Conjeturas y perplejidades

De modo y manera que en lugar de dedicarme a las conjeturas a las que me remite Pepe, me dedico a las perplejidades y a los asombros. El mayor de los cuales, aunque no se comente demasiado, es el que le produce a uno la disparatada relación entre el capital invertido en la campaña por el CCN y lo cosechado en las urnas. Desde un punto de vista puramente económico, la operación ha sido absolutamente ruinosa. Colocar a Nacho González de concejal (y por los pelos) en el Ayuntamiento de Santa Cruz puede haber costado, según los cálculos de quienes saben de esas cosas –yo a partir de ciertas cifras me mareo- unos mil millones de las antiguas pelas. Pero, a lo mejor, el líder –je, es un decir- del Centro ése se da por satisfecho. Ya tiene el hombre una tribuna, aunque sea pequeñita y modesta, desde la que seguir dando la lata. Nacho, de profesión hijo, se ha gastado la intemerata porque tenía dineros personales de los que tirar para cubrir el Archipiélago de carteles y para repartir entre todos los habitantes de estos peñascos gorritas naranjas, abanicos naranjas, sombreros naranjas, camisetas naranjas… Pero, al final, los obsequiados le han respondido al hombre con un naranjas de la china, que no es mala respuesta al utópico y demagógico programa que acompañaba a la publicitaria mercadería. Yo no sé qué pensará Ignacio padre, pero uno se queda en la duda de qué puede salir más caro en esta vida, si un hijo tonto o un hijo político. Si usted tuviese mil millones de pesetas para gastarse alegremente, ¿los emplearía en hacerse concejal?... No necesito que me responda. De todos modos, eso sí, Nacho será un edil con mando en plaza. Zerolo necesita tres para su mayoría, y ahí, ya ven, acabará habiendo, por razones obvias y teresianas, un buen rollito. Seguro, ustedes.

José H. Chela