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Costa Rica, algo más que un referéndum

Rafael Morales / Rafael Morales

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El diario La Nación de Costa Rica resaltó en su editorial la disposición al diálogo del presidente Oscar Arias porque ahora toca “identificar coincidencias y construir sobre ellas”, y criticó a la oposición al TLC porque Eugenio Trejos, su cabeza más visible, habló del “voto usurpado”. Pues bien, resulta que ese mismo periódico publicó el pasado miércoles la última encuesta de la empresa Unimer. Las intenciones de voto otorgaron una ventaja al no de 12 puntos, es decir un 55% contra un 43%. Con un ligero margen de error añadido, ¿cómo cambió tanto el voto en apenas unos días?

Hubo irregularidades que el Tribunal Supremo Electoral (TSJ) no impidió o fue incapaz de atajar, aparte del ventajismo mediático habitual. Dictaminó que durante los dos días anteriores y el día del referéndum “no podrá difundirse propaganda de ninguna especie”. Partidarios del violaron esta disposición, a lo que debe añadirse lo más grave. Un día antes de la consulta, los medios de comunicación ofrecieron una amplia cobertura a las declaraciones de Susan Schwab, representante gringa de comercio exterior, quien amenazó sin contemplaciones a los ticos con graves pérdidas económicas si triunfaba el no. Sin embargo, aceptemos deportivamente el resultado a pesar de la parcialidad del árbitro electoral. ¿Algo que añadir?

Joel Pérez Marcano le saca más jugo al limón. Para este comentarista, la realización del referéndum, el primero en la historia costarricense, no viene de la voluntad democrática de Oscar Arias, sino de una concesión obligada ante el empuje de un amplísimo movimiento social que lo exigía porque rechazaba hacer de pez chico frente al pez grande. Los llamados comités patrióticos piensan seguir activos. Este hecho tendrá trascendencia cuando se discuta, sin ir más lejos, las privatizaciones de la telefonía y la electricidad. Basta remontarse al año 2000, cuando un amplio movimiento popular abortó las intenciones gubernamentales de acabar con aquellas empresas públicas.

Pero el más trascendente “aprendizaje de esta hermosa jornada democrática del pueblo tico -según Pérez Marcano- es, sin duda, la reivindicación de la soberanía popular como base de toda práctica verdaderamente democrática, lo cual rompe con el viejo esquema de la dominación de las elites oligárquicas que durante los casi doscientos años de vida republicana en nuestro continente, han sostenido su propósito de negar a nuestros pueblos el ejercicio de sus derechos democráticos, limitándonos sólo a votar por los representantes de la soberanía popular que, en nombre del pueblo, venden los derechos, las riquezas?” Dicho queda. Aunque expresado de otra manera, también podría concluirse que el referéndum en Costa Rica no pone punto final a su historia. En realidad, da la impresión, se extenderá en el tiempo una etapa caracterizada por la intervención directa de de la población en la solución de sus propios asuntos. De confirmarse esta tendencia, la batalla política continuará. O eso espero. Rafael Morales

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