Rodeado de multimillonarios en Davos, Calderón criticó a Bolivia, Argentina y Venezuela, y pidió a los presentes que encaucen sus inversiones a países seguros como México, donde no hay previstas nacionalizaciones ni delirios populistas sino todo lo contrario. Lula solicitó moderación a su colega, puesto que unas horas antes el presidente brasileño había defendido la política económica de Chávez, Kirchner y Morales. Alguno de sus voceros aclaró que Calderón no pretendía atacar a nadie, pero repitió el discurso en Londres: “Tenemos que decidir si volvemos a la época de nacionalizaciones o si avanzamos hacia el futuro, hacia una democracia con garantías individuales y con seguridad para las inversiones”.La democracia con garantías individuales está bien asentada en Venezuela, Argentina y Bolivia. Quienes atentan contra ella son precisamente los agentes neoliberales. En cuanto a las nacionalizaciones, Calderón debería recordar que el presidente Cárdenas obtuvo un gran acierto cuando nacionalizó el petróleo y los ferrocarriles en los años 30 o que nadie criticó a Venezuela cuando Carlos Andrés Pérez nacionalizó el petróleo y el hierro en la década de los 70. Al fin y al cabo, nacionalizar un recurso importante de un país atrasado no es una decisión comunista, sino una medida de autodefensa nacional que permite la redistribución de la riqueza si existe una buena gestión posterior. Esa posibilidad simplemente deja de existir si el recurso (petróleo, gas…) pasa a manos privadas, generalmente extranjeras.Es Calderón quien intenta revivir el triste pasado, marcado durante la década anterior por el hierro neoliberal de las privatizaciones y el asalto a los escasos recursos sociales en poder del Estado. Tampoco funcionó desde el punto de vista económico. ¿Ya olvidó el corralito argentino, la gestión de García de Lozada en Bolivia, la ruina de los campesinos mexicanos, las razones que impulsaron el caracazo o las movilizaciones ecuatorianas que tumbaron a varios presidentes, por poner algunos ejemplos? El cachorro tampoco puede explicar las victorias democráticas de Lula (Brasil), Chávez (Venezuela), Kirchner (Argentina), Ortega (Nicaragua) y Correa (Ecuador), porque ellas representan electoralmente el rechazo popular, la lucha directa por acabar con el neoliberalismo. Una oposición que también tuvo, tiene y tendrá su expresión mexicana.Felipe Calderón engaña cuando pretende que los mexicanos “votaron a favor del libre mercado”. Sólo faltaría añadir otro disparate. Quizá los ciudadanos también votaron a favor del aumento en los precios de la tortilla y la electricidad. Tampoco hace falta seguir interpretando. Según el Latinobarómetro, el 43% de los habitantes de la región rechazaban las privatizaciones y el libre mercado (que terminó de rematar al subcontinente como el más desigual del mundo) en 1995, dato que subió hasta el 69% en el año 2005. Calderón presentó su candidatura a cachorro del imperio. Fox también lo intento y le salió mal. Nadie le hizo el menor caso en América Latina. Lo mismo sucederá con este presidente. Y en esas condiciones, de poco le serviría a Washington. Rafael Morales