Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los fondos de inversión, las hipotecas y el negocio de las escuelas de negocios
En la radio fórmula que escucho a veces por las mañanas ponen un anuncio de un fondo de inversión inmobiliaria. Bajo el lema de que si cuando vas a un concierto pides la mejor calidad, te anima a pedir también lo mejor para los ahorros, y te dicen que desde 500 euros inviertas con ellos. Pongamos que 500 oyentes deciden invertir con ellos 500 euros cada uno. Con ese cuarto de millón los gestores del fondo pueden comprar un piso, que pueden dedicar a vivienda vacacional, o alquilar por una buena cantidad, o intentar revenderlo a un precio mayor, para así poder dar una buena rentabilidad a los inversores.
Recientemente la prensa se ha hecho eco de que, de acuerdo con los datos del Consejo General del Notariado, en Canarias se realizaron durante 2022 un total de 31.440 compraventas de vivienda. También de que se firmaron 15.302 créditos hipotecarios, destinados a la compraventa de vivienda. De las más de 16.000 compraventas que se realizaron “a tocateja” alguna habrá sido realizada por personas físicas, nacionales o extranjeros, que tienen suficiente dinero como para poder comprar una vivienda sin recurrir a financiación externa, y que compran un piso o casa para usarla, ya sea como vivienda principal o secundaria. Pero muchas otras habrán sido realizadas por entidades como el fondo de inversión que anuncian en la radio, que adquieren viviendas no para usarlas, sino como para inversión con la que remunerar a sus accionistas.
Recientemente he leído, en un comentario a una noticia acerca de las universidades canarias, un argumento que resume el mantra de los neoliberales. Se planteaba que las universidades privadas son mejores que las públicas, porque han de ser eficientes, o no sobrevivirían en un mercado competitivo, mientras que las universidades públicas pueden malgastar recursos y después solicitar ayuda a “Papá Estado”. Recientemente leí en prensa que para el próximo curso una nueva universidad privada va a operar en Canarias de manera on- line. También acerca del establecimiento de acuerdos entre alguna universidad privada y otros centros de educación superior, y del desarrollo de una “Mid Atlantic Business School” por parte de otra universidad privada. Alguien muy relacionado con el sector me decía que parte de esta oferta surge al calor de los beneficios fiscales como la ZEC, y que el desarrollo de la oferta online tiene que ver con ofertar títulos europeos sin tener que pasar por Europa al mercado africano y latinoamericano. Parece que las Escuelas de Negocio son un buen negocio, pero, ¿en qué consiste su modelo de negocio?
Una universidad pública recibe recursos por diversos medios: matrículas, fondos de investigación y transferencias estatales. Invierte esos recursos para obtener lo que es su misión, y si los ingresos cubren los gastos habrá cumplido su misión social: formar a personas con educación superior y contribuir a la ciencia, a la cultura y al desarrollo de la sociedad en que se asienta. Una universidad privada funciona de manera similar en muchos sentidos. También recibe dinero por matrículas, por investigación y por transferencias estatales, y también contribuye a formar personas con educación superior, a la ciencia y a la cultura. Pero su labor no termina ahí. Si es una fundación, con todo ello habrá de contribuir a lo que quiera que sea su “misión y valores”: difundir los valores del humanismo cristiano, formar en los principios del cooperativismo o lo que quiera que sea. Pero si es (también) una empresa, además de hacer todo lo anteriormente señalado tendrá que cumplir con otro requisito para su supervivencia: habrá de crear valor para el accionista. Es decir, no basta con que el dinero de los ingresos baste para compensar los gastos. Los ingresos han de ser mayores que los gastos, en un margen suficiente como para poder dar una remuneración atractiva a los accionistas y evitar así que estos se vayan con su inversión a otra parte. Poco antes de la pandemia el fondo de inversión Permira, propietario de gran parte de las acciones de empresas tan distintas como Telepizza, Dinosol, o eDreams adquirió una red de universidades privadas a la que pertenece una de las que actualmente operan en Canarias. Cuando se habla de que la universidad se ha convertido en un negocio no es tan sólo una manera de hablar: debe ser un buen negocio cuando los analistas de la City londinense deciden invertir sus activos en empresas que se dedican a producir algo tan poco tangible como la “educación superior”.
En esto consiste la financiarización. Si buscamos la entrada en Internet leeremos que este neologismo tiene que ver con convertir cualquier cosa en un instrumento financiero intercambiable. ¿Es un mundo mejor aquel en que todo se puede convertir en una mercancía? Quienes dicen que sí plantean que todo aquello que no es gestionado por el mercado, como la sanidad, la educación o la vivienda pública, acaba convertido en un aparcadero de holgazanes ineficientes que pueden no hacer bien su trabajo con la seguridad de que al final siempre vendrá Papá Estado a rescatarles. Tras la crisis financiera de 2008 a lo que Papá Estado dedicó ingentes cantidades de dinero fue a rescatar a un sector financiero que estaba en bancarrota. De acuerdo con las teorías liberales los mecanismos de mercado garantizan que las empresas sean eficaces y eficientes. Una organización dedicada a la sanidad, a la educación o a la vivienda, si es una empresa, no es eficaz y eficiente cuando logra ofertar servicios sanitarios, educativos o de vivienda de alta calidad y a bajo coste. Sino cuando logra ofrecer a sus accionistas una alta rentabilidad. Nos han querido convencer de que en cuanto que ahorradores a todos nos interesan universidades, hospitales y viviendas que sean rentables. Pero nunca deberíamos olvidar que, en cuanto que ciudadanos, nos interesan hospitales, universidades y viviendas que se ocupen más de atender nuestras necesidades que de generar beneficios para sus accionistas.
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