Día negro

Los mandatarios, gurús de la política, (doctores tiene la Iglesia), saben de la salomónica equidad para 'gastar' los dineros de todos. Conocen a ciencia cierta, y sin ánimo equívoco, en invertir esos dineros en los 'bienes comunes' más necesarios, que no a la imperiosa culturación de un pueblo. Que, si los analizamos, nos avergonzaríamos de haberles votados; o caeríamos al suelo de inmisericorde risa a mandíbula batiente.

¿Qué les importa la cultura? Y en especial El Museo Canario. Porque dicho organismo es privado. Además, no es rentable en votos de la mayoría popular; no existen intereses de influyentes empresarios a quien favorecer; no pertenece a ninguna facción burocratizada de poder político; y para el Gobierno de ATI, no está en su reino de Taifa, por lo que no puede ser, de momento, trasladado a la isla picuda (como Socaem, Filmoteca Canaria, Educación, o como quisieron, desubicar el Archivo Histórico Provincial, etc.). Habrá que ir al mingitorio a drenar todo el enrabietado coraje ante nefando despropósito y funesto mal de incompetencia.

Ahora, cuando ya comienza el cierre parcial de El Museo Canario, ahora que la suerte se pavonea en contra, anuncian las tres partes que lo sustentan económicamente, que crearán una Comisión para una posible solución. Para que nada se aclare y siga en el más profundo oscurantismo, en este país se crea una Comisión, y todo empeora y tiene nula resolución. Pero se han puesto en práctica la faramalla politiquera, y algunos se aquietan y quedan mudos.

Pobres ilusiones y los arduos trabajos que fueron los puestos en el loable empeño, por su mentor y fundador Gregorio Chil y Naranjo, que donó todo su patrimonio personal para los fondos del Museo, junto a los intelectuales de la época: Juan de Padilla, Domingo J. Navarro, Navarro Torrent, Victor Grau Bassas, los hermanos Martínez de Escobar, y tantos más, para que tuviera eterna vida y a favor de la cultura isleña. No pensaron jamás que tan generoso proyecto, único y sin par en las islas, por sus contenidos arqueológico, colecciones bibliográficas y hemeroteca, iba a tropezar con tanta mentecatez e ignominia, y a estar ninguneado por los propios connaturales de la isla por tan verdulera inacción.

Teo Mesa