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Lo que diga Saavedra

José H. Chela / José H. Chela

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Lo dicho en la Villa y Corte por el actual alcalde de Las Palmas de Gran Canaria ha suscitado una apabullante riada de críticas y de comentarios negativos que no acabo de entender. Se le ha acusado, entre otras lindezas, de mantener esta posición en defensa de sus intereses personales económicos en el reino magrebí, se le ha insultado, afirmando que chochea y se le ha pretendido desautorizar considerándole, por esas afirmaciones, un mal socialista. Bueno. Suponiendo que, en efecto, el ex ministro ?y quizás el político mejor valorado todavía y actualmente en todas las islas, al margen de las tendencias ideológicas de los valoradores- tenga algún interés económico en Marruecos, pero sin admitir que chochee en ningún momento, porque nada demuestra que el envidiable mobiliario de su cabeza se haya desplazado o apolillado con los años. Habría que recordar algo muy simple a quienes se han escandalizado por lo que no es más que una opinión individual: que esa opinión individual coincide, plenamente, con la política oficial del Partido Socialista Obrero Español desde hace años sobre el problema saharaui. Ergo, tampoco se le puede reprochar una suerte de traición a las siglas que ha defendido toda su vida. La postura del PSOE sobre el tema del Sahara ha ido variando a lo largo del tiempo. Desde un apoyo decidido a la independencia y al Frente Polisario, hasta la actitud defendida, aunque sin aspavientos, hoy en día. La misma que expresó Saavedra en la capital de España. Ni más ni menos. Pero es que, además, lo que diga Saavedra al respecto ¿qué importancia real tiene? No va a influir ni en la ONU, ni en el Gobierno de Rabat, ni el destino final de un pueblo a quien, de un modo o de otro, ya es hora de devolver la paz. ¿Y la libertad? No lo sé. Porque habría que discutir si alguna vez, en épocas remotas, la tuvo y si, de tenerla, entonces existía una conciencia de identidad nacional. Dejémonos de sentimentalismos y progresismos: los canarios debiéramos contemplar el porvenir del Sahara como parte de nuestro propio porvenir (desde la pesca a los fenómenos poblacionales, históricamente la interrelación fue siempre decisiva) y acaso ?no lo afirmo, pero tampoco lo desdeño- el modelo propuesto por Saavedra sería el que más nos convendría como solución para la zona. Aunque haya que tragarse los eslóganes de tantas manifestaciones nostálgicas.

José H. Chela

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