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El café de Yara
Si esto llega a ocurrir en la Habana o en Caracas, seguramente conoceríamos el testimonio del marido de Yara, el de la madre de su compañero de trabajo, habría un equipo de la CNN realizando conexiones en directo desde la puerta de la cárcel donde estaba el compañero de trabajo de Yara. Se producirían manifestaciones frente a las embajadas de Cuba y Venezuela. El gobierno de Estados Unidos llevaría el tema al Consejo de Seguridad de la ONU. Pero desgraciadamente estos hechos reales ocurrieron en un país aliado, en Arabia Saudí, que permite que las multinacionales europeas y norteamericanas exploten su petróleo y patrocinen la dictadura de una monarquía medieval.
Los “mutawa” (comisión para la prevención de la virtud y prevención del vicio) son los miembros de la policía religiosa que detuvieron a Yara y su compañero de trabajo. Yara está en libertad porque su marido es árabe y está en una buena posición económica. Su compañero siguió en prisión porque es un inmigrante sirio, y los inmigrantes en Arabia Saudí son ciudadanos de segunda o tercera categoría, y eso que a la monarquía saudí no se le ha ocurrido pedirles que firmen un contrato de integración de la factoría Rajoy. Las mujeres saudíes no son ni siquiera ciudadanas: no pueden votar, ni conducir, ni realizar determinados trabajos o estar en lugares públicos con otro hombre que no sea un familiar. Unos cinco mil policías religiosos vigilan en las calles de Arabia Saudí que se cumpla a rajatabla la ley “sharia”. Arabia Saudí es una país de 25 millones de habitantes del que apenas sabemos nada. Antes de su fallecimiento el 1 de agosto de 2005, veíamos al Rey Fad veranear en Marbella, acompañado de su séquito. Los periódicos nos contaban que esos días aumentaba el negocio de la prostitución de lujo en los lujosos hoteles donde se quedaban. El rey Juan Carlos se trasladaba hasta el hotel donde se hospedaba el rey Fad para saludarlo, se trataba de mantener la amistad entre dos colegas. El gobierno español decretó día de luto oficial en España el 2 de agosto de agosto de 2005 por la muerte del monarca absoluto de Arabia, el Partido Popular no protestó por ese homenaje a un rey medieval que permite que en su reino las mujeres carezcan de derechos fundamentales. Las cosas no han cambiado mucho desde la muerte del rey Fad, la prueba es que Yara y su compañero de trabajo han estado en la cárcel por tomarse un café. Mientras la familia real Abdulaziz al´-Sad siga permitiendo que empresas de Estados Unidos y Europa exploten su petróleo, la monarquía absoluta saudí gozará de buena salud y ningún jefe de Estado europeo tendrá la valentía de decirle: ¿por qué no te callas?, o, mejor ¿por qué permites que las mujeres sean esclavas?
Juan GarcÃa Luján
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