Los extraterrestres de Krugman

Lo que sucede es que Krugman nos vuelve a apuntar una evidencia de la teoría económica capitalista a una crisis: desgraciadamente, es la guerra. ¿No nos acordamos ya de la forma en la que se salió de 1929? Inversión pública y Segunda Guerra Mundial. ¿Y qué guerra? Pues la del petróleo? Luego vendrá la del agua? Luego o a la par? Y en las dos, en primera línea, las islas. Un petróleo sin llegar y que nunca se quedará y una sequía que ya ha llegado, y que ante el cambio climático ya imperante, que ha desplazado el anticiciclón de las Azores permitiendo la entrada de ciclos tropicales en nuestro espacio atmosférico, se presume muy difícil que nos abandone.

Los problemas en la sanidad se acrecientan, el paro sigue como sigue, pero ya nadie habla en el Parlamento de Canarias del nuevo plan de choque canario gubernamental y de su eficacia? Eficacia que se quedará en lo que se quedaron los anteriores? Y que los números nos lo recuerdan día sí y día también.

Era el petróleo, amigo? Era la sequía?

Extraterrestres, apunta Krugman? Con las políticas que sufrimos quizás estuviera en ellos la salida?

Salvada la ironía política, el día a día y la desesperación de muchos es lo que lleva a hacer viables análisis en los que no reparan los análisis sistémicos oficialistas.

Ahora en Asturias y en Andalucía puede que no gane o gobierne el PP? ¿Nos olvidamos ya de la gran coalición? ¿Nos olvidamos ya de una reforma constitucional de 2011 que en las grandes líneas de su implementación ha igualado para siempre al PSOE y al PP?

El pensamiento sistémico es un pensamiento circular. Esto implica que está asociado con una estructura que permite, a través de circuitos de retroalimentación, una transformación constante meramente aparente. El centro del sistema nuca se altera. La periferia se transforma para no afectar lo esencial.

Dentro de este pensamiento sistémico es de resaltar la eliminación y la distorsión de información, que es lo que actualmente padecemos los ciudadanos desde la oficialidad.

La eliminación es un proceso de selección de la información que reciben nuestros sentidos y al que acudimos para conformar nuestras ideas. Al eliminársenos información es como si ella no existiese.

Por la distorsión lo que se nos ocasiona es un cambio de experiencia pragmática. Se nos amplía una parte y se nos disminuye otra. Así se nos reinterpreta la realidad para que se logre nuestro apoyo a actores ajenos a nuestra identidad esencial.

Desde estos parámetros sistémicos es desde los que actualmente se está viviendo el presente cambio paragidmático civilizatorio, el actual debate político que no recae en los dramas humanos del día a día, en la desesperación de la realidad de un paro galopante, de una crisis lacerante.

Todos los sistemas se plantean objetivos. Estos objetivos establecen una diferencia entre dónde está el sistema y dónde quiere estar. Dado que se parte de un modelo sistémico centrado en la causalidad, muchas veces, por no decir siempre, el sistema actúa sin conciencia? Pensemos en los cientos de desahucios sufridos por las familias canarias ante la no aprobación como ley de la modificación de la ley concursal y la de la aprobación de la dación en pago. Otro ejemplo: ahora se arreglan los fuera de ordenación no ya eliminando irregularidades e impidiendo que se construya ex novo afectando realidades legales existentes, sino que se “arreglan” o se pretenden arreglar suprimiendo límites y techos normativos de edificación? ¿Más especulación sistémica?

Todos los procesos están asociados, todos los componentes de un sistema interactúan entre sí. Lo que se nos ofrece hoy como único afectará a nuestro futuro por venir? Siempre sucederá así?

A menos que actuemos para que, desde dentro, el sistema se resetee. Aún es tiempo?

José Carlos Gil Marín