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La crisis social y la Unión Europea

Ignacio González Santiago / Ignacio González Santiago

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En Europa, por ejemplo, los principios de solidaridad y justicia social han cedido, derrotados, ante el empuje descontrolado del liberalismo económico a ultranza, que, como dogma de fe, ningún Estado se atreve a discutir. En muchos de esos países, que ahora abrazan sin pudor el ultra liberalismo europeo, antes, no hace mucho tiempo, el Estado intervenía en la economía, hasta el punto de socializar los medios de producción y negar la propiedad privada. Pasaron, de un día para otro, a sacralizar los principios del liberalismo, negando cualquier intervención del Estado en la economía. Ha sido tal el huracán liberal que ha asolado Europa en los últimos años, que hasta medidas tan obvias como las ayudas al transporte con Canarias hay que negociarlas permanentemente porque son consideradas ayudas de Estado y, por lo tanto, contrarias a los principios generales de la UE.

Ha llegado el momento de cambiar la política económica de la UE para que sirva para algo. La UE no puede dejar actuar solamente al mercado, porque no es perfecto, ni intervenir en todo, porque sería peor. Lo que debe hacer la UE es garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos, a través de políticas redistributivas adecuadas para alcanzar la justicia social. Alguien se ha olvidado en el ya largo camino de la construcción europea de la Europa social, que es la real, la que importa a los ciudadanos, y la única que justifica el enorme gasto que supone mantener la Administración comunitaria y los sueldazos de los comisarios, eurodiputados y funcionarios europeos.

La Europa económica ya existe, con un Banco Europeo y una moneda común, el euro. La política, también, con un Gobierno único del que forman parte los estados miembros, y un Parlamento elegido democráticamente por su sufragio universal, libre, directo y secreto, entre todos los europeos. Ha llegado el momento de construir la Europa social, la de los ciudadanos. Porque si en economía se han dado muchos pasos, quizás demasiados, y en política, algunos, en lo social no se ha avanzado nada. La UE no realiza ninguna función redistributiva de la riqueza entre sus ciudadanos, que la ven como un enorme y distante elefante administrativo, a veces inútil, porque no soluciona sus problemas reales. El futuro de la UE no dependerá de la economía ni de la política, sino de la consecución de un espacio social común en el que todos los europeos tengan las mismas oportunidades y disfruten de los mismos niveles de bienestar social.

* Presidente del Centro Canario Nacionalista (CCN) Ignacio González Santiago*

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