener dos playas a ambos lados de la capital.
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