La devolución de la Base Naval

Después matizaría en plan de donde dije digo, digo Diego. Sin duda, alguien le comentó que el alcalde Saavedra mantiene contactos con técnicos de Defensa para que el recinto sea devuelto a la ciudad y aseguró, el muy ministro, que el sentido de sus palabras fue el de no estar dispuesto a dejar de contar con una base en Gran Canaria, lo que deja abierta la posibilidad de un cambio de ubicación.

Se le fue, pues, el baifo al ministro Alonso y por eso que insistiría, para que lo tenga claro, que al margen de juridicidades y otras historias, no se trata de una cesión de la Base a la ciudad sino de su devolución, que es lo que conviene subrayar aquí. No la cederían sino que la devolverían, quiero decir.

Porque aquel dique se construyó para muelle frutero y se financió mediante el cobro de unos céntimos por cada cereto de tomates exportado y no sabría decirles ahora mismo si también recargaron igualmente a la exportación platanera. Pero su destino fue militar por decisión de Franco, no sé si por vía de incautación o mediante compraventa, cosa que me extrañaría. En cualquier caso, la Marina se hizo con dique y recinto manu militari y al que rechiste me lo traen conducido.

La ex alcaldesa Luzardo aprovechó las palabras del ministro Alonso para llamar mentiroso a su sucesor. Pero éste asegura que en abril presentó a los técnicos de Defensa cinco alternativas de nuevo emplazamiento y que se dispone ahora a hacer avanzar el asunto.

Ya se verá en su día quien miente, aunque me fío más de Saavedra. No es que llame mentirosa a Luzardo sino que, diría yo, erró dejándose llevar por las prisas de trancar en un renuncio a su rival. No quiere ni pensar cómo quedaría si se logra la devolución. Tantos años en política y un cuatrienio de alcaldesa poco le han enseñado a Luzardo sobre la prudencia de medir las entradas al trapo; un arte en el que Saavedra va sobrado.

Sólo espero que sea la ciudad la que recupere de verdad ese espacio. Confío en que el actual equipo urbanístico municipal emboque bien el asunto y no se caiga en operaciones inmobiliarias granmarinadas de las que hacen salivar a los adictos.